En nuestra crónica dominical esta semana vamos a hablar de la conciencia humana. Un fenómeno bastante difícil de definir precisamente debido a la dificultad que tenemos en comprender su naturaleza y contorno. Según algunos estudios, la conciencia humana estaría generada por la parte posterior del córtex cerebral, pero hay que decirlo, la investigación sobre la formación de la conciencia está aún en un estado, digamos, primitivo.
Bueno, pero comencemos con una pregunta ¿se han imaginado ya ustedes ser un perro o un gato? O dicho de otra forma, si ya se han preguntado cuál es el efecto de ser un humano con respecto al ser un animal.
Es decir, ¿qué es lo que nos diferencia verdaderamente de un animal? ¿Es acaso la facultad de tener creencias religiosas y espirituales? ¿de poder pensar en nuestra muerte? ¿de reír? ¿de ser conscientes de nosotros mismos?
Cierren los ojos y díganse: yo existo! Estoy aquí en mi cuerpo, soy consciente de mí mismo, soy consciente de ser consciente. Ningún animal es capaz de lograr eso, pero el humano sí.
¿Cuál es la región del cerebro que permite esa reflexión fundamental sobre nosotros mismos? Pero antes que todo ¿existe verdaderamente esa región? Se pregunta Stéphane Durand, profesor de física y miembro del Centro de Investigaciones Matemáticas de la Universidad de Montreal.
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