Una objeción de Canadá podría hacer descarrilar un acuerdo de la ONU que un centenar de países se preparaban a firmar sobre la protección y la promoción de la pesca a pequeña escala.
El fruto de esta pesca representa las dos terceras partes de los productos marinos vendidos en el mundo. La Organización de Naciones Unidas por la Alimentación y la Agricultura, FAO, quiere que estas empresas familiares e independientes sigan teniendo acceso a los recursos marinos en un contexto en el que la industrialización de la pesca aumenta cada vez más.
Después de varios años de negociaciones sobre las líneas directrices del proyecto al que participan 98 países, Canadá es la única voz discorde en el debate.
El ministerio de Relaciones Exteriores se niega a apoyar una modificación que protegería los derechos humanos en el caso de pescadores que trabajan en un territorio ocupado. Y ni aunque Israel y Palestina hayan sido nombrados, el ministerio califica la modificación de “gesto político inútil”.
Christian Brun, director general de la Unión de Pescadores de las Marítimas, Canadá, juzga también que la modificación propuesta es provocadora, pero pide al gobierno federal que apoye igual el acuerdo por el bien de las pequeñas flotas de pesca.
El tema de las líneas directrices de este proyecto se discutirá el mes próximo en una reunión de la FAO en Roma y se espera a que un compromiso sea posible antes de esta reunión.
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