Ex teniente Walter Callaghan durante un entrenamiento

Salud mental: soldados canadienses guardan silencio por temor al rechazo del ejército

Debido a una norma burocrática considerada «obsoleta», militares canadienses heridos en Afganistán guardan el silencio acerca de su salud física y mental, por temor a ser despedidos del ejército, según una investigación exclusiva de Radio Canadá.

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Algunos soldados son tratados como reclutas heridos en entrenamiento cuando son elegibles para la pensión militar completa. Un militar debe acumular 10 años de servicio para recibir una pensión completa, independientemente de si fue herido en combate o si se fracturó el tobillo durante un entrenamiento.

Sin embargo, Radio Canadá obtuvo información respecto a que desde el año 2009, 1.119 soldados liberados por razones médicas se vieron obligados a abandonar el ejército antes de completar sus 10 años de servicio. Fueron 161 en 2009, 221 en 2013.

De todos los soldados liberados por razones  médicas, cerca de 1 militar sobre 6  no recibió una pensión completa, sino una prestación de invalidez, una suma global recibida en un período de dos años. El resultado: algunos soldados deciden permanecer en silencio.

Confesiones de un exmilitar

Desde el año 2005, Walter Callaghan sentía que algo estaba mal. Bebía en exceso. «Hasta 100 copas por semana», dice. Depresión, abuso de alcohol y drogas contra el dolor y  conductas de riesgo.

«Yo estaba en el camino de la auto-destrucción. Tratando de matarme lentamente. «- Walter Callaghan

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Walter Callaghan recibió la Medalla del Jubileo de la Reina en 2013 por haber trabajado para defender los derechos de los veteranos. © RC

Especialista de la medicina de combate, el teniente Walter Callaghan fue responsable de la formación de  técnicos médicos en la Reserva de las Fuerzas Canadienses.

«Los jóvenes que yo había reclutado, entrenado y dirigido regresaron de Afganistán amputados, heridos física y mentalmente. Soldados que estaban bajo mi responsabilidad.   ¿Les he dado un buen consejo, una formación adecuada? Por qué no he sido capaz de protegerlos? Sentí que había fracasado. La culpa me atormentaba. Yo estaba pensando más y más en el suicidio. »

Salvado por el general retirado Roméo Dallaire

Fue finalmente una reunión improvisada con el general retirado Romeo Dallaire la que le salvó la vida. «Nos cruzamos en una cena de recaudación de fondos. Nosotros no nos conocíamos. Le estreché la mano «, dice.

«El general Dallaire me miró a los ojos y me dijo:» Ven conmigo, tenemos que hablar». Con una sola mirada, vio todo mi sufrimiento interno. Reconoció en mí los mismos demonios que él mismo enfrentó. »

Hablaron durante 20 minutos. Unos días más tarde, Walter Callaghan accedió finalmente a buscar ayuda en salud mental. Pensó que era el primer paso hacia la recuperación. Pero, en realidad, era el comienzo de «tres años de infierno que me llevaron al final de mi carrera militar.»

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El senador liberal Romeo Dallaire, denuncia al médico jefe del ejército canadiense, que no reconoce ninguna relación entre la supuesta ola de suicidios entre el personal militar canadiense y su despliegue en el extranjero. © CBC

El principio del fin

«Cuando finalmente les confesé a mis superiores que yo tenía un problema de salud mental, me castigaron. Así es como me sentí. El ejército me retiró mi mando de mi pelotón. «- Walter Callaghan

«Fui transferido a tareas administrativas, con un escritorio y una computadora. Luego se convirtió en una situación  kafkiana. Un día me quitaron mi computadora. Más tarde, me quitaron mi silla y mi oficina. Se me pidió ponerme de pie en una esquina y esperar órdenes que nunca llegaron «, dice Walter Callaghan.

Además de su lesión por estrés operacional, Walter Callaghan sufría de una lesión en la espalda que se hizo durante un entrenamiento. Estos dos factores han hecho que ya no se cumpla una de las reglas de oro del soldado – de servir en cualquier lugar y en cualquier momento según las necesidades del ejército-  uno de los fundamentos del principio de la universalidad del servicio.

Universalidad de Servicio

El Ejército debe asegurar que los hombres y mujeres desplegados están física y psicológicamente aptos para ejercer sus funciones. Cuando los soldados heridos ya no cumplen con los criterios de universalidad del servicio, por lo general tienen un plazo medio de espera de seis meses a un año, el tiempo de pasar pruebas para ver si sus limitaciones son temporales o permanentes.

Este plazo podrá ampliarse hasta tres años para los casos complejos, como los de salud mental. Durante este período, algunos son reasignados a tareas administrativas en la Unidad inter-Ejército del Personal de Apoyo (IPSC), creada especialmente para dar trabajo temporal (a menudo administrativo) a los soldados heridos.

La idea detrás de la IPSC es buena, pero el éxito ha sido mitigado. «Sólo el 15% de los soldados vuelve a trabajar normalmente, otros son despedidos del ejército», dice Elaine Michaud, diputada del Nuevo Partido Democrático (NDP), quuien trabaja  en la comisión de Defensa Nacional. «¿No podríamos encontrar una manera de asignarlos a otras funciones dentro de las fuerzas armadas? Tenemos que revisar el concepto de universalidad del servicio, un concepto anticuado, para adaptarlo a la nueva realidad de los heridos de guerra. »

Sin 10 años, sin pensión

«Me dieron de alta del ejército, después de nueve años y seis meses de servicio. Estaba a punto de lograr mis 10 años, lo que me hubiera dado los mismos derechos que los veteranos. Con derecho a mi pensión completa. El derecho a retener mi rango y a identificarme como teniente retirado. Sin lograr mis 10 años, nada pensión completa, sin ninguna calificación. »

La afrenta principal para Walter Callaghan fue haber perdido su identificación militar. Pero para otros, el dinero asociado con una pensión completa (entre 600 a 800 dólares por mes para un cabo) puede pesar mucho en la balanza. Varios soldados admiten en privado que mantienen su estrés post-traumático en secreto, por miedo a ser liberados del ejército antes de llegar a esta etapa de 10 años. Radio-Canadá conoce una docena de casos de soldados que desafían actualmente su liberación por motivos médicos.

Según Walter Callaghan, la manera cómo él y otros soldados que sufren de estrés post-traumático son tratados «envía una fuerte señal a otros soldados: si usted busca ayuda para la salud mental, su carrera ha terminado. Nosotros no los vamos a tolerar más en el ejército, te tiran como un juguete roto. »

¿La pensión completa o la vida?

A pesar de su desventura, Walter Callaghan ve el otro lado de las cosas.  Se convirtió en un estudiante de doctorado en antropología en la Universidad de Toronto. Estudió el fenómeno del síndrome post-traumático. Y acaba de completar su tesis de maestría «Hombre  arriba! Hombre abajo!” sobre el estigma y la cultura del silencio en las Fuerzas.

A la juventud militar que está enfrentando el mismo dilema, les recomienda que tomen el toro por los cuernos y obtengan la ayuda que necesitan. «Si ustedes se guardan todo adentro, están firmando su sentencia de muerte. Muchos de nuestros compañeros eligieron este camino, optaron por quitarse la vida. Sí, puede que tu carrera se termine. Pero tu vida vale mucho más que eso. »

«Lo que te pasa, es normal. Esto no es un signo de debilidad. Es una señal de que has sido demasiado fuerte por mucho tiempo. El ejército debe encontrar una manera de poner fin a esas carreras  con honor y dignidad. »

 

Categorías: Política, Salud, Sociedad
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