Las alergias. Ah las alergias. No sé, pero pienso en mis años mozos en Barranquilla y a las vacaciones en la finca de mi abuelo y aparte de la alergia a la penicilina, no recuerdo haber sufrido nunca de ninguna otra alergia.
Y por tanto, la vegetación es lujuriante y la variedad de flores y frutas es casi infinita. El polen de los árboles y plantas en flor está siempre presente en el aire. Después viajé y por fin llegué a Canadá, donde he comenzado a ponerme viejo y en consecuencia, menos inmune a las alergias.
Una primavera, de visita en el Jardín Botánico de Montreal, de repente, me empezaron a arder los ojos brutalmente y empecé a estornudar y a sonarme la nariz, como si tuviera el peor de los catarros. Después esta situación se reprodujo anualmente, cada primavera y la única solución que quedaba para contrarrestarla eran los antihistamínicos.
Tengo que decir que mi situación no es única y que miles, por no decir millones de personas, sufren de la alergia al polen. ¿Pero por qué en un momento dado el organismo se desarregla y reacciona de esa forma cada primavera? El Dr. Philippe Begin, alergólogo en el Hospital Universitario de la Universidad de Montreal y en el Hospital para niños Sainte-Justine, explica.
EscucheEl Dr. Philippe Begin fue entrevistado por Philippe Desrosiers del programa Les éclaireurs de la radio francesa de Radio Canadá.
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