Extrait d'une publicité du chef conservateur Stephen Harper

Extracto de una publicidad del primer ministro de Canadá, Stephen Harper.

«Los avances del grupo armado Estado Islámico deberían inquietar a Stephen Harper»

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Tal es el título este martes de un editorial publicado por el periódico de mayor tiraje en Canadá, el Toronto Star.

El periódico destaca que a medida que los canadienses se preparan para unas elecciones federales, a los miembros del gobernante Partido Conservador sólo les queda rogar que la guerra contra el grupo Estado islámico no se deteriore más.

¿Cómo está yendo la campaña del presidente estadounidense Barack Obama de «degradar y destruir» al grupo armado Estado Islámico?, pregunta el editorial del Toronto Star.

Después de casi un año de bombardeos en Irak y Siria lanzados por una coalición encabezada por Estados Unidos, después de haber entrenado a las fuerzas iraquíes, después de apoyarse en las milicias amigas iraníes y después de tratar de movilizar a los combatientes tribales, para el ministro canadiense de Defensa, Jason Kenney, el resumen de la situación es claro: «No vamos a perder», dice él.

Si tal es el cuadro, el gobierno del primer ministro Stephen Harper tiene razón para sentirse nervioso a medida que se acercan las elecciones federales de octubre 2015. Dos de cada tres estadounidenses creen que la guerra va mal. Eso no augura nada bueno para el apoyo a esa guerra en Canadá.

Los canadienses están gastando más de 500 millones de dólares para combatir al grupo armado Estado islámico, y han enviado a tropas y tripulaciones hacia situaciones de peligro. A estas alturas las fuerzas yihadistas ya deberían haber sido seriamente debilitadas, y su territorio erosionado.

De hecho Harper felicitó a los 600 militares canadienses estacionados en Kuwait, encargados del mantenimiento de los aviones de guerra, por «hacer una diferencia» al ayudar a frenar la «capacidad de cometer actos de terror y derramar sangre» de parte de los yihadistas, además de la recuperación de territorio.
Sin embargo esta es una batalla cuesta arriba. Los avances de Canadá son difíciles de identificar en medio del humo de los combates, y cualquier victoria puede acabar siendo efímera. Recientemente, la perspectiva sobre el conflicto ha cambiado. En lugar de derrotar a los combatientes radicales, ahora se habla más bien de contener a los yihadistas y su califato de terror.

En todo caso, el Estado islámico y sus 20.000 combatientes son hoy una amenaza mayor para más personas en la región en comparación que hace un año. Y esto a pesar de los bombardeos en su contra.

La evidencia más reciente es ver cómo los yihadistas pusieron en fuga a las tropas iraquíes y tomaron el control de Ramadi, capital de provincia sunita cerca de Bagdad. Otro signo es la captura de la ciudad de Palmira, un lugar clave en Siria. Los yihadistas no parecen estar escapando. Ellos dominan una amplia franja de territorio que va desde Raqqa en Siria a través de Mosul y la región del Monte Sinjar en Irak, hasta alcanzar las ciudades de Baiji, Qaim y Faluya.

A pesar de los reveses sufridos por las fuerzas de Estado Islámico en Kobani en Siria y Tikrit en Irak, sus combatientes continúan sólidamente instalados en el terreno.

La caída de Ramadi, capital de corazón sunita de Irak, fue especialmente desmoralizadora. Esto le llevó al secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, a criticar públicamente a los militares iraquíes, señalando que aunque eran «enormemente superiores en número» frente a los yihadistas en Ramadi, los soldados iraquíes «no mostraron la voluntad de luchar.»

El general del ejército británico, Tim Cross, también señaló que «no hay un liderazgo fuerte» o cohesión en las filas iraquíes. Esto es de mal augurio, dice el editorial del Toronto Star.

Tal como lo señaló este periódico, tampoco hay un plan creíble para reparar un disfuncional gobierno iraquí liderado por los chiitas, para lograr la reconciliación con los sunitas descontentos, para desplegar las tropas y milicias necesarias para derrotar a los yihadistas y poner fin a la espantosa guerra civil en Siria.

En lugar de ello, Irak y Siria están fracturados en bloques sectarios, con los sunitas que se sienten alienados no sólo del régimen chiita en el poder en Irak, sino también del régimen sirio controlado por los alauitas. Los yihadistas sunitas se han aprovechado de esas fracturas para promover sus propios intereses.

El primer ministro canadiense Stephen Harper envió tropas canadienses hacia esa olla de escorpiones con un amplio apoyo público, a pesar de que la oposición en el Parlamento advirtió sobre la posibilidad de caer en la trampa de una guerra imposible de ganar.

Los conservadores esperan claramente obtener ganancias en las urnas por esa decisión. Todo lo que les queda es guardar la esperanza de que la situación no se deteriore hasta las elecciones. Esto porque la guerra no va bien, dice finalmente el editorial del periódico canadiense Toronto Star.

https://www.youtube.com/watch?v=Ea2hiAGgVoo

Categorías: Internacional, Política
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