La explotación de los recursos naturales ha sido señalada en reiteradas ocasiones como uno de los mayores responsables del calentamiento global y la consecuente degradación de nuestro medio ambiente.
En ese marco, la preservación de los escasos sitios del planeta en donde el hombre no ha puesto sus manos -y maquinarias-, es una prioridad.

En pocos días, a comienzos del mes de julio, la firma Shell tiene previsto el inicio de las tareas de exploración petrolífera en las costas del Ártico en Alaska.
Las Primeras Naciones en Canadá han alzado sus voces ante el riesgo que dicha iniciativa implica no sólo para sus tierras y la subsistencia de su población, sino para todos los habitantes de la región, quienes padecerán los efectos que el incremento de la circulación de navíos en la zona tendrá para el ecosistema.

Representantes de 6 tribus indígenas realizan una travesía a bordo del buque Esperanza, perteneciente a la organización ecologista Greenpeace, para impulsar la concientización del peligro que la industria petrolera representa en la zona y del riesgo latente de un desastre natural como ya se ha producido en otras partes del mundo.
Si bien los beneficios monetarios y la generación de puestos de trabajo que implicaría la explotación del petróleo del Ártico podría llevar alivio a la complicada situación económica de las naciones autóctonas, estas no consideran que se trate de un argumento válido para renunciar al cuidado de sus tierras y sus aguas.
Los detalles, en la entrevista de Luis Laborda con Diego Creimer, Responsable de Comunicación de Greenpeace en Canadá.

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