El presidente colombiano Juan Manuel Santos hizo un llamado, ante las autoridades mundiales encargadas de la lucha contra el narcotráfico y el consumo de drogas, para que se haga una “discusión rigurosa, basada en evidencias y no en prejuicios políticos e ideológicos, sobre los efectos positivos, negativos o neutros de la descriminalización o la regulación del consumo de drogas”.
En el marco de la XXXII Conferencia Internacional de Control de Drogas, el presidente Santos invitó a los participantes a abrir un debate sobre los nuevos enfoques en la lucha contra las drogas. Santos dijo que en la Asamblea Especial de Naciones Unidas sobre el tema de las drogas, que se realizará en el 2016, se debe dar una discusión alejada de los prejuicios sobre los resultados del curso que se ha seguido en las últimas décadas en la lucha contra el narcotráfico.
Ante los delegados internacionales, Juan Manuel Santos dijo que Colombia no actuará unilateralmente, puesto que “el problema de las drogas es global y la aplicación de un nuevo enfoque para enfrentarlo debe ser fruto de un consenso igualmente global”.

El presidente colombiano está determinado en suspender la utilización del glifosato como punta de lanza en la estrategia antinarcóticos. Lo cual no significa que se esté “bajando la guardia” frente a los cultivos ilegales sino un cambio de énfasis en su lucha. La idea es de incrementar la erradicación manual y una estrategia de sustitución de cultivos “que el país nunca ha tenido”.
Santos dijo que la lucha contra el crimen organizado debe continuar y solicitó más esfuerzos de los países desarrollados para controlar los insumos y sobre todo, el dinero de los narcos en sistema financiero internacional.
William Brown, Secretario adjunto de la Oficina de Asuntos Narcóticos Internacionales de Estados Unidos, reaccionó afirmando que aunque la lucha contra las drogas no se ha ganado, sería “un sinsentido” pretender que haya fracasado. Según él, en el debate sobre el futuro de la estrategia de lucha contra las drogas, los extremos no son buenos. “En un gran debate de esta naturaleza los extremos son viciosos y la solución está en un punto medio”, dice Brown.
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