Cuando siendo muy pequeña, sus padres la llevaron de Canadá a España, ella no sospechaba que en ese cambio se definiría su futuro.

Foto: Karolina Kuras
A los 5 años de edad vio por primera vez un ballet. El Lago de los Cisnes la trasladó a un mundo mágico, del que inmediatamente supo que quería formar parte y, tras convencer a sus padres, comenzó a tomar clases.
Las horas de riguroso entrenamiento y preparación física dieron sus frutos.
A los 17 años le propusieron seguir perfeccionándose y una de las ofertas la trajo de vuelta a suelo canadiense y a su Toronto natal.
Siendo adolescente, se integró a la compañía del Ballet Nacional de Canadá, donde poco tardaron en reconocer sus dotes y su inquebrantable decisión.
Bailarina y madre al mismo tiempo, confiesa que a veces se siente invencible.
Por estos días, ha vuelto a recibir el aplauso de público y crítica, por su desempeño en La Bella Durmiente.
Es Sonia Rodríguez, primera bailarina del Ballet Nacional de Canadá, en diálogo con Luis Laborda.
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