Un estudio difundido esta semana por el Centro Canadiense de Políticas Alternativas, sostiene que la ciudad de Victoria, capital de Columbia Británica, en la costa oeste canadiense, es el mejor lugar del país para las mujeres.
Entre las variables tenidas en cuenta para la investigación figuran tópicos como seguridad económica, liderazgo, nivel de educación, salud y la seguridad personal de las mujeres.
Contrariamente a lo que parece ser una concepción generalizada, la de Canadá como país igualitario por excelencia, persisten aquí brechas importantes a la hora de analizar la situación de hombres y mujeres.
Algunas de las diferencias más llamativas que se detallan son la disparidad salarial, que ronda el 20 por ciento en detrimento de las mujeres, y un desigual acceso a la educación.
Además, no todas las provincias ofrecen un servicio de guardería infantil de calidad y a precios razonables, con lo que muchas mujeres, aún en la actualidad, se siguen debatiendo entre cuidar a sus hijos o proseguir su marcha en el mercado laboral.
La situación se agrava en el caso de las mujeres provenientes de las Primeras Naciones e inmigrantes, en el caso de estas últimas, con el agravante de que no sólo ellas pierden oportunidades, sino que el país se priva del talento y la experiencia que adquirieron en sus países de origen.
Por último, la sindicalización laboral se revela como herramienta eficaz de igualdad; las mujeres afiliadas a un sindicato son mejor remuneradas que las que no lo están.
Lynne Fernández, economista del Centro Canadiense de Políticas Alternativas, comenta el informe en diálogo con Luis Laborda.
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