Cuando pensamos en reducir las emisiones de gases con efecto invernadero, hay que pensar también en hacer una mejor gestión de los recursos alimentarios. Vancouver, una ciudad de la provincia de Columbia Británica, al oeste de Canadá, ha sido siempre un líder en este campo con respecto al resto del país. Sin embargo, lo logrado hasta ahora no es suficiente.
El desperdicio de alimentos sigue siendo un flagelo. Es por eso que esa metrópolis tomó las medidas necesarias para frenarlo. Desde 2015, la ciudad estableció un reglamento que obliga a la población a convertir los desechos orgánicos en abono. Quien no respecte esta regla recibirá una multa.
Vancouver quiere ser la ciudad más “verde”, la más amiga del medio ambiente de todo Canadá, en menos de 5 años.
Para lograrlo, las personas implicadas de todos los sectores sociales, han creado un grupo de medidas, una de las más importantes es la reducción de los desperdicios de alimentos.
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