Si Canadá decidiera no vender armas a Arabia Saudita por razones morales, eso sería una decisión muy legítima, pero no tendría influencia en Arabia Saudita. Arabia Saudita es un sistema muy cerrado, un sistema muy autoritario, muy poco receptivo a la influencia externa, especialmente de un país pequeño como Canadá. Hubo instancias donde Arabia Saudita cambió ligeramente las políticas, sobre todo en casos aislados, bajo la presión de una campaña concertada a nivel internacional, pero por nuestra cuenta, realmente no tenemos ninguna influencia en el país. -Thomas Juneau, politólogo de la Universidad.
Ya se trate de las 47 ejecuciones en Arabia Saudita el sábado, incluyendo la del clérigo chiita Nimr al Nimr, o el encarcelamiento del bloguero Raif Badawi, el gobierno canadiense debe lidiar a menudo entre su intención de hacer la promoción de los derechos humanos y el mantenimiento de las relaciones comerciales con este país exportador de petróleo.
Esta vez le toca al nuevo gobierno liberal de tratar esta forma particular de diplomacia.
Durante la campaña electoral, el primer ministro Justin Trudeau anunció que no iba a suspender la venta de vehículos blindados ligeros a Arabia Saudita producidos por una compañía de Ontario, General Dynamics. Se trata de un contrato de 15 mil millones de dólares, firmado con gran pompa bajo el gobierno conservador en 2014.

De paso por un programa televisivo en Quebec en el otoño pasado, Justin Trudeau minimizó incluso el alcance de ese contrato, diciendo que no se trataba de «armas, sino de jeeps».
Sin embargo, se comprometió a revisar la manera de cómo se hacen los negocios con Arabia Saudita. «Vamos a estar mucho más atento a las ventas de productos a los países que no tienen los mismos valores que nosotros en materia de derechos y libertades», dijo el Primer Ministro.
No ofender a un aliado
Pero la relación comercial entre Canadá y Arabia Saudita no se limita a los vehículos blindados. En 2012 y 2013, por ejemplo, Arabia Saudita fue el primer comprador de equipo militar canadiense, gastando más de 575 millones de dólares en total.
Y aunque en general Riad no es un importante socio comercial, Ottawa prefiere no ofender a este aliado bastante estable en el Medio Oriente.
«Hubo un cálculo cínico, donde nos damos cuenta de que, porque no tenemos la capacidad para cambiar a Arabia Saudita, mejor entonces tratar de mantener relaciones funcionales», dijo Thomas Juneau, politólogo de la Universidad de Ottawa.
A pesar del contrato de 15 mil millones de dólares, el gobierno de Trudeau se ha comprometido a firmar el Tratado Internacional del Comercio de Armas. Este acuerdo en particular impone a sus miembros evaluar si sus exportaciones de armas pueden contribuir a violar los derechos humanos.
RCI con informaciones de Raphael Bouvier-Auclair de Radio Canadá.
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