Tras casi una década de políticas restrictivas de parte del gobierno del conservador Stephen Harper en materia de inmigración, el nuevo gobierno Liberal en Canadá está revisando algunas de las decisiones más controvertidas del antiguo régimen, como el quitar la ciudadanía a los canadienses con doble ciudadanía en casos de violación de las leyes.
El caso de los migrantes detenidos en Canadá fue un tema abordado en las páginas de opinión del periódico canadiense de mayor tiraje, el Toronto Star.
En un artículo de opinión escrito por Michaela Beder y Rachel Kronick, dos psiquiatras especializadas en salud mental, ellas señalan que en los últimos 10 años más de 80.000 migrantes fueron encarcelados en Canadá sin cargo alguno y se han documentado casos de muertes bajo detención, en particular el suicidio de la migrante mexicana Lucía Vega Jiménez.
El artículo presenta el ejemplo de un muchacho sirio de 16 años, Mohammed, a quien sus padres ayudaron a huir a Canadá. Ellos ni se imaginaban que su hijo acabaría en un centro de detención de inmigrantes, y mucho menos que permanecería incomunicado durante tres semanas. Pero esa es la forma en la que la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá trata a los jóvenes que llegan a las fronteras, solos y vulnerables.
La familia de Mohammed escapó de Siria a Egipto. Cuando al permiso de Mohammed expiró, en lugar de arriesgarse a la expulsión de su hijo hacia Siria, sus padres hicieron lo que cualquier madre o padre haría para tratar de proteger a su hijo. Le ayudaron a Mohammed a viajar a Estados Unidos para que se presente en la frontera canadiense y pida refugio.
Los menores de edad no acompañados pueden pedir refugio en Canadá, incluso si han llegado a través de Estados Unidos. En el caso de Mohammed, debido a un tecnicismo, el oficial de la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá consideró que el menor sirio no podía reclamar la condición de refugiado, y lo envío a un centro de detención de migrantes.
Ojalá fuera el caso de Mohammed un caso excepcional, dice el artículo en el Toronto Star. Lo cierto es que cada año cientos de niños migrantes y refugiados inocentes acaban en los centros de detención de migrantes en Canadá, junto a miles de adultos.
Bebés, niños y adolescentes se encuentran detenidos en Montreal y Toronto en lo que esencialmente son cárceles de mediana seguridad, rodeados de altas vallas de alambre de púas y guardias de seguridad. En esas cárceles se les niega a los niños acudir a la escuela, son sometidos a horarios rígidos, son perversamente abandonados a la falta de estímulo intelectual, y acaban viviendo en un clima de temor e incertidumbre.
Le llaman a este tipo de detención «administrativa». Sin que pese un cargo criminal o una condena, los migrantes son encarcelados supuestamente para prevenir que falten a una cita con el Departamento de inmigración, o porque sus documentos de identificación están siendo procesados. Todos estos niños y adultos, muchos de los cuales han huido de sus hogares tras experiencias traumáticas, no han cometido ningún crimen. Y, sin embargo, están presos.
Como investigadoras médicas, dicen las autoras del artículo en el Toronto Star, hemos visto de primera mano las consecuencias perjudiciales de la detención de inmigrantes. Los adultos desarrollan problemas psiquiátricos, incluso si han sido detenidos sólo por unas pocas semanas. Caen en la depresión, la ansiedad y muy a menudo aquellos que han enfrentado la guerra, la violencia, la pérdida de miembros de la familia y la persecución, acaban re-traumatizados, desarrollando el síndrome de estrés post-traumático.
Los niños son aún más vulnerables. Hemos observado casos de niños sanos que tras ser detenidos su salud comienza a deteriorarse. En un estudio la mayoría de los niños tenía problemas para dormir, algunos dejaron de hablar, muchos dejaron de comer, otros desarrollaron problemas de conducta, sufriendo la ansiedad de la separación y mostrando signos de trauma.
Mohammed, solo y con apenas 16 años, sufrió esto y más. Bajo orden de los responsables del centro de detención, Mohammed fue puesto en aislamiento solitario y obligado a vivir, comer y dormir en una habitación individual. Se le negó la educación, y para la recreación era enviado a un patio, solo, por un corto lapso, con una pelota de baloncesto. Someter a un joven traumatizado a mayores privaciones, al aislamiento y la incertidumbre, no sólo es malo para su salud mental, es también una crueldad y una violación de sus derechos, dice el artículo en el Toronto Star.
La detención de inmigrantes, sin cargo criminal o condena, es parte de un cuadro más amplio. Bajo el anterior gobierno conservador, los caminos de la inmigración se hicieron más restrictivos. En un período de 10 años, más de 80.000 migrantes fueron encarcelados sin cargos y se han documentado casos de muertes ocurridas en detención, en particular el suicidio de Lucía Vega Jiménez, un migrante mexicana.
Canadá fue condenado en la arena internacional por sus prácticas de detención, incluyendo un informe de la ONU en 2015 que criticaba los casos de detención indefinida y la falta de apoyo a los detenidos con problemas de salud mental.
En todo el mundo, la gente está pidiendo el fin de la detención de inmigrantes. En julio pasado, un juez federal en Estados Unidos dictaminó que la detención de niños y sus madres es una violación, y que las familias deberían ser liberadas.
En Australia, los propios médicos de las fuerzas de control fronterizo señalaron que los centros de detención de inmigrantes «no son el lugar correcto» para los niños traumatizados. El gobierno británico se comprometió a poner fin a la práctica de la detención de niños en 2010. Y en Ontario, en 2013, unos 191 inmigrantes detenidos iniciaron una huelga de hambre para denunciar las injustas condiciones de su detención.
La investigación médica es clara: la detención conduce a un deterioro de la salud mental en las personas que son ya muy vulnerables. Como médicos, dicen las autoras del artículo, nuestro primer objetivo es no hacer daño. Estamos viendo la forma en que las políticas de detención de inmigrantes están causando daño a los niños y a los más vulnerables entre nosotros.
En un momento en que los canadienses han abierto sus brazos para recibir y proteger a las familias sirias, no podemos ignorar las prácticas que se están aplicando tras las rejas, lejos de las generosas bienvenidas y las cámaras de televisión.
Debemos insistir en que nuestro gobierno ponga fin a la detención de los niños inmigrantes, de sus padres, y de los adultos vulnerables, antes de que se les haga más daño. Nadie debería sufrir lo que Mohammed tuvo que soportar, dicen finalmente las psiquiatras Michaela Beder y Rachel Kronick, en las páginas del periódico canadiense Toronto Star.
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