Los británicos darán forma al futuro del Reino Unido y de Europa este próximo jueves, cuando decidan mediante votación si continuarán siendo parte o no de la Unión Europea tras una campaña que mostró el rostro violento del ultranacionalismo y la xenofobia.
La votación se llevará a cabo una semana después del asesinato de Jo Cox, una diputada que apoyaba la permanencia del Reino Unido dentro la Unión Europea.
Cualquiera que sea el resultado, el referendo podría obligar a la UE a repensar cómo gobierna a sus 500 millones de ciudadanos y podría tener repercusiones de largo alcance para la futura configuración del grupo de países occidentales industrializados y ricos.
Aliados como el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la canciller alemana, Angela Merkel, pidieron al Reino Unido que permanezca en el bloque. Para ellos, esa unión le ha dado a Europa décadas de prosperidad tras siglos de guerras y matanzas.
Inversores, presidentes ejecutivos y banqueros centrales se están preparando para los que podrían ser los momentos de mayor volatilidad en los mercados financieros desde el colapso de la firma Lehman Brothers el 2008.
El primer ministro, David Cameron, que prometió el referendo en 2013 presionado por diputados euroescépticos de su propio partido, ha mezclado una retórica sobre la historia de esta isla-nación y advertencias directas sobre los costos y los peligros de un ‘Brexit’, la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
«Este referendo se ha convertido ahora en un punto de inflexión para nuestro país», dijo Cameron en la reanudación de la campaña tras una suspensión de dos días y medio por el asesinato de la diputada laborista Jo Cox.
«Si nos vamos no hay vuelta atrás», agregó Cameron, advirtiendo que sería «una humillación abyecta y autoimpuesta» que dejaría «un país permanentemente más pobre en todos los sentidos».
El asesinato dela diputada laborista Jo Cox, de 41 años, madre de dos niños pequeños y ferviente defensora de la permanencia en la UE, conmocionó a los británicos.conmocionó a los británicos y cambió de forma abrupta el tono de la cáustica campaña, que polarizó al país.
Ambas facciones se acusan de mentir al público y los críticos creen que el debate tomó un giro negativo ante los discursos de desastre económico si se abandona la UE y la dificultad de frenar la inmigración ocasionada por permanecer en esta misma Unión Europea.
Testigos del ataque contra Cox dijeron que el acusado, Thomas Mair, de 52 años, dijo «Gran Bretaña primero, mantengan a Gran Bretaña independiente, Gran Bretaña siempre va primero». Estos comentarios se sumaron a las especulaciones de que el crimen tuvo una motivación política, convirtiéndolo en un momento potencialmente definitorio del referendo.
La votación se llevará a cabo este 23 de junio. Los resultados se conocerán al día siguiente.
Los sondeos mostraron el estado volátil de la opinión pública británica, con la opción de la permanencia en la UE a la cabeza durante la mayor parte del proceso y un avance de última hora de los partidarios de la salida, antes de la muerte de Cox.
La decisión de abandonar la UE podría generar turbulencias en los mercados cambiarios, de acciones y bonos. También ocasionaría una crisis política en el Reino Unido y fragmentaría el orden europeo gestado tras la Guerra Fría.
La UE tendría que lidiar con la salida de su segunda mayor economía, que representa 2,9 billones de su Producto Interno Bruto, la única capital financiera europea que rivaliza con Nueva York y una de sus dos única potencias nucleares, mientras que la economía británica podría estancarse.
Un voto por la permanencia en la UE podría aumentar el valor de la libra y dar alivio a las capitales occidentales, pero dejaría a un Reino Unido, y al gobernante Partido Conservador de Cameron, profundamente divididos.
Más allá de las costas británicas, una salida significaría una grave amenaza a la integración europea.
Aunque la caída del Muro de Berlín en 1989 y el colapso de la Unión Soviética en 1991 animaron la integración tras el fin de la Guerra Fría, un ‘Brexit’ podría agitar a una unión que enfrenta diferencias entre sus miembros sobre los refugiados y la inmigración, el futuro de la zona euro y la relación con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Desde que se anunció el referendo, compañías como BP y Rolls-Royce, al igual que sus aliados internacionales, advirtieron de los riesgos de irse. Algunos líderes británicos se preguntan, incluso, qué clase de Reino Unido quedaría.
Washington dejó claro que Alemania sería su principal aliado en Europa si triunfa el ‘Brexit’. En su mayor intervención sobre los asuntos internos de un aliado de Europa Occidental desde la Guerra Fría, Obama advirtió en abril que Reino Unido estaría «al final de la fila» para un acuerdo comercial con Estados Unidos si los británicos abandonan la Unión Europea.
Los proponentes de la salida de la UE creen que estas voces de alarma de las grandes corporaciones y líderes de otros países más bien alimentan el sentimiento contra el orden establecido, cuyo vigor ha aumentado desde la crisis financiera de 2008, que comenzó en Estados Unidos.
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