En Canadá el primero de julio se celebra el día nacional. Los y las canadienses de un océano al otro y en el mundo manifiestan su orgullo con respecto a su historia, su cultura y sus realizaciones. Es un día de fiesta en el que se realizan numerosas actividades en todo el país desde 1868.
Para otros es el momento de recordar, rendir tributo y homenaje a los que cayeron en la guerra, como es el caso en Terranova, donde el primero de julio coincide este año con el aniversario de la batalla de Beaumont-Hamel. Y este año es todavía más particular en las celebraciones porque coincide además con el centenario de dicha batalla.
El primero de julio de 1916, en el marco de la Primera Guerra Mundial, se llevó a cabo la batalla de Beaumont-Hamel, Francia, y ese día, el Regimiento de Terranova sufrió las pérdidas más pesadas de toda su historia. Más de 700 de los 800 combatientes canadienses que formaban parte del batallón perdieron la vida o resultaron heridos en esa batalla.

Hoy, los hijos de un soldado de la península de Port-au-Port, cuentan ese día negro de la historia de Terranova. Eugène Cornect, cayó herido en el campo de batalla. Su hija Marina, tiene dificultad en imaginarse todo lo que sufrió su padre. Sobretodo que él casi nunca contó sus recuerdos de guerra.
El joven Eugène era un pescador y cuando no pescaba cultivaba la tierra. Él trabajaba la tierra cuando militares lo convencieron que formara parte del Regimiento de Terranova. El joven se embarcó hacia Europa a bordo del navío de guerra SS Florizel, el 3 de octubre de 1914, tenía 21 años y llevaba el número 429.

Su hijo Robert Cornect, él mismo veterano de la Guerra de Corea, dice que finalmente su padre no tenía otra alternativa. En aquella época “era el tercer mundo en la península de Port-au-Port y no teníamos ni siquiera arroz”, se recuerda Robert. Y en el ejército se triplicó su sueldo pasando de uno a tres dólares diarios.
Llegó a Escocia y el 20 de septiembre de 1915 tomaron la ruta de Gallipoli, Turquía, donde comenzaron sus primeros combates. Allí cayeron los primeros soldados de Terranova.
Los meses pasaron, el clima es hostil, las condiciones en las trincheras son difíciles y cada vez hay más ratas. Eugène, como muchos otros de sus compatriotas, se enfermó de disentería, enfermedad frecuente cuando las condiciones sanitarias son malas. Después le dio Malaria.

Al cabo de varias hospitalizaciones en Alejandría y Londres, fue enviado nuevamente a Francia, donde la guerra se eterniza en el norte del país.
La batalla de la Somme se prepara y Eugène Cornect está de regreso en las trincheras con el Regimiento de Terranova. Cuando se dirigía hacia Beaumont-Hamel, él no sabía en qué infierno se estaba metiendo y que la mayoría de sus colegas de armas iban a morir ese día.
RCI/Radio Canadá/Philippe Grenier
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