Un estudio de Harvard en 1960 puso en duda el papel del azúcar en la enfermedad cardíaca, responsabilizando sólo a la grasa.
La industria azucarera ha tratado de ocultar los efectos de sus productos sobre la salud mediante el pago a científicos para que pongan en duda algunas investigaciones. Esto según documentos internos que fueron publicados esta semana en el JAMA de la Asociación Médica Americana. El análisis publicado el lunes se basa en la correspondencia entre un grupo de la industria del azúcar y los investigadores de la Universidad de Harvard, y es el ejemplo más reciente que muestra cómo los fabricantes de alimentos y bebidas intentan modelar la comprensión pública de la nutrición.
La canadiense Michèle Hozer, directora del documental Sugar Coated, encuentra una semejanza entre el accionar de la industria del azúcar y la del tabaco.
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En los años 60, y por una cantidad equivalente a 43.500 euros actuales, tres investigadores de la Universidad de Harvard publicaron un influyente artículo científico en el que acusaban a las grasas saturadas y eximían al azúcar del aumento de las enfermedades cardiovasculares. Tras la publicación de aquel artículo, las recomendaciones dietéticas para cuidar el corazón se centraron en reducir las grasas saturadas de la dieta y obviaron el papel del azúcar.
“Somos muy conscientes de su interés particular en los carbohidratos y lo trataremos tan bien como podamos”, escribió Mark Hegsted, uno de los autores del artículo, a la Fundación para la Investigación del Azúcar de EE.UU., que le pagó por aquel trabajo.
“Déjeme asegurarle que esto se parece bastante a lo que teníamos en mente y que estamos impacientes por verlo publicado”, le contestó John Hickson, vicepresidente de la fundación de la industria azucarera, cuando Hegsted le enseñó el artículo antes de enviarlo a la revista The New England Journal of Medicine.
Los hechos se remontan a 1967, pero siguen siendo relevantes en la actualidad porque desenmascaran la estrategia de la industria alimentaria de tergiversar los datos científicos, porque muestran los puntos vulnerables de la comunidad científica ante esta estrategia y porque el debate sobre la influencia de los azúcares y de las grasas saturadas en las enfermedades cardiovasculares sigue abierto.
Por ejemplo, los investigadores de Harvard, para llegar a su conclusión, pusieron el énfasis en estudios que relacionaban las enfermedades cardiovasculares con las grasas saturadas y pasaron por alto aquellos que las relacionaban con el azúcar. Utilizaron la artimaña de considerar significativos sólo los niveles de colesterol –que están relacionados con las grasas– y no los de triglicéridos –que hubieran podido desenmascarar el azúcar–. Y no citaron que habían recibido fondos de la Fundación para la Investigación del Azúcar.
Para la canadiense Michèle Hozer, directora del documental Sugar Coated, esta noticia no fue una sorpresa.
Esta industria utiliza la misma estrategia que las empresas tabacaleras, dice Michèle Hozer. En ausencia de suficiente investigación para demostrar la nocividad del azúcar, la industria azucarera norteamericana ha conseguido su objetivo, el de desviar la atención.
La influencia de la industria en las políticas públicas

Al tratar de ocultar los efectos del azúcar sobre la salud, acusando sobre todo a la grasa, la industria azucarera ha influido en las políticas de salud pública, indica Jozer. Mediante la financiación de la investigación científica, las consecuencias en la salud pública fueron importantes, sobre todo en las tasas de obesidad, en las enfermedades del corazón y la diabetes, que están en alza desde hace décadas, dice Michele Jozer.
Ellos intentaron buscar profesores de Harvard para que escriban artículos que pongan en duda la investigación sobre el azúcar. Solo el hecho de poner en duda hace perder valor a investigaciones diferentes y se miran a otras cosas que causan problemas de salud.
En este caso, la grasa fue acusada de ser la responsable de todos tipos de problemas para la salud. Con eso, la industria del azúcar logró su objetivo dice sin duda la cineasta canadiense.
Exactamente. Y en los años 60 y 70 tenía mucho más valor que viniera de un departamento de Harvard que de investigaciones de otros científicos.
Paralelo entre la industria del azúcar y la del tabaco
La comparación entre la industria del tabaco y la del azúcar es la estrategia de tratar de desviar los efectos de sus productos sobre la salud. Y como la industria del tabaco de la época solía decir que no hay problema, se puede fumar, no tenemos todavía las investigaciones necesarias para decir que el azúcar no es bueno para nosotros. La industria del azúcar utiliza la misma estrategia. Ella dice: no tenemos suficiente información para decir que el azúcar es nociva para nosotros.
El hecho de que la industria del azúcar haya pagado a investigadores tuvo un impacto sobre las políticas públicas sobre la manera en que las sociedades consideran el azúcar.
Como resultado, las autoridades sanitarias han instado a la población a reducir la ingesta de grasas, lo que ha llevado a mucha gente a consumir productos bajos en este nutriente, pero repletos de azúcar; algo que, según muchos científicos, disparó la obesidad.

Se impusieron límites al consumo de grasa pero nunca se hizo lo mismo con el azúcar.
Hoy sabemos que los carbohidratos –y especialmente las bebidas azucaradas– son un importante factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular, tan importante al menos como las grasas saturadas.
Tal vez esta nueva información lleve a tomar más consciencia sobre la necesidad de reducir el azúcar para el bien de la salud.
RCI con información de CBC/ Associated Press/Internet
La entrevista a Michèle Hozer, directora del documental Sugar Coated, fue realizara por Annie Desrochers de Radio Canadá.
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