«La ciencia está comenzando a utilizarse para corroborar básicamente lo que hemos estado diciendo todo el tiempo«.
-Barbara Petzelt, arqueóloga de la Primera Nación Metlakatla, una de las investigadoras del estudio, Universidad de Alberta.
A través de la historia, las sociedades aborígenes en Canadá han confiado en su transmisión oral de leyendas, lecciones, mitos y textos sagrados, así como armonías musicales, códigos éticos y morales y otros conocimientos, para mantener un registro histórico y apoyar sus culturas e identidades.
El problema es que el discurso occidental ha dado prioridad a la palabra escrita como la forma dominante de preservación de la historia y hasta hace poco, los occidentales generalmente han considerado a las sociedades orales como pueblos sin historia.La larga historia de los pueblos de las Primeras Naciones no es algo que se pueda encontrar en los libros.
Ellas registran y documentan sus historias de formas complejas y sofisticadas, que incluyen prácticas como el baile y el tambor. Aunque la mayoría de las sociedades orales han adoptado la palabra escrita como una herramienta de documentación, expresión y comunicación, muchas todavía dependen de las tradiciones orales y valoran mucho la transmisión oral del conocimiento como un aspecto intrínseco de sus culturas y sociedades.
La ciencia empieza a confiar en las tradiciones orales
Y la ciencia finalmente está incursionando en las tradiciones orales y está demostrando que los hechos detrás de esas historias no deben ser dejados de lado.
Recientemente, un estudio publicado en la revista Nature Communications vinculó los genomas de 25 pueblos indígenas, que vivieron entre 1.000 a 6.000 años, con 25 descendientes en Lax Kw’alaams y Metlakatla First Nation en la provincia de Columbia Británica.
El ADN antiguo fue tomado de los sitios arqueológicos en el área de Príncipe Rupert de Columbia Británica que contienen restos humanos. Los investigadores concluyeron que los genomas de los descendientes fueron alterados como resultado de la colonización europea, haciéndolos más resistentes a los virus occidentales.
Sin embargo, el otro resultado del estudio de ADN fue la confirmación de que la primera nación Metlakatla ha estado en la región durante miles de años, algo que los Metlakatla han afirmado durante mucho tiempo a través de la tradición oral.
Los investigadores también encontraron que hace aproximadamente 175 años atrás, la población de Coast Tsimshian en la región se había reducido tanto como en un 57 por ciento. Esto coincide con la colonización y la propagación de enfermedades como la viruela, cuyos relatos también han sido transmitidos en la tradición oral de las Primeras Naciones.
«La ciencia está comenzando a utilizarse para corroborar básicamente lo que hemos estado diciendo todo el tiempo»,.
-Barbara Petzelt, arqueóloga de la Primera Nación Metlakatla, una de las investigadoras del estudio.
Un esfuerzo de colaboración
Según la Universidad de Columbia británica, es probable que los informes históricos de las Primeras Naciones cambien ligeramente con cada recuento que se hace a través del tiempo. Sin embargo, los hechos básicos se enfrentarían a una «revisión de pares» por los miembros. Los pequeños cambios ocurren como un método para que el narrador traiga su propio contexto a la historia. Esto ayuda a dar una sensación más amplia a la historia con múltiples perspectivas.
«Los matices evidentes en distintas versiones de una historia específica representan una comprensión más amplia de los eventos y de las diversas formas en que la gente los ha interiorizado», escribe la investigadora de la Universidad de Columbia Británica, Erin Hanson.
Hay muchas otras historias de convergencia de cuentos orales de ciencia y de las Primeras Naciones. En 2014, otro estudio publicado en la revista Science concluyó que los Inuit no fueron los primeros en establecerse en el Ártico. En cambio, fueron los Paleo-Esquimales, llamados Tunit, quienes viajaron desde Siberia. Este «descubrimiento» no era nuevo para los Inuit: su tradición oral hablaba de un pueblo tímido que huía cuando alguien se aproximaba.
«Sin duda en el futuro prestaría mucha más atención a las tradiciones orales entre los pueblos indígenas, ya que realmente podrían guiarnos a entender dónde están los problemas interesantes para ser investigados científicamente», le dijo Eske Willerslev, uno de los autores del estudio a CBC.T
Tradiciones orales de las Primeras Naciones que han ayudado a corroborar los desastres naturales y accidentes.
Las historias colectivas de eventos importantes son contadas desde hace mucho tiempo por los ancianos a las generaciones más jóvenes, perpetuando una rica tradición oral. Estas historias, contadas con frecuencia, garantizan el mantenimiento de una versión a menudo sorprendentemente precisa de eventos que ocurrieron hace décadas.
Un ejemplo es un terremoto que sacudió la costa oeste en 1700. La historia, compartida por las Primeras Naciones habla de un terremoto nocturno que destruyó hogares, matando a muchos a lo largo de la costa oeste de Canadá y Estados Unidos. Los científicos usaron relatos orales como evidencia y un método para categorizar el terremoto masivo, que se estimó entre 8,7 y 9,2. La evidencia de un tsunami asociado con el terremoto se conoce desde hace unos 25 años.
Otro ejemplo y reciente, la tradición oral de los Inuit ha permitido mantener una valiosa información en los últimos años que llevó a encontrar en 2014 la ubicación exacta del hundimiento del buque de la expedición del explorador John Franklin, a mediados del siglo 19.
La colaboración entre la ciencia y la historia oral es fundamental
Si bien es importante la convergencia de la ciencia y la historia oral, Kimberley TallBear, profesora asociada de los Native Studies de la Universidad de Alberta, dice que es importante que tales investigaciones sean un esfuerzo colaborativo.
A ella le preocupa que la cultura occidental siempre haya dominado a la de las Primeras Naciones y que pueda hacerlo de nuevo.
«Creo que es bueno, y creo que es un progreso», dijo TallBear. «Pero el conocimiento occidental es privilegiado por sobre el conocimiento indígena».
Lo que se necesita, dijo TallBear, es que más pueblos indígenas trabajen como científicos.
Petzelt dijo que es bueno tener la historia de la gente de las Primeras Naciones compartida ampliamente y ella espera que continúe.
«Es bueno explicarlo de una manera que la cultura occidental pueda entender», dijo Petzelt.
EscucheLa división entre historia oral y escrita es un concepto erróneo. La escritura y la oralidad no se excluyen entre sí; sino que son complementarias. Cada método tiene fortalezas que dependen en gran medida de las situaciones en que se lo utiliza. También muestran similitudes. Como dijo el historiador Naxaxahtls’i Stó: lō «El mundo académico y el proceso de historia oral comparten un importante principio común: contribuyen al conocimiento construyendo sobre lo que se conoce y recordando que el aprendizaje es un búsqueda de por vida».
RCI/CBC/Universidad de Columbia Británica
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