Carmen Rodríguez en Chile, años 70

La pasión por la justicia social

Creo que uno de los desafíos que he tenido en esta vida es cómo incluir esta pasión por la justicia social en todo lo que hago. Para mí todo está integrado. Todo es parte de lo mismo, de esa misma búsqueda, del mismo objetivo que es la justicia social.

-Carmen Rodríguez, escritora

Educación popular, escritura, transformación de la sociedad, militancia, exilio, Vancouver, Primeras Naciones, y un objetivo central de vida: trabajar en pos de la justicia social. Eso se desprende, como hojas de un árbol en el otoño canadiense, de la historia de esta chilena-canadiense a la que no le falta mucho para llegar al medio siglo de vida en su patria adoptiva.  Y quien, apesar de los obstáculos que tuvo que sortear en todos esos años aquí y allá,  sigue mirando su vida con optimismo y alegría.

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Huelga de hambre en solidaridad con los familiares de los detenidos políticos desaparecidos en Chile, Vancouver, 1978.

Carmen Rodríguez fue militante política en Chile, hasta los 25 años. Partió al exilio cuando el golpe de 1973. Llegó, como muchos de sus compatriotas, a Canadá, en esos años 70.

Ya va para el medio siglo, mucho más que en su tierra natal.

Hoy habla de su nuevo libro que está madurando, de un proyecto cultural muy importante en Vancouver, de su residencia en literatura, de su experiencia con las Primeras Naciones, y de la influencia que ejercieron en su vida sus padres.

«Creo que uno de los desafíos que he tenido en esta vida es cómo incluir esta pasión por la justicia social en todo lo que hago. Para mí todo está integrado. Todo es parte de lo mismo, de esa misma búsqueda, del mismo objetivo que es la justicia social».

Conjunto chileno “Cormorán”, Vancouver, 1975.

Carmen cree que no verá en lo que le queda de vida, un mundo donde reine la justicia social total.  Pero señala que todos los caminos que conducen hacia ella están abiertos para trabajar con ese objetivo. “Yo no la voy a ver, pero quizás en algunas generaciones más se pueda, por lo menos ir sembrando esas semillas que vayan despertando en otros también esa sed por la justicia social y que vayan propagándose para que finalmente, aunque sea a nivel micro, vaya sucediendo”.

 El camino de la pedagogía y de la escritura

Comenzó a enseñar en Chile, trabajando con jóvenes, aplicando lo que se llamaba y sigue llamando una pedagogía crítica, propiciando el cambio para la transformación de los individuos y de la sociedad.

Luego llegó la escritura.

“Mi escritura es una de denuncia y de visión. Donde se cuentan hechos y vidas de personas que han sido parte de sucesos turbulentos pero que han prevalecido  y que siguen viviendo con alegría, con convicción y dignidad. Creo que esa pasión por esa justicia social traspasa, penetra todo lo que trato de hacer en esta vida”.

Carmen recibe el Premio Municipal de Literatura (Mención en la Categoría “Cuento”), Santiago, 1998.

La influencia de la familia

No duda en decirlo: sus padres, ambos maestros, de primaria y secundaria tuvieron una gran  influencia en su vida profesional y social.

“Mi madre no ejerció públicamente, porque en esos años, el ser ama de casa era un trabajo de 24 horas 7 días a la semana. Estamos hablando de los tiempos en que se lavaba la ropa a mano, se planchaba, se enceraban los pisos, se cocinaba de la nada”.

Pero luego cuando Carmen y sus hermanos regresaban de la escuela, era ella la que les ayudaba con los deberes explicándoles lo que no entendían.

“Para mi padre, profesor de matemáticas, su trabajo no era un trabajo. Era un llamado a dedicarse totalmente a la educación, a sus alumnos”.

La implicación con las Primeras Naciones

Carmen explica que su relación con las primeras naciones de Canadá se dio casi de casualidad. Se había abierto un concurso para ocupar un puesto de maestra de alfabetización  en una escuela de nativos en Vancouver.  En aquel entonces se llamaba Centro de Educación Nativa, o es un colegio.

Carmen con su hijo y alumnos del “Native Education Centre” de Vancouver, en un powow en la comunidad de Alkali Lake, British Columbia, 1986.

 “Yo tenía experiencia en alfabetización de adultos que había hecho en Chile bajo la tutela de Paulo Freire, en los años 60. Tenía formación en lo que era educación popular, transformativa, bajo los preceptos de Paulo Freire. Entonces postulé. Me fascinaba la idea de trabajar con las primeras naciones canadienses. Fue un proceso bastante fuerte de selección. Obtuvo el puesto y estuve allí durante unos 3 años”.

Fue una experiencia fantástica, ver mis alumnos, todos adultos, de diferentes naciones de todo Canadá, ver la transformación que se fue dando en ellos. Y las capacidades que fueron desarrollando.

Esa experiencia la llevó después a trabajar en varias partes de Canadá con otras comunidades, en el norte de Ontario,  en el territorio del Yukón, en los territorios del Noroeste, en Nunavut, en Saskatchewan, Manitoba, en Alberta. Trabajó con diferentes comunidades y con instructores, formando profesores, utilizando la filosofía educativa que es la educación popular.

El futuro ya llegó con un proyecto muy ambicioso

Cuando Carmen llegó a Vancouver se había creado un lugar de encuentro latinoamericano que sobrevivió durante 20 años. Estuvo ubicado en un lugar en el corazón del barrio este de Vancouver, donde está la mayor parte de la comunidad latinoamericana. Era  un café que se llamó La Quena. Sirvió como una plaza latinoamericana, un lugar de encuentro, de cultura, de socialización. Pero no pudo sostenerse como proyecto por carecer de una base financiera. Prácticamente era manejado todo por voluntarios y en algún momento, esos voluntarios tenían otras ocupaciones que hacer para cubrir sus propias necesidades de vida, entonces La Quena se fue cayendo hasta desaparecer.

“Estoy involucrada en un proyecto, que es una sociedad sin fines de lucro empeñada en establecer un centro cultural latinoamericano en Vancouver. Se creó en el año 2012. Lo estamos haciendo despacio para no despertar ilusiones sin base alguna. Se trata del proyecto más ambicioso de la comunidad latinoamericana desde que llegamos a Vancouver. Será un centro comunitario con un teatro, con galería de arte, talleres de danza, de música, con un restaurant café. Lo que tenemos en mente es un lugar mucho más grande y auto sostenible”.

Desde que se formó la sociedad hace ya unos 4 años, el centro ha obtenido el apoyo de la municipalidad de Vancouver. Y ya ha comenzado a producir  eventos para desarrollar la propia capacidad operativa y para ir construyendo una audiencia, indica Carmen.

Por el momento desarrollan sus actividades en espacios prestados, pero ella calcula que en un par de años tendrán los fondos y el apoyo necesarios como para tener un lugar propio.

¡El libro!

Carmen Rodriguez volverá a sorprendernos con otro libro pronto. Acatama.

“Sucede en el norte de Chile y comienza en el año 1925, un año de eventos trágicos y avances de la justicia social”.

Y luego vendrá el libro de los chilenos en Vancouver, una historia que parece de fantasía.

“Llegamos en masa a mediados de los 70, pero hubo un contingente de hombres chilenos que llegó a esta región en Columbia Británica a finales del siglo 19 a trabajar, durante la fiebre del oro. Esos hombres se integraron a una de las comunidades nativas de Vancouver. Hay jefes de la nación Squamish que se llaman González”.

Esto y mucho más en la conversación de Carmen Rodríguez con Leonora Chapman, de Radio Canadá Internacional.

Carmen Rodríguez, escritora, educadora y periodista en Vancouver © Carmen Rodríguez

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Categorías: Artes y espectáculos, Indígenas, Inmigración y Refugiados, Internacional, Sociedad
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