Un creyente musulmán lee el Corán

Un creyente musulmán lee el Corán
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Canadá debe mantenerse firme tras el ataque a la mezquita en Quebec

El reciente ataque contra una mezquita en Quebec, en la que un quebequense anti-musulmán blanco que simpatiza con Donald Trump, Alexandre Bissonnette, mató a seis hombres e hirió a otras 19 personas, fue el tema central de los editoriales en la prensa canadiense.

El periódico de mayor tiraje en Canadá, el Toronto Star, señala que las campanas de alarma han estado tañendo durante mucho tiempo, advirtiendo sobre un creciente clima de odio.

Más de un millón de canadienses son musulmanes. Ahora, tras el horrendo tiroteo en una mezquita de Quebec, muchos de ellos vivirán con miedo. Ellos necesitan saber que sus conciudadanos están de pie junto a ellos, no sólo con palabras, sino con hechos, dice el editorial del Toronto Star.

El primer ministro Justin Trudeau ofrece consuelo tras la masacre en una mezquita en Quebec.
El primer ministro Justin Trudeau ofrece consuelo tras la masacre en una mezquita en Quebec. © SRC

El primer ministro Justin Trudeau y otros líderes políticos condenaron con elocuencia ese ataque y expresaron su solidaridad con los musulmanes canadienses. Trudeau describió ese acto como un «ataque terrorista… un ataque a nuestros valores más intrínsecos como canadienses, los valores de la apertura, la diversidad y la libertad de religión».

El primer ministro de la provincia de Quebec, Philippe Couillard, y el alcalde de la ciudad de Quebec, Régis Labeaume, también hicieron lo correcto al mantenerse firmes junto a la golpeada comunidad musulmana de la ciudad. Couillard insistió en que Canadá y Quebec deben seguir siendo «un faro de tolerancia» en un mundo que cada vez más parece estar yendo por el camino equivocado.

Eso está bien, pero el hecho es que las campanas de alarma han estado tañendo desde hace tiempo, advirtiendo sobre un creciente clima de odio. Lo último que Canadá necesita es contentarse con la idea de que el país es una isla de bondad en un mundo hostil.

Los investigadores están comenzando a identificar los motivos del ataque, que según ellos involucra a un solo tirador, un joven quebequense llamado Alexandre Bissonnette.

Pero a nadie se le ha escapado el hecho de que este tiroteo se produce en un clima de hostilidad hacia los extranjeros en general y hacia los musulmanes en particular, clima que ha alcanzado niveles elevados en muchos países.

La represión del gobierno de Trump contra los refugiados e inmigrantes de un puñado de países musulmanes envía un poderoso mensaje de miedo y peligro que tendrá efectos tóxicos más allá de las fronteras de Estados Unidos. Y, por supuesto, muchos políticos en Europa han estado alimentando sentimientos similares durante años.

Las letras del grupo racista Klu Klux Klan pintarrajeadas en el auto de un musulmán en Quebec.
Las letras del grupo racista Klu Klux Klan pintarrajeadas en el auto de un musulmán en Quebec.

En Canadá, los signos de días más oscuros estaban a la vista de quien estuviera dispuesto a identificarlos. Pese a que el gobierno de Trudeau abrió las puertas de Canadá a los refugiados de Siria, las amenazas no estaban lejos. De hecho, los crímenes de odio contra los musulmanes canadienses se han duplicado en los últimos tres años, mientras que ese tipo de crímenes se redujo de manera general en el país.

La provincia de Quebec ha sido teatro de un crecimiento del sentimiento anti-musulmán y una preocupante e inconsistente respuesta pública a esas actitudes. Algunos políticos en Quebec han alimentado cínicamente el miedo a los musulmanes o no lo han condenado cuando deberían hacerlo.

Es bueno oír que el primer ministro de la provincia, Philippe Couillard, condene con vigor esta masacre, pero Quebec necesita que todos sus líderes políticos y líderes de opinión sean firmes en esto. Deben tomar ese ataque contra una mezquita como una seria advertencia para dejar de usar temas como el niqab, el velo que cubre el rostro, como una herramienta barata para ganar puntos ante el electorado. Como señaló Couillard, las palabras pueden tener un impacto real en el mundo real.

Un grupo de supremacistas blancos, los *Soldados de Odín* en las calles de la ciudad de Quebec.
Un grupo de supremacistas blancos, los *Soldados de Odín* en las calles de la ciudad de Quebec. © Jonathan Montpetit/CBC

La reacción más absurda al ataque en la ciudad de Quebec provino del presidente estadounidense, Donald Trump, quien invocó ese atentado para justificar su decisión de prohibir el ingreso a Estados Unidos a los refugiados y viajeros musulmanes provenientes de un puñado de países. El portavoz de Trump, Sean Spicer, lo llamó «otro acto de violencia sin sentido… un terrible recordatorio de por qué debemos permanecer vigilantes y por qué el presidente Trump está tomando medidas para ser proactivo en lugar de ser reactivo cuando se trata de la seguridad de nuestra nación».

De manera deshonesta, el equipo de Donald Trump confunde deliberadamente un ataque contra los musulmanes con un ataque cometido por los musulmanes. La posición estadounidense ignora o se niega a ver que, en realidad, son los musulmanes los que fueron las víctimas en la ciudad de Quebec, y no los perpetradores.

En este momento, y en tal clima, es vital que todos los líderes políticos se mantengan firmes en la necesidad de proteger a todos los canadienses y oponerse a las medidas que socaven nuestros valores, vengan de donde vengan, dice finalmente el editorial del periódico canadiense Toronto Star.

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Musulmanes en Sept-Îles, Quebec.
Musulmanes en Sept-Îles, Quebec. © Radio-Canada
Categorías: Internacional, Política
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