La novela del escritor británico George Orwell,»1984″ que presenta un futuro distópico en el que todo pensamiento crítico es reprimido bajo un régimen totalitario, se ha convertido en Estados Unidos en uno de los libros más vendidos en el último mes. Según los editores, decenas de miles de nuevos ejemplares están siendo impresos.
Sobre este libro, el ex líder interino del Partido Liberal, y ex primer ministro de la provincia de Ontario, Bob Rae, publicó un artículo de opinión en el Toronto Star.
Bob Rae escribió que George Orwell es conocido por sus novelas “Animal Farm”, o “Rebelión en la granja” y “1984”. Ambas fueron escritas al final de una vida extinguida por la tuberculosis.
Estas dos novelas fueron escritas tras un largo período de reflexión, activismo y compromiso, a través de lo que un escritor llamó el «valle oscuro», que fueron los años 1920 y 30 y la muerte y destrucción de la Segunda Guerra Mundial. Se dice ahora que “1984” es una de las novelas más vendidas en el sitio de ventas Amazon.

Nunca como antes, las ideas de Orwell sobre la política, la propaganda y los usos y abusos del poder parecen tan adecuadas como lo son en la actualidad.
Orwell habría disfrutado analizando los discursos y presentaciones del gobierno estadounidense en los últimos días. Si las posibles consecuencias no fueran tan graves, hasta se podría reír ante tal espectáculo. Pero el rostro horrible del populismo europeo tras la Primera Guerra Mundial causó tanto daño irreparable que nadie puede ver ahora con indiferencia el narcisismo, las presunciones y las exageraciones que caracterizan las palabras del presidente Trump.
La premisa subyacente de la retórica de Trump es que solamente él entiende los intereses del Pueblo, que conforma una sola unidad, y que él tiene un contacto único con el Pueblo. Como El Líder, Trump es el único que sabe cómo comunicarse con El Pueblo. Por ejemplo, El Pueblo no quiere ver sus declaraciones de impuestos. Solo Las Élites quieren ver si él ha pagado sus impuestos. Un gobierno que, supuestamente por primera vez en décadas, ha sido devuelto al Pueblo, será dirigido ahora por un gabinete dominado por empresarios millonarios. Trump no ve nada irónico o incluso ridículo en esto, porque el único humor que él entiende es el sarcasmo, la humillación y la vergüenza contra todo el que se le oponga, escribe el canadiense Bob Rae en las páginas del Toronto Star.

La naturaleza sombría y deprimente de sus puntos de vista se puede encontrar en su libro “Crippled America”(“El lisiado Estados Unidos”), y en ese extraordinariamente pesimista discurso inaugural en el que Trump describió la «carnicería» que está destrozando a Estados Unidos, a la que solamente él podía poner fin. Las amenazas al Pueblo se convierten en amenazas a La Nación, lo que conduce al muro mexicano, a las políticas anti-musulmanas y al proteccionismo.
La primera conferencia de prensa de su nuevo portavoz oficial, Sean Spicer, presentó en grandes líneas la actitud del nuevo gobierno estadounidense hacia la disidencia o quienes opinen diferente.
Spicer prometió que quienes no compartan las opiniones de Trump sobre la vida, la verdad y la belleza, pagarán las consecuencias. El nuevo gobierno espera que los medios de comunicación apoyen al presidente en su papel de Unificador del Pueblo. Los Transgresores serán castigados.

Otra portavoz de la administración, Kellyanne Conway, dijo que Spicer estaba presentando sólo «hechos alternativos», dando lugar a una nueva frase, «alt-facts», para que coincida con la palabra clave «alt-right», que designa a la ultra-derecha racista.
Orwell enseñó al mundo que el arte de la propaganda consiste no sólo en mentir, sino en repetir una y otra vez la mentira, para que ingrese en el léxico como si fuera una verdad. Y, como él lo expresó tan acertadamente, hay momentos en que simplemente decir la verdad se convierte en un acto revolucionario.
La mayor experiencia en la vida de Orwell fue la Guerra Civil Española. Allí aprendió que la propaganda y las mentiras de los estalinistas sólo podían ser contrarrestadas con el tónico amargo de la realidad. Todo lo que una persona valiente podía hacer frente a la mentira totalitaria era decir la verdad.

Pero también es una realidad que el gobierno de Estados Unidos está a la cabeza de la economía más grande del mundo. Es con ella que Canadá hace la mayoría de su comercio. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Canadá se ha comprometido a construir un mundo basado en el imperio de la ley, no sólo porque somos buenos chicos, sino porque un sistema de comercio basado en normas funciona mejor que uno dictado únicamente por el poder, escribe el canadiense Bob Rae en las páginas del Toronto Star.
Está claro que la visión de Trump es la de un sistema mundial dominado por los intereses de Estados Unidos, y que los presidentes anteriores fracasaron completamente en proteger los empleos y los valores estadounidenses. Trump ataca a las empresas que hacen negocios en otros países y cree que el comercio y la inversión son juegos de suma cero.

Es fascinante ver cuántos empresarios y políticos están dispuestos a aceptar estos argumentos, sin comprender que son falsos y que, en última instancia, serán perjudiciales para los intereses de los trabajadores y los ciudadanos estadounidenses.
El proteccionismo generará más proteccionismo. El interés personal de una nación por sí solo no es suficiente. La búsqueda del interés colectivo nos obliga a mirar más allá de nuestra pequeña esquina. Le tomó el mundo los años trágicos de 1914 a 1945 para aprender algunas de estas lecciones, y es potencialmente desastroso olvidarlas.
Canadá tiene que hacer todo lo que pueda para capear esta tormenta, pero debe hacerlo con firmeza. No debería preocuparnos si es la primera ministra británica, Theresa May, la primera en viajar a Washington. Debemos tener más confianza en nosotros mismos, en nuestros valores y en la sabiduría que podemos aportar.
Necesitamos trabajar con otros países para ver cómo podemos dar una mayor perspectiva a estas discusiones. Y tenemos que recordar que lo primero que un matón detecta en su víctima es el miedo y la incertidumbre, escribe finalmente el profesor en la Universidad de Toronto, Bob Rae, en las páginas del Toronto Star.
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