Su pasión es la enseñanza del teatro a niños. Pero no para que se conviertan en actores. De ellos, le sorprende descubrir la voluntad que manifiestan en superarse continuamente, y con esa alegría propia de los niños. Como en un juego. Ambiciona un día no muy lejano, crear un centro cultural donde haya no solo teatro sino música y canto, que acoja a niños trilingües.
En el marco de sus estudios, Carlos Plazola vino a Montreal para hacer una especialización en teatro del cuerpo en la escuela de mimos.
Todo empezó en su país natal, México, donde obtuvo una licenciatura en teatro de la Universidad de las Américas en Puebla, y un certificado en danza contemporánea.
Con un grupo empezó a hacer teatro con marionetas e iban a un hospital, el Niño poblano, para niños con cáncer. Allí descubrió que le gustaba más utilizar el teatro como herramienta de expresión y no como formación actoral. Desde ese entonces, sigue por ese camino.
El método
Lo hago por bloques. El primero es conocer a los niños y que ellos me conozcan. En ese bloque utilizo muchos juegos. El como si….vamos a jugar todos como si fuéramos animales. Para los niños es muy fácil entrar en situación. Necesito ver qué tanto pueden explorar. La segunda etapa la empiezo a dividir por bloques, de entrenamiento, de coordinación. Luego otra de improvisación. Y por último, la puesta en escena.
La idea de Carlos es lograr hacer una puesta en escena utilizando ambos idiomas de los niños, el español y el francés, en un primer tiempo.
En México cuenta que empezó con un taller integral donde daban cursos de teatro, acrobacia, canto y danza.
“A los niños les gustan los desafíos. Les gustan cosas como brincar la cuerda. Pero les ponemos secuencias, y al niño que no le sale, trata siempre hasta que lo logre. Contrario a lo que hace un adulto. Eso me atrae de los niños, que no les da miedo, y quieren llegar al objetivo que se les marcó. Y no lo hacen de mala gana”.
Carlos da clases en escuelas primarias en Montreal. Por eso, dice, tiene que adaptarse a las reglas de cada escuela. A veces alguna de sus propuestas de talleres es rechazada porque los papás no le ven ningún objetivo. Entonces tiene que ajustarse a ellos.
Pero su idea es un día lograr desarrollar su técnica a través de su propio centro.
El teatro como herramienta de integración
Carlos señala que es importante crear un espacio seguro para el niño inmigrante. Porque está llegando a un lugar nuevo, donde hay un lenguaje nuevo, donde no está su familia, salvo los papás. Todo el resto es nuevo. Desde la forma que se educa a un niño aquí, todo es muy distinto a su país.
“Yo creo que es necesario disponer de herramientas como el teatro, porque permite explorar todo. Desde su imaginación, el estar con otras personas, hasta explorar el cómo acomodarse a estar con otros”.
Dice por ejemplo, que explora con los niños la noción de conflicto, que no es necesariamente una pelea, pero que sí tiene una connotación de que algo está pasando. Y cada niño tiene que ponerse de acuerdo con los otros, hablen o no el mismo idioma, para resolver esa improvisación.
La utilidad del teatro en castellano
Carlos escucha las necesidades de los padres. Es por eso que sus talleres están enfocados en dos objetivos: para los niños recién llegados que hablan la lengua española, que buscan relacionarse o para padres que quisieran que sus hijos no perdieran el idioma.
¿Qué objetivos tiene Carlos a largo plazo? ¿Cuál es la edad más conveniente para iniciar a un niño al teatro?
Esto y mucho más en la conversación que Carlos Plazola mantuvo con Radio Canadá Internacional.
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