El aporte que la comunidad inmigrante realiza a Canadá tiene uno de sus canales de expresión más destacados en el mundo del arte.
Son numerosos los artistas de diversas disciplinas que logran continuar o iniciar su carrera con éxito aquí.
Un ejemplo de lo dicho lo constituye el caso de Matías Sierra, un escultor argentino, llegado a suelo canadiense hace poco más de una década, que pronto logró su espacio y, también, el reconocimiento del público y la crítica.
Autodidacta, rechaza una “intelectualización forzada” de su obra y reconoce a su propia experiencia personal como la fuente de su inspiración.
Desde su llegada al país ya ha realizado tres exposiciones con buena repercusión y actualmente se encuentra preparando la próxima, que espera poder inaugurar en un plazo de dos años.
En Canadá encontró un país ávido de expresiones culturales de todo tipo, que no solo consume sino que alienta a partir de las facilidades que otorga para el desarrollo del artista.
Tras la aparición de su catálogo en Internet, Sierra ha vendido algunas de sus obras tanto en Canadá como en el exterior.
Sostiene que su carrera hubiera sido más difícil de llevar adelante en su país natal, pero reconoce que allí dejó una parte de sí mismo, personificada en sus afectos.
Su obra tiene como sujeto privilegiado al cuerpo humano, reconstituido, deformado, mimetizado con la otra pasión de Sierra, los libros.
Matías Sierra nos habla de su arte en entrevista con Luis Laborda.
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