El primer ministro Justin Trudeau puso fin a su viaje a China sin poder cumplir el principal objetivo de su visita. La visita del mandatario canadiense debía permitir concluir un acuerdo de libre comercio con el gigante asiático, pero las conversaciones no dieron los resultados esperados.
De todos modos, Trudeau sostuvo que las negociaciones no están cerradas y que un entendimiento entre ambas partes es sólo una cuestión de tiempo.
El mandatario canadiense dijo que es necesario solucionar las diferencias en torno a las formas distintas que tienen uno y otro país en su estructura empresarial, ya que en China los negocios son manejados directamente por el Estado, mientras que en Canadá prima el capital privado.
Antes y durante la misión, iniciada el fin de semana último, el gobierno de Ottawa recibió reclamos de diversos sectores para que se pronunciara en torno a la situación de los derechos humanos en China, un tema que puede ser una traba a la hora de establecer acuerdos comerciales.
La firma de un tratado de libre comercio entre ambas naciones se ha convertido en una prioridad para Ottawa, inmersa en la incertidumbre de las negociaciones para reformar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (ALENA), que podría entorpecer el intercambio con su principal socio comercial, Estados Unidos.
Paralelamente, China es considerada la segunda potencia mundial y sigue su marcha hacia el primer lugar. Con un comercio internacional de más de 4 billones de dólares anuales, es el primer exportador del globo (19,6 por ciento de su PIB) y se ubica segundo por el valor de sus importaciones (17,4 por ciento de su PIB).
Tras su visita de 4 días, que incluyó encuentros con el presidente chino Xi Jinping, Trudeau no descartó la firma del pacto, pero dijo que deben bajarse las expectativas de que eso vaya a ocurrir pronto.
Oportunidades y diferencias
Mientras los críticos sostienen que la delegación canadiense fracasó en su intento para establecer canales de negociación con los funcionarios del gobierno chino, el gobierno liberal considera que antes de iniciar ese diálogo es necesario que Pekín acceda a revisar sus políticas en materia de medioambiente, trabajo, género y gobernanza.
El líder canadiense reconoció que ambos países tienen mucho trabajo para hacer en relación con esos temas, pero se mostró confiado en la posibilidad de lograr avances, y citó que sendas naciones ya cuentan con asociaciones en materia de medioambiente.
Trudeau rechazó la postura de quienes consideran que la administración china se mantendrá inflexible a la hora de negociar y puso como ejemplo el hecho de que el comercio ha sido “un elemento esencial en su éxito para que cientos de millones de personas pasaran de la pobreza a formar parte de la clase media global”.
La declaraciones de los representantes canadienses sobre el “buen progreso” logrado en las conversaciones no lograron acallar las críticas sobre los riesgos y dificultades que implican un acuerdo de libre comercio.
Entre las principales preocupaciones se ubican aquellas referidas a las intenciones de compañías chinas, que son propiedad directa del Estado, de comprar firmas canadienses. En algunos casos la atención está puesta en empresas de rubros como las comunicaciones, que pueden ser considerados como delicados, sino estratégicos.
Cuestiones como la detención de dos empresarios canadienses oriundos de Columbia Británica, involucrados en una disputa aduanera con China, también podrían ser una piedra para las conversaciones, aunque no quedó claro si el tema fue tratado entre los mandatarios.
Mientras que parte de los analistas canadienses califican al viaje como “extrañamente mal preparado”, tal es el caso de Wendy Dobson, codirectora de la Escuela Rotman de Administración de la Universidad de Toronto, otros parecen menos críticos al sostener que se alcanzó un “éxito en sentido minimalista”, ya que se logró un compromiso para mantener encuentros periódicos entre los líderes de sendos países, como señaló Paul Evans, experto en Asia de la Universidad de Columbia Británica.
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