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¿Qué tan bueno y productivo es el dopaje intelectual?

Recuerdo que en mis años mozos de estudiante colombiano en la Universidad de La Plata, Argentina, pasaba noches en vela durante los períodos de exámenes, “solo y tomando mate”, como dice la canción de Leonardo Fabio, para mantenerme despierto y activo. El mate para mí, era una experiencia nueva, puesto que estaba más acostumbrado al café.

Pues bien, los años pasan y los tiempos cambian, y llama la atención el documental Take Your Pills en Netflix, que explora el consumo de medicamentos psicoestimulantes por estudiantes y profesionales de alto nivel que no sufren de problemas de déficit de atención y los consumen solo para estar más alertas o más concentrados en lo que están haciendo.

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Y la doctora, Marie-Ève Morin, médica de familia y fundadora de la Clínica Camaleón, que trata a la personas con todo tipo de dependencia, señala en particular al Adderall, un psicoestimulante consumido en Estados Unidos de una forma abusiva.

El Adderall reagrupa 4 tipos de anfetaminas y son medicamentos que forman parte de la gran familia de anfetaminas, pero no son anfetaminas fabricadas en laboratorios clandestinos como otros que se encuentran en el mercado. El Adderall es una anfetamina farmacéutica de la cual se conoce la dosis y que se receta únicamente cuando se confirma que la persona sufre de un problema de déficit de atención, con o sin hiperactividad.

Y esta afición por estos psicoestimulante es popular no solo en Estados Unidos. Un  estudio hecho en 2005 aquí en Canadá, cuando el único psicoestimulante en el mercado era el Ritalín, muestra que entre los estudiantes que lo consumían, 70% lo hacían de una forma recreativa y 30% exclusivamente por causas académicas para mejorar su rendimiento. Cabe añadir aquí que el Ritalin es un psicoestimulante de corta acción con efectos que duran alrededor de 4 horas, dice la Dra. Marie-Ève Morin.

Hoy existe en el mercado psicoestimulantes de larga acción, como el Concerta, el Vivanse, etc. El objetivo de los de larga acción es de evitar la diversión con estos medicamentos, porque el Ritalín se aplasta y se huele como la cocaína y su efecto es bastante inmediato. Con los de larga acción, se decía que no se pueden aplastar, ni oler, ni inyectar, y en consecuencia no habrá más diversión, salvo que cuando ingerimos 4 o 5 Concerta de un solo golpe, aunque sea un consumo oral, es un abuso.
 

Otros estudios compararon a las personas con problemas de atención con otras que no lo tenían para verificar si había verdaderamente una mejoría en el rendimiento y los resultados finales cuando se consumen los psicoestimulantes y que no se sufre de problemas de atención.

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El resultado es que mejora el estado de vigilia pero no mejora necesariamente los resultados académicos como tal y es un poco ilusorio pensar que nos vamos a volver más inteligentes cuando se toman psicoestimulantes, que es lo que desafortunadamente muchas personas piensan. A esto se agregan todos los efectos secundarios dice la Dra. Morin.

Se habla de la dificultad a dormir, la disminución del apetito, un aumento del ritmo cardíaco que pueden tener ciertas personas, náuseas, vómitos, se aumenta el riesgo de problemas respiratorios y dolores de cabeza. El objetivo de las personas que los consumen es de estar despiertos más tiempo. Pero entre nosotros, el cerebro humano siendo lo que es, no hay nada que pueda reemplazar el sueño y un día hay que dormir también.

Aparte de esos efectos, se encuentran también los efectos a largo plazo y que los especialista llaman el “efecto rebote”. Es decir que el consumo de un estimulante en una persona que no sufre de problemas de ansiedad, le puede provocar justamente la ansiedad y palpitaciones. Algo parecido a lo que nos puede suceder cuando bebemos demasiado café, porque en un momento dado puede ser desagradable y dificulta justamente la concentración.

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Y en otras personas que sufren quizá de algún problema mental que desconocen, les podría aumentar la agresividad y algunas personas pueden volverse paranoicas cuando consumen demasiados estimulantes, porque a fuerza de no dormir, no se mejora necesariamente el rendimiento cognitivo.

Pero a pesar de todo eso, los síndromes de déficit de atención y de déficit de atención hiperactivos existen y hay que tratarlos toda la vida. Y aquí se habla de personas que deben consumir esos medicamentos. Es para aliviar el cotidiano de esas personas que esos medicamentos existen.

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No hay nada que pueda reemplazar a una buena higiene de vida, una buena alimentación y una buena noche de sueño y el amor que tengamos por nuestro  trabajo, concluye la Dra. Marie-Ève Morin, médica de familia y fundadora de la Clínica Camaleón, que trata a la personas con todo tipo de dependencias. Y finalmente, digo yo, nada reemplaza a un buen mate o un buen café.

Alain Gravel entrevistó a la Dra. Marie-Ève Morin, médica de familia y fundadora de la Clínica Camaleón.

Categorías: Salud, Sociedad
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