El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
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Donald Trump, el vendedor de chatarra espacial

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A medida que las investigaciones en torno a las acciones del presidente Donald Trump comienzan a demostrar que efectivamente las leyes fueron violadas, hasta el momento por sus allegados, hay otras acciones del gobierno de Trump no menos preocupantes por sus consecuencias para Canadá y el mundo.

Una de ellas es su programa de militarización del espacio, al cual el periódico canadiense Toronto Star dedicó un reciente editorial.

Una icónica escena en la película de Stanley Kubrick, “2001: Una odisea en el espacio”, muestra a uno de nuestros antepasados simios descubriendo que el húmero de un esqueleto puede servir como un arma.

Esa revelación es de una brutalidad primitiva: el simio utiliza el hueso para despedazar el resto del esqueleto y, más tarde, para matar a golpes a un rival menos evolucionado que llega a la pelea con nada más que gruñidos amenazadores y sus brazos temblorosos. Los aliados del simio asesinado escapan para salvar sus vidas, sin duda aprendieron una lección. Fue así que comenzó la carrera armamentista, dice el editorial del Toronto Star.

En el mundo real, esta carrera armamentista nos ha llevado al pacto de suicidio nuclear conocido como «destrucción mutuamente asegurada» y a tener un matón con los códigos para lanzar cohetes nucleares: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a quien basta mostrarle un hueso para que quiera blandirlo.

Este mes, su administración cedió a los deseos de Trump de crear una sexta rama del ejército, llamada ahora «Fuerza Espacial», un plan militar de «guerra espacial». Trump respaldó el plan con la excitación de un niño que acaba de recibir un nuevo juguete de la serie “La guerra de las galaxias”, escribiendo en las redes sociales: «¡Arriba la Fuerza Espacial!»

La analogía del juguete nuevo no es completamente burlona. Poco después del anuncio, el gerente de la campaña de reelección de Trump, Brad Parscale, notificó a sus partidarios en una carta que pronto podrían comprar mercancía de la Fuerza Espacial. También tendrían la oportunidad de votar por uno de los seis logotipos de la Fuerza Espacial que adornaría las camisetas, las naves espaciales, los sables laser o lo que se le ocurra a la campaña de Trump.

Sin duda, Trump insistirá en tener la última palabra en la elección del logotipo. Y no es difícil imaginarlo haciendo la gran revelación en el patio de la Casa Blanca.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dice que «el espacio es un dominio de guerra» mientras se dirige a las tropas en la Estación Aérea Miramar del Cuerpo de Marines, en San Diego, el 13 de marzo. (The Associated Press)

Los detalles son imprecisos, como sucede con la mayoría de las cosas que provienen de un presidente carente de la capacidad de atención. La Fuerza Espacial sería una nueva fuerza militar, junto con el ejército, la marina, la fuerza aérea, la infantería de marina y la guardia costera. La fuerza desarrollaría «operaciones de guerra espacial para proteger los intereses nacionales de Estados Unidos», según un informe del Pentágono. Lo que esto puede significar está al libre albedrío de cada persona

Tampoco se conoce el costo; el subsecretario de Defensa Pat Shanahan estimó que esta nueva fuerza militar espacial costaría «miles de millones de dólares». Y dada la facilidad con la que los militares gastan el dinero, cualquier monto puede ser gastado para pagar los uniformes.

Hace menos de un año, el Secretario de Defensa Jim Mattis se oponía a esta ridícula idea, señalando que el establecimiento de una fuerza espacial aumentaría la burocracia en un momento en que la prioridad era racionalizar las operaciones e integrar la capacidad de combate entre las ramas militares existentes. Pero Trump no es más que un testarudo Cuanto más le dicen que no, más insiste. Hace un par de semanas Mattis finalmente dio la media vuelta, y el vicepresidente reveló los grandes planes.

El general Joseph Dunford, jefe del Estado Mayor Conjunto, supervisará la creación de la fuerza espacial de Estados Unidos, dijo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump el pasado 18 de junio. (Susan Walsh/ Prensa Asociada)

Se espera que por lo menos el Congreso estadounidense, que se negó a financiar una fuerza espacial el año pasado, se mantenga firme en su negativa al descabellado plan.

La última vez que un presidente estadounidense fue deslumbrado por la idea de militarizar el espacio fue en 1983, cuando Ronald Reagan anunció la Iniciativa de Defensa Estratégica.

Inmediatamente llamada “La Guerra de las Galaxias”, el plan consistía en derribar los misiles nucleares rusos entrantes utilizando rayos láser basados en el espacio. La iniciativa consumió miles de millones de dólares en financiamiento de la investigación, pero que al final nunca logró materializarse.

El ridículo plan de Trump merece el mismo destino. En el mejor de los casos, debería ser considerado como una distracción, una de las muchas que Trump ha utilizado para desviar la atención de su caótica y peligrosa presidencia. Pequeños juguetes para sus partidarios es todo lo que este plan debería producir, dice finalmente el editorial del periódico canadiense Toronto Star.

Categorías: Internacional, Política
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