La canadiense Edith Blais hizo su última llamada a casa desde Burkina Faso el 15 de diciembre. Se teme que haya sido secuestrada. (FB)

Los canadienses son “totalmente indiferentes” a las advertencias de viaje

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Cuando la canadiense Edith Blais emprendió su último viaje del que se tenga noticia en Burkina Faso, ella y su compañero italiano Luca Tacchetto habrían estado viajando a través de una de las pocas partes del país que no está incluida en una alerta de zona de alto riesgo.

Dejando la ciudad de Bobo-Dioulasso al oeste del país, los dos viajeros iniciaron un viaje de 361 kilómetros hacia la capital del país, Uagadugú, en la carretera N1, de dos carriles y pavimentada, la mejor del país.

Los puntos de partida y de llegada del viaje, además de toda la extensión del camino están bajo la advertencia del gobierno de Canadá. Ottawa recomienda a los canadienses «evitar todos los viajes innecesarios» en Burkina Faso. Esta advertencia es la segunda más alta en los niveles establecidos por Canadá.

Edith Blais y Luca Tacchetto dieron noticias por última vez el 15 de diciembre de 2018. (CBC/Facebook)

Sin embargo, esta ruta N1 también bordea un área que se encuentra a 80 km de la frontera de Burkina Faso con Malí, une región que se encuentra bajo el nivel más elevado de advertencia de viajes de Canadá. Ottawa recomienda «evitar todo viaje» en esa zona.

Gar Pardy, ex director general de asuntos consulares que también fue embajador de Canadá en varios países dijo que la advertencia de viajes del gobierno de Canadá sobre Burkina Faso es lo más explícita posible, señalando que esa nación africana «es un país muy problemático.»

Desde el asesinato de seis quebequenses en Uagadugú en 2016, el país que antes se llamaba Alto Volta se ha convertido en un país donde los yihadistas pueden atacar en cualquier lugar y en cualquier momento.

No es sólo la amplia región a lo largo de la frontera norte con Malí lo que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá ha etiquetado como un área en la que se debe «evitar todos los viajes». La misma advertencia se aplica a la mayor parte del este de Burkina Faso, que limita con Níger, y a sus provincias meridionales que limitan con Togo y Benín.

Un soldado filma frente al exterior incendiado del restaurante Cappuccino en Uagadugú, Burkina Faso, después de que las fuerzas de seguridad retomaron el hotel Splendid de manos de combatientes de Al-Qaeda en enero de 2016. (Joe Penney/Reuters)

Aparentemente, Blais y Tacchetto no obedecieron esas advertencias. Ellos llegaron a Burkina Faso desde Malí, un país donde se debe «evitar todo viaje» según el sitio en internet del Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá, y probablemente cruzaron la zona roja de Burkina Faso en su camino a Bobo-Dioulasso, donde Blais hizo su última llamada a casa el 15 de diciembre.

Después de llegar a Uagadugú, la siguiente etapa de su viaje los habría llevado a un proyecto de reforestación en Togo, que Canadá considera más seguro. Pero llegar por tierra habría requerido un viaje a través de otra zona roja en el sur de Burkina Faso. Ottawa recomienda «evitar todos los viajes a 40 km dentro de las fronteras de Benín y Togo debido a la amenaza del bandidaje y el terrorismo».

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá no escatima palabras sobre los peligros de viajar en vehículo en Burkina Faso: «Se han producido incidentes de bloqueos ilegales de carreteras y secuestros de vehículos. Los criminales armados no dudan en disparar a los vehículos para detener y robar a sus ocupantes. Estos incidentes pueden ocurrir de día o de noche, tanto en las carreteras principales como en las secundarias», dice la advertencia canadiense sobre Burkina Faso.

Seis quebequenses, entre ellos una familia de cuatro, fueron asesinados durante un ataque de 12 horas en Burkina Faso en 2016. Todos los canadienses participaban en una misión humanitaria. (Radio-Canadá)

Gar Pardy dijo que cuando estaba a cargo de los asuntos consulares de Canadá, la mayoría de los viajeros canadienses eran «totalmente indiferentes» a las advertencias de viaje, y poco ha cambiado desde entonces.

«Los canadienses tienen sus propias opiniones. Intentamos aliarnos con las compañías de seguros y con agencias de viajes para obtener asesoramiento. No hubo ninguna diferencia», explicaba Gar Pardy, quien añadió que esta situación representa un grave dilema para los gobiernos.

«Durante cada temporada de huracanes, miles de canadienses compran boletos de avión al Caribe porque son un poco más baratos. Y cuando el huracán golpea, ellos pegan el grito al cielo exigiendo que Ottawa mande un avión para traerlos a casa», decía Gar Pardy.

Cuando se produjo el huracán Irma, el ex embajador de Canadá en Cuba, Mark Entwistle, declaró que creía que tales rescates «deberían llevarse a cabo sobre la base de recuperar los costos».

«Hay miles y miles de canadienses que se meten en todo tipo de problemas en todo el mundo», decía el ex embajador de Canadá en Cuba, Mark Entwistle.

Algunos países intentan ejercer un mayor control sobre los ciudadanos que ignoran las advertencias. Corea del Sur se ha visto envuelta en una batalla con ciudadanos coreanos que viven en Libia, un país dividido por la lucha entre milicias rivales y grupos yihadistas.

Durante las Navidades, las autoridades coreanas tomaron la inusitada medida de revocar los pasaportes de los últimos tres coreanos que se negaron a abandonar Libia.

Mapa de Burkina Faso mostrando el trayecto en el cual desaparecieron la canadiense Edith Blais y su compañero italiano Luca Tacchetto . (CBC)

«Países como Corea del Sur y China parecen tener más control sobre sus comunidades en el exterior. Cancelar pasaportes no es algo que se pueda hacer en Canadá. La sección 7 de la Carta canadiense de derechos y libertades garantiza la libertad de circulación. Habría un rechazo tan fuerte, que sería imposible hacerlo”, dijo Pardy.

La oficina de la ministra de Desarrollo Internacional, Marie-Claude Bibeau, diputada de la circunscripción donde vive la desaparecida Edith Blais, informó que el caso está siendo tratado como un posible secuestro. Pero no se sabe de ninguna demanda de rescate, ni se ha reivindicado tal acción.

Si se trata de un secuestro, la ciudadanía de los dos secuestrados puede complicar la situación.

Se estima que Al Qaeda y sus afiliados han recaudado decenas de millones de dólares en pago de rescates de gobiernos europeos, incluyendo 12 millones de euros que se cree que Italia pagó al grupo yihadista Jabhat al-Nusra a cambio de la liberación de las cooperantes Vanessa Marzullo y Greta Ramelli después de que ambas fueran secuestradas en Alepo, Siria.

Vanessa Marzullo y Greta Ramelli, dos italianas secuestradas en Siria. se cree que Italia pagó 12 millones de euros por su liberación. (YouTube)

Por su parte, el gobierno de Canadá tiene establecida una política de no pagar ningún rescate y ha tratado de conseguir que otros países se adhieran a este principio.

«No hay nada malo con esta política, pero no es bueno proclamarla en medio de un secuestro. La última vez que lo hicimos fue un desastre», dijo Pardy, refiriéndose al secuestro y asesinato de dos canadienses por un grupo yihadista filipino.

En la práctica, la política de no rescate no significa necesariamente que el dinero no cambie de manos. «El dinero podría provenir del empleador del secuestrado, del seguro, de la familia, de varias fuentes, y el gobierno canadiense puede facilitarlo», explicó Pardy.

El filántropo de Calgary, Allan Markin, donó anónimamente 750.000 dólares para lograr la liberación de Amanda Lindhout, quien se encontraba en manos de unos secuestradores somalíes en 2009.

La canadiense Amanda Lindhout en 2011 hablando con un grupo de mujeres en Somalia cuando trabaja para su organización sin fines de lucro, la Global Enrichment Foundation. (Jared Moossy/Handout/Canadian Press)

Sin embargo, un alto funcionario del gobierno que pidió el anonimato dijo que la política del gobierno de Trudeau de no pagar rescates es «férrea». Esto le impide tomar parte en las negociaciones sobre pagos a los secuestradores, incluso con fondos privados, porque hacerlo socavaría el mensaje de que no hay nada que ganar con el secuestro de canadienses.

El funcionario agregó que Canadá está coordinando sus esfuerzos en el caso Blais con el gobierno de Italia.

El año 2019 ya ha sido testigo de una masacre como resultado de las tensiones entre agricultores y pastores nómadas en Burkina Faso.

La semana pasada, 46 miembros de la etnia mossi murieron en un ataque a su aldea. Al día siguiente, combatientes mossi mataron a siete pastores fulani en represalia, dijo un portavoz del gobierno de Burkina Faso.

Estos hechos se produjeron pocas horas después de que Burkina Faso declarara el estado de emergencia tras los asesinatos de diez gendarmes a manos de yihadistas en el norte del país.

Combatientes de Boko Haram. (Marle/AFP/Getty)

A lo largo de la región central del Sahel, que incluye gran parte de Burkina Faso, Níger, Malí y Chad, los campesinos asentados acusan a menudo a pastores nómadas tuaregs y fulanis de apoyar a grupos yihadistas como Al Qaeda en el Magreb Islámico, que secuestró al canadiense Robert Fowler cuando éste era el enviado especial de la ONU en Malí.

Al igual que Boko Haram de Nigeria, nombre que significa «el aprendizaje de lo occidental está prohibido» en el dialecto local, los grupos yihadistas de Burkina Faso han atacado escuelas y maestros en un esfuerzo por poner fin a la educación secular en el país.

Fuente: CBC/E. Dyer/RCI

Categorías: Internacional
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