En 2017, los incendios forestales del oeste de Canadá inyectaron humo negro en la estratosfera que fue detectable por los satélites durante más de 8 meses. A pesar de lo dañino para el planeta, la cantidad sin precedentes de humo está ayudando a los científicos a modelar los impactos de una posible guerra nuclear sobre el clima de la Tierra, según un estudio de la Universidad Rutgers.
La columna de humo subió de 12 a 23 kilómetros en 2 meses debido al calentamiento solar de carbón negro, lo que prolongó la duración y la extensión latitudinal. Las comparaciones de las simulaciones de los modelos indican que el 2% de la masa de humo era de carbono negro.
La duración del humo observado en la estratosfera fue un 40% más corta que la calculada con un modelo estándar que no considera la pérdida fotoquímica de carbono orgánico. El rápido aumento de la pluma, la propagación latitudinal y las reacciones fotoquímicas observadas proporcionan nuevos conocimientos sobre los posibles efectos de la guerra nuclear en el clima mundial.
El humo formó la nube más grande de su tipo jamás observada en el hemisferio norte, según el estudio publicado el jueves en la revista Science.
La nube, llamada pirocumulonimbus, se formó sobre incendios forestales que también enviaron carbono negro a la atmósfera, dice el coautor Alan Robock, profesor del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey.
El humo estuvo en la estratosfera durante más de ocho meses, donde no puede ser disipado por la lluvia, dice el estudio.
El Sr. Robock ha estado estudiando y modelando los impactos potenciales de un invierno nuclear desde 1984. Incluso una guerra nuclear relativamente modesta entre India y Pakistán, por ejemplo, enviaría hollín a la estratosfera, causando un enfriamiento climático sin precedentes, predice.
Las temperaturas no caerían por debajo de cero en verano, como en el caso de una guerra entre Estados Unidos y Rusia. Pero esto tendría efectos devastadores en la agricultura de todo el mundo, lejos de donde las bombas habrán sido lanzadas», señala el profesor, y agrega que un enfriamiento global resultante de una guerra nuclear no sería de ninguna manera una solución al actual calentamiento global.
La nube de humo de los incendios forestales de Colombia Británica contenía 0,3 millones de toneladas de hollín, mientras que una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia podría generar 150 millones de toneladas, dice Robock.
Espera que la modelización de las consecuencias climáticas de una posible guerra nuclear ayude a convencer a los países para que firmen el Tratado de las Naciones Unidas sobre la Prohibición de las Armas Nucleares.
RCI/The Canadian Press/Rutgers University
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.