Uno de cada dos británicos piensa que el Reino Unido podría dejar de existir en su composición actual en los próximos 10 años, según un sondeo realizado en momentos en que el país es envuelto por el debate sobre el Brexit.
El proceso de separación de Gran Bretaña del resto de Europa es uno de los temas políticos que acapara la atención de expertos y de la población en general, y genera cuestionamientos en torno a la implicancia del mismo en el futuro del país.

La mayoría de los británicos votó a favor de dejar la Unión Europea. REUTERS/Henry Nicholls.
Según el relevamiento dado a conocer por la consultora Ipsos MORI, la opinión pública de los británicos en torno al avenir del Reino Unido aparece en la actualidad más dividida que en 2014, en momentos en los que cobró singular fuerza la idea de la eventual separación de Escocia del resto de la corona.
Ese año, en pleno referendo por la independencia escocesa, el 43 por ciento de las personas pensaba que la composición de Gran Bretaña se vería modificada en el corto plazo, mientras que en las actualidad sólo el 29 por ciento de las personas parece ser optimista en torno a la posibilidad de que los diferentes componentes de la nación británica se mantengan como en la actualidad.
Si bien en 2014 la consulta por la independencia se saldó por un rechazo a esa posibilidad, con 55 por ciento de los votos a favor y 45 en contra, la disputa sobre el Brexit ha relanzado el debate propiciado por los independentistas, sobre todo en Escocia, que piensan que ha llegado la hora de que su nación se constituya en país emancipado del Reino Unido.

El fantasma de los aranceles aduaneros preocupa a los escoceses. REUTERS/Pascal Rossignol.
Tal moción es apoyada por quienes sostienen que mantener el actual status quo no tendrá otra consecuencia que dañar la economía escocesa, al verse impedida de seguir manteniendo sus actuales niveles de intercambio comercial con el bloque de la Unión Europea.
La concreción del Bréxit llevaría a una nueva negociación entre las partes interesadas y la consecuencia más inmediata sería la revisión de los acuerdos comerciales, que se verían afectados por la reaparición de tarifas aduaneras, ya que Gran Bretaña dejaría de ser miembro de la Unión y dejaría de contar con los beneficios de fronteras abiertas que le otorga esa pertenencia.
En Escocia, al igual que en Irlanda del Norte, la salida de la Unión Europea fue rechazada mayoritariamente, por el 62 y el 56 por ciento de los electores respectivamente, cuando se llevó al cabo la consulta del 23 de junio de 2016, mientras que en el conjunto del Reino Unido la moción contó con el apoyo del 52 por ciento de los votantes.
El movimiento independentista, que cuenta en Escocia con mayor fuerza que en otros sitios de Gran Bretaña, sostiene que seguir bajo el mandato de Londres no sólo condenará al país a perder su actual vínculo con la Unión Europea, sino que extenderá la actual relación en la que los escoceses se sienten relegados a un segundo plano en el conjunto del Reino Unido, tanto en el plano político como económico.
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