Al menos 20 personas perdieron la vida como consecuencia de un fuerte tifón que afectó la zona central de Filipinas.
El temporal obligó a miles de pobladores a huir de sus hogares.
El tifón dejó a numerosos viajeros varados en los puertos y estaciones aéreas, en momentos que una multitud se desplaza por el país para las celebraciones de la Navidad.
Como resultado del fenómeno se produjeron deslizamientos de tierra, decenas de poblados ubicados en terrenos bajos resultaron anegados por las aguas y el lodo, las viviendas resultaron destruidas y gran número de árboles y columnas de alumbrado fueron derribados, dejando a una parte de la población sin suministro eléctrico.
Los desplazamientos de poblaciones enteras son frecuentes. AP Photo.
El punto más álgido de la tormenta se registró el miércoles, pero el jueves la fuerza de los vientos comenzó a mermar.
El ojo del temporal se desplaza hacia el Mar de China, con ráfagas de viento que en algunos casos alcanza los 120 kilómetros por hora.
Las autoridades constataron que al menos 20 personas perdieron la vida, pero se presume que esa cifra podría incrementarse sustancialmente en las próximas horas, cuando las cuadrillas de rescate logren remover los escombros, los restos de vegetación y el lodo que inundó diversas localidades del centro del territorio filipino.
Al menos 25.000 personas quedaron varadas en los puertos marítimos, luego que las autoridades suspendieron la circulación de las diferentes embarcaciones que la gente utiliza para desplazarse de una región a otra del territorio.
Decenas de árboles fueron arrancados por los fuertes vientos. AP Photo.
El país es afectado cada año por cerca de 20 tifones y otras tormentas. Los terremotos y las erupciones volcánicas son también frecuentes, debido a que esa nación sudasiática se encuentra la zona del “Anillo de Fuego”, que facilita ese tipo de fenómenos.
Funcionarios provinciales, contingentes militares, policías y voluntarios fueron afectados durante la Navidad a las tareas de asistencia a los miles de damnificados, que debieron ser alojados en gimnasios, escuelas y otras instalaciones.
Filipinas vivió su tempestad más trágica en 2013, cuando el tifón Haiyan dejó 7.300 personas muertas y obligó a 5 millones de pobladores a evacuar sus viviendas.
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