La relación entre pueblos indígenas y la policía otra vez en la mira. THE CANADIAN PRESS/Paul Chiasson

Mujeres inuit son víctimas de discriminación policial

Un nuevo informe volvió a encender las alertas sobre trato discriminatorio hacia las mujeres indígenas en Canadá por parte de las fuerzas policiales.

Según las conclusiones de la investigación, las mujeres de cuatro regiones inuit del norte canadiense son objeto de discriminación racial sistemática ejercida por los efectivos del orden.

Esas regiones se encuentran en los Territorios del Noroeste, Nunavut y el norte y de las provincias de Quebec y Labrador, donde la población es mayoritariamente o excluyentemente de origen indígena.

La realidad del norte del país se vive también en otros sitios. THE CANADIAN PRESS/Nathan Denette

Maltrato arraigado

Las conclusiones a las que llegaron los investigadores se obtuvieron a partir de los datos obtenidos por medio de entrevistas con las propias mujeres inuit y con los responsables de los organismos dedicados a brindar asistencia social a esas poblaciones.

La iniciativa reveló que gran cantidad de mujeres indígenas en las zonas señaladas son víctimas de malos tratos por cuestiones de género y que tales acciones están tan arraigadas en el interior de esas comunidades y se llevan a cabo de manera tan frecuente, que las damnificadas se acostumbraron a tal situación, llegando a pensar que se trata de la forma normal en la que deben llevarse a cabo las relaciones dentro de sus grupos.

El trabajo fue realizado por la profesora Elizabeth Comack, de la Universidad de Manitoba, especialista en cuestiones relacionadas con las mujeres indígenas y autora de varios estudios y libros sobre discriminación hacia ese sector de la sociedad, así como el organismo Pauktuutit, dedicado a defender los derechos de las mujeres inuit en Canadá.

El aislamiento es uno de los factores que facilitan la violencia contra la mujer indígena. THE CANADIAN PRESS/Nathan Denette

Situación

El texto sostiene que las mujeres inuit en el Nunavut son víctimas de crímenes violentos a una tasa que es 13 veces superior a la que se verifica en otras poblaciones del país.

Para una integrante de esa comunidad nativa, el riesgo de ser agredida sexualmente es 12 veces más alto que el promedio registrado en las diferentes provincias y territorios canadienses.

“Si bien la Real Policía Montada Canadiense tiene una presencia visible en la comunidad, algunos participantes creen que la misma está limitada a dar vueltas en sus vehículos”, sostiene el escrito, en alusión a las críticas que se escuchan reiteradamente, sobre la efectividad de esa fuerza a la hora de prevenir o intervenir en casos de violencia contra las mujeres autóctonas.

En lo que hace al Nunatsiavut, otra de las regiones analizadas, la investigación denuncia que la violencia de género no sólo ha sido «normalizada», sino que es escondida.

La situación se agrava por el hecho de que las víctimas son reacias a denunciar las situaciones que viven. Tal realidad se ve impulsada por diversos factores, entre los que figuran el aislamiento hacia el interior de las comunidades, la dependencia económica respecto de la pareja para el mantenimiento del hogar y la lentitud con la que se desarrollan los procesos criminales en caso de efectivizarse una denuncia.

El rol asignado a la mujer en las comunidades inuit no ha cambiado de manera significativa. CP PHOTO/Kevin Frayer.

Confianza rota

Pero a esas razones deben sumarse el hecho de que, al mismo tiempo, existe una falta de confianza hacia las instituciones policiales y judiciales en lo que se refiera a abordar y resolver las situaciones de violencia.

Numerosas mujeres indican que la respuesta recibida de parte de la policía no sólo no les brinda respaldo, sino que pone en riesgo su seguridad.

Respecto al Nunavik, la situación de violencia de género parece haberse agravado en los últimos años. Nuevamente, la falta de confianza en la policía juega un rol central y se ha llegado a constatar que ante una denuncia por violencia doméstica, la denunciante volvió a ser tratada de manera agresiva por los agentes.

Un ejemplo evidente de la anormalidad con que la problemática es abordada es el hecho de que ante un caso de violencia denunciado, las autoridades removieron del hogar a la denunciante, en lugar de proceder al arresto del agresor.

Para muchas de las personas consultadas, “la policía es vista como una fuerza del exterior, que impone una forma de justicia que va en contra de las manera en la que los inuit resuelven sus conflictos”.

Para cambiar el rumbo

Los autores incluyeron una serie de 15 recomendaciones que consideran que pueden servir para mejorar el estado de cosas.

Entre las sugerencias:

Entre las sugerencias:
 

  • la instauración de un cuerpo policial que sea culturalmente competente, mediante un entrenamiento y formación sobre la historia y cultura inuit;
  • conformación de comités de asesoramiento, compuesto por ancianos, líderes y facilitadores culturales surgidos de las propias comunidades;
  • capacitar a las fuerzas policiales en el tratamiento de situaciones traumáticas;
  • formación específica para abordar cuestiones sobre violencia de género y establecimiento de protocolos al respecto;
  • inclusión de agentes femeninas, facilitar la integración de los oficiales con la comunidad y otros.

 

“Los cambios necesarios para arreglar el problema acuciante de la violencia de género contra las mujeres inuit no tendrán lugar sin la financiación, el compromiso y el apoyo necesario para hacer que el cambio ocurra”, sostuvo una de las personas consultadas durante el sondeo.

Fuentes: Elizabeth Comar, Universidad de Manitoba / The Canadian Press.

Categorías: Indígenas, Sociedad
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