La huella de una antigua pandemia en la pintura canadiense

En Ottawa, en uno de los muros del Museo de Bellas Artes de Canadá, actualmente cerrado al público hasta nuevo aviso para ayudar a reducir la propagación del Covid-19, se encuentra un cuadro pintado en Quebec alrededor de 1832 que a menudo se queda marcado en la memoria de quien observa la tela. Se trata de “El cólera en Quebec”, obra del artista canadiense Joseph Légaré.

Expuesto en la sección del “Antiguo Arte Canadiense”, el cuadro pintado al óleo, que mide 82,2 x 111,4 cm., ofrece una mirada al clima de enfermedad, pánico y muerte que se abatió sobre la ciudad de Quebec en la primera mitad del siglo XIX.

La Sociedad Histórica de Quebec cuenta en su página en internet que, en 1832, los países occidentales fueron golpeados por una pandemia del cólera, que duró de 1826 a 1841. “Procedente de la India, aparece primero en Francia e Inglaterra antes de propagarse en América. Fueron principalmente los inmigrantes irlandeses que, buscando una vida mejor, trajeron consigo la enfermedad.”

La ciudad de Quebec no se salvó de esta enfermedad. Los primeros casos aparecieron al principio de los calores del verano, en junio de 1832. De una población de unas 25.000 personas, se estima que murieron unas 3.000 personas a causa del cólera, sin contar a los propios inmigrantes. Era poco lo que se sabía de esta enfermedad. Había quienes creían que el cólera se transmitía por contagio y otros que pensaban que la causa eran los miasmas procedentes de las aguas estancadas, la basura o los materiales en descomposición. En 1834 se produce otro episodio de cólera en la ciudad de Quebec, pero de menor gravedad.

Lugar histórico nacional Grosse-Île, Québec (Foto: Tourisme Montmagny et les Îles)

Como resultado de esta epidemia en 1832, se abre el cementerio de cólera de la Grande Allée en la ciudad de Quebec, así como la estación de cuarentena en la Isla de Grosse Île, lugar donde entre 1832 y 1848, miles de irlandeses fueron puestos en cuarentena. Unos tres mil inmigrantes también fueron enterrados en esa isla, hoy monumento histórico, tras morir a causa del tifus y otras enfermedades.

El Museo de Bellas Artes de Canadá explica que esta tragedia y otros flagelos – incendios, deslizamientos de tierra – que golpearon la ciudad portuaria de Quebec en ese momento, inspiraron a Joseph Légaré, un pintor de lo pintoresco por excelencia.

Como concepto, lo pintoresco es originalmente la cualidad de algo digno de ser representado en la pintura. Esta noción estética que hizo su aparición en el siglo XVIII, que corresponde a la expansión colonial de las potencias imperiales europeas por los cuatro costados del mundo, buscará reflejar el aspecto excepcional, colorido, curioso o exótico de un paisaje que, por serlo, merece ser representado en un cuadro.

En la tela se puede ver la catedral y las casas que bordean la calle Buade como telón de fondo para una serie de personajes que circulan en la plaza del mercado en un anochecer del verano bajo una luna llena. Con bastante detalle, Joseph Légaré representa una multitud nerviosa, un carromato transportando cadáveres y un clérigo dando la extremaunción a un moribundo.

Las fogatas encendidas en una noche de luna llena crean un clima fantasmagórico. En esa época se creía que el humo del fuego servía para purificar y eliminar los vahos pestíferos de las aguas estancadas. El contraste es dramático, ya que por un lado la estación corresponde al principio del verano, que es la estación de la vida y la eclosión del follaje, y por otro, reina la muerte en la ciudad. El locus de la noche de luna llena, favorita dentro de los códigos del romanticismo, es ahora portadora de la enfermedad, del mal invisible. El propio verano, estación de vida en oposición al largo, arduo y duro invierno quebequense, pierde justamente esa cualidad de símbolo de vida.

Estampa. «El ministerio atacado por el cólera morbus», 1831. (Foto: BNF)

Según la Sociedad Histórica de Quebec, la representación del impacto del cólera en la ciudad de Quebec es bastante realista, “aunque ver tal la multitud en la plaza del mercado debió ser bastante improbable, ya que la gente, asustada, permanecía enclaustrada en sus casas, los más ricos incluso habían abandonado la ciudad. Esta es una crisis que los quebequenses recordarán por mucho tiempo.”

Sobre el pintor de la tela, Joseph Légaré, el Museo de Bellas Artes de Canadá explica que se trata de un artista autodidacta, un coleccionista de arte y un político que pintó escenas religiosas y seculares a lo largo de su carrera. Se le conoce como el primer pintor de paisajes nacido en Canadá y por sus representaciones de eventos culturales significativos y sus cuadros de las Primeras Naciones.

Mientras muchos de los pintores de su época elegían principalmente temas religiosos y retratos, Légaré optó por pintar paisajes de su entorno y la historia del lugar. Como muestra están bodegones, como “Naturaleza muerta con uvas” (1826) y cuadros como “El martirio de los padres Brébeuf y Lalemant (1843), “El compromiso de una joven indígena” (1844) y La batalla de Sainte-Foy (1854).

Légaré participó activamente en la vida política de la ciudad de Quebec y del Bajo Canadá. Fuerte partidario de Louis Joseph Papineau, un político que buscaba una ruptura con Inglaterra y una alianza con Estados Unidos. Más tarde este pintor fue arrestado y encarcelado brevemente durante la Rebelión de 1837.

Légaré no alcanzó el éxito comercial durante su vida y sus pinturas fueron a menudo rechazadas debido a sus asociaciones políticas. Pintor romántico, Légaré pintó en aquel año de 1832 el horror de la peste, “no para describirla, sino para consagrar su efecto”, señala la curaduría del Museo de Bellas Artes de Canadá.

Fuentes: MBAC / Sociedad Histórica de Quebec / RCI

 

Categorías: Artes y espectáculos, Inmigración y Refugiados, Internacional, Salud
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