Sin medidas apropiadas, la pandemia de coronavirus podría diezmar las poblaciones vulnerables de los países más pobres, en conflicto o golpeados por catástrofes.
El organismo de solidaridad internacional Humanidad e Inclusión dice en un comunicado hecho público este martes 14 de abril, que las personas con discapacidad, con enfermedades, las personas mayores, los refugiados, etc. están particularmente expuestas a la pandemia. Las familias desplazadas están a menudos albergadas en campamentos superpoblados, en países cuyos sistemas de salud pública son deficientes. Las personas discapacitadas tienen un acceso limitado a los servicios de salud. Muchos países que han sido ya golpeados por crisis anteriores no podrán hacer frente a la pandemia, lo cual tendrá consecuencias catastróficas particularmente para las personas discapacitadas y más vulnerables.
Las crisis humanitarias exacerbadas
La pandemia del coronavirus sigue causando estragos en todo el mundo y comienza a amenazar a países pobres y de bajos ingresos, que están mal preparados para enfrentarla. Países como Madagascar, Haití, Sudán, Mozambique y otros, hacen frente ya a crisis humanitarias debido a desastres naturales, conflictos armados, cambio climático y otras emergencias. El sistema de salud de estos países es frágil y bajo presión.
(Foto: Facebook Humanité&Inclusion)
Los largos conflictos han diezmado los sistemas de salud. En Yemen, por ejemplo, azotado por 5 años de guerra, 80% de la población necesitaba ya ayuda humanitaria antes de la pandemia y solo 50% de los establecimientos de salud funcionan.
La COVID-19 agrava las necesidades humanitarias y limita la capacidad de los organismos humanitarios a llegar hasta las poblaciones que tienen más necesidades de ayuda y cuidados. Muchos países han adoptado medidas de confinamiento que privan de facto a una de la población de la ayuda humanitaria que necesita para sobrevivir.
La pandemia podría devastar los campamentos de refugiados
Humanidad e Inclusión afirma que la gran mayoría de refugiados en el mundo o sea, 84% de los 29 millones de personas, encontró refugio en países cuyos ingresos son bajos, sus sistemas de salud se encuentran debilitados y sus infraestructuras en agua potable y de saneamiento son insuficientes.
(Foto: Facebook Humanité&Inclusion)
En Bangladesh por ejemplo, 855.000 rohingyas viven en 34 campamentos improvisados superpoblados en el distrito de Cox’s Bazar. Además, 450.000 de los pobladores locales viven a proximidad de los campamentos, de tal forma que 5 de ellos se mezclan con las poblaciones locales. En estas circunstancias, las medidas de distanciamiento social y la higiene básica son prácticamente imposibles de respetar en una zona tan densamente poblada. Incluso en “tiempos normales”, la población de refugiados tiene relativamente poco acceso a los servicios de salud, agrega el comunicado de Humanidad e Inclusión.
“En las zonas de guerra, los hospitales y los establecimientos de salud han sido destruidos, falta personal médico, y bajo los bombardeos, los médicos deben hacer frente graves traumatismos físicos que relegan la lucha contra la COVID-19 a un segundo plano. Se habla de una escasez de respiradores en Canadá, imaginen la situación de los hospitales bombardeados que no tienen ni siquiera electricidad” Jérôme Bobin, Directeur general de Humanidad e Inclusión.
Los campamentos de refugiados son tierra fértil para una infección rápida y es allí donde los grupos humanitarios tienen que luchar contra la pandemia. Se le dice a la gente de lavarse las manos varias veces por día, pero no tienen agua corriente. Se le dice a la gente de guardar 1 metro de distancia entre ellos pero esta consigna es imposible de respetar en los campos de refugiados superpoblados, agrega Jérôme Bobin.
La COVID-19 agrava el aislamiento de las personas discapacitadas
(Foto: Facebook Humanité&Inclusion)
Las personas discapacitadas representan 15% de la población mundial (alrededor de 1.000 millones de personas), y según la Organización Mundial de la Salud, OMS, 80% vive bajo el umbral de la pobreza. Estas personas se encuentra en consecuencia enfrentadas a múltiples obstáculos en lo que respecta, particularmente al acceso a servicios de salud: costos de los cuidados, costo del transporte hacia los establecimientos de salud, ausencia de servicios de interpretación en lengua de signos, estigmatización y discriminación, dice Humanidad e Inclusión.
Algunas personas con ciertos tipos específicos de discapacidad corren el riesgo de contagiarse y ver la enfermedad evolucionar hacia un estado grave ya que la infección exacerba sus problemas de salud existentes, tales como un sistema inmunitario deficiente, problemas respiratorios o enfermedades crónicas.
(Foto: Facebook Humanité&Inclusion)
La falta de información sobre la COVID-19 en formatos asequibles ( fáciles de leer, subtitulados o en lengua de signos, braille, grabaciones audio y soportes compatibles con programas de lectura en las pantallas) y de instalaciones sanitarias accesibles representan también un factor de riesgo para ciertas personas discapacitadas.
Las medidas públicas y las acciones humanitarias para ayudar a prevenir la propagación de la pandemia deben incluir a las personas discapacitadas. Las informaciones de prevención deberían siempre ser distribuidas en diferentes formatos asequibles y los empleados de la salud deberían dirigirse específicamente a las poblaciones vulnerables en sus operaciones, concluye el comunicado de Humanidad e Inclusión.
Humanidad e Inclusión, cuyo antiguo nombre era Handicap Internacional, es una organización de solidaridad internacional que interviene desde hace 30 años en situaciones de pobreza y exclusión, de conflictos y catástrofes. Trabaja al lado de las personas discapacitadas y vulnerables, y trabaja para satisfacer sus necesidades básicas y mejorar sus condiciones de vida.
RCI/hi-canada.org
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