La mortífera progresión del Covid-19 en Canadá y el mundo ha desencadenado una intensa carrera por lograr desarrollar una vacuna contra esta nueva enfermedad. Con ello, se han abierto grandes interrogantes y dilemas éticos y médicos. Para algunos, la magnitud de la pandemia justifica el hacer un trabajo simultáneo en las etapas de desarrollo de una vacuna, que normalmente se harían de forma secuencial. Para otros, esta forma de desarrollar una vacuna es moralmente cuestionable, por los peligros potenciales y las dudas sobre su eficacia.
«Mi preocupación es que, por el temor y la prisa para desarrollar una vacuna, podemos caer en la tentación de aceptar una práctica científica de menor rigor», explicó Jonathan Kimmelman, profesor de ética biomédica de la Universidad McGill de Montreal, quien se dedica a seguir de cerca la forma en que se respetan tanto las normas científicas como éticas en los ensayos de vacunas contra la pandemia que se llevan a cabo a una velocidad vertiginosa.
Para Kimmelman, el no respetar los requerimientos necesarios para desarrollar una vacuna es algo inaceptable. “Lo que actualmente está en juego es tan importante en una pandemia como en una situación no pandémica».
Para demostrar cuánto tiempo puede durar el proceso de desarrollo de una vacuna, Kimmelman citó como ejemplo la búsqueda continua de una vacuna eficaz contra el VIH, que comenzó en la década de 1990.
Por otra parte, Mark Feinberg, presidente y director ejecutivo de la Iniciativa Internacional para la Vacuna contra el SIDA, con sede en Nueva York, explicó que: «La línea de tiempo de desarrollo de una vacuna tradicional es de 15 a 20 años. Esto no sería aceptable en las actuales circunstancias.»
Feiberg, cuyo trabajo como jefe de salud pública y oficial científico de Merck Vaccines fue fundamental para el desarrollo de la inmunización contra el Ébola, añadió que: “Se escuchan predicciones que dicen que tomará como mucho un año a un año y medio tener una vacuna disponible…pero no hay forma de acercarse a esos plazos a menos que tomemos nuevos enfoques».

Camas de hospital llenan el Parque Tecnopolis en Buenos Aires, Argentina, el viernes 17 de abril de 2020. Las autoridades instalaron el hospital de campaña en este espacio que normalmente alberga exposiciones de museos, ferias y otras atracciones, para acoger a los pacientes de síntomas leves de COVID-19. (Foto AP/Victor R. Caivano)
Un rasgo en la carrera para desarrollar una vacuna experimental contra el Covid-19 es el hecho que los investigadores no están esperando a ver qué tan bien esas vacunas protegen de la infección a los animales de laboratorio antes de probarla en los seres humanos, lo cual es una ruptura de los protocolos habituales. Normalmente, los organismos reguladores requieren que un fabricante de vacunas demuestre que su producto es seguro antes de que éste llegue a las personas. Por otra parte, los investigadores casi siempre verifican que una nueva vacuna es efectiva en animales de laboratorio antes de poner en riesgo a los voluntarios humanos.
Según Feinberg, dada la emergencia actual, tiene sentido comenzar las pruebas de seguridad en humanos antes de que los estudios terminen. «Personalmente creo que no sólo es apropiado, sino que es la única opción que tenemos», añadió.
Actualmente, al menos 70 equipos de investigación, incluidos algunos en Canadá, están buscando aceleradamente desarrollar posibles vacunas contra la pandemia en el plazo de un año, esto con el propósito de poner fin a la cuarentena aplicada a millones de personas en todo el mundo, con un severo impacto en las economías nacionales.
Hasta ahora, solo un puñado de vacunas han pasado de los estudios de laboratorio en animales a la fase inicial de los ensayos clínicos con voluntarios humanos. Los científicos tienen la esperanza de poder acelerar la investigación y evitar trámites burocráticos que lentifican el proceso de aprobación de una vacuna.
En una pandemia, nadie tiene inmunidad al virus porque es nuevo. El objetivo de una vacuna es exponer nuestro sistema inmunológico a partes del virus para hacer que nuestros anticuerpos puedan prepararse para defender al organismo humano en caso de ser infectado por el virus Covid-19

Normalmente, toma hasta diez años que una vacuna pase del laboratorio al brazo de los pacientes, dice el Dr. Scott Halperin, de la Red Canadiense de Investigación de Inmunización. (Brooklyn Currie/CBC)
Según el doctor Scott Halperin, de la Red Canadiense de Investigación de Inmunización, es importante tener múltiples versiones de la vacuna que logren el mismo propósito pero que funcionen de diferentes maneras.
«Esperemos que haya cinco, seis, siete, ocho vacunas exitosas, porque tenemos todo un mundo que necesitamos proteger»
Scott Halperin, médico e investigador desde Halifax, provincia de Nueva Escocia
La primera fase de los ensayos clínicos se centra en la seguridad, en la que participan unos 30 a 50 voluntarios que son sometidos a diferentes dosis de la vacuna.
La segunda fase es un paso crítico en los ensayos, en la cual participa un mayor número de personas para encontrar pruebas de que la vacuna efectivamente protege contra la enfermedad.
Según el Ministerio de Ciencia y Tecnología de China, la compañía CanSino Biologics se encuentra llevando a cabo la segunda fase de pruebas de una posible vacuna, adaptada a partir de la investigación del Ébola que llevó a cabo esta compañía. Al mismo tiempo, otra posible vacuna se encuentra en la fase 1.
En Estados Unidos, la firma Inovio Pharmaceuticals, en Pennsylvania, comenzó la semana pasada la fase 1 de una posible vacuna que utiliza la secuencia de ADN extraída de la proteína clave del SARS-CoV-2, el virus que causa el Covid-19.
A principios de esta semana, una primera persona recibió una segunda dosis de otra posible vacuna estadounidense desarrollada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y la empresa de biotecnología Moderna Inc. con sede en Massachusetts.

Voluntarios desinfectan una calle para combatir el virus. China Daily via REUTERS
El jefe de enfermedades infecciosas de los NIH, el doctor Anthony Fauci, dijo que hasta ahora no había señales negativas y que la siguiente fase de pruebas, más amplia, podría comenzar en junio.
Si el SARS-CoV-2 continúa circulando el próximo otoño, podría ser posible completar ensayos más grandes en voluntarios humanos antes de los 12 a 18 meses que Fauci predijo originalmente, pero esto solo si la vacuna es “efectiva y segura”.
Otra potencial vacuna, desarrollada por investigadores de la Universidad de Oxford en el Reino Unido también está a punto de comenzar la fase 2, aunque las dosis para el ensayo todavía se están preparando.
El doctor Scott Halperin, de la Red Canadiense de Investigación de Inmunización, explicó que una vacuna tarda aproximadamente entre siete y diez años en pasar del laboratorio a los brazos de los pacientes. «Lo que se está acelerando principalmente son los diversos pasos administrativos, no las medidas de seguridad», dijo, señalando que los investigadores canadienses esperan tener algunas vacunas potenciales en ensayos clínicos dentro de las próximas cuatro a seis semanas.
Fuentes: CBC / A. Zafar / STAT / E. Boodman / IAVI / Canadian Press / RCI
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