Un trabajador municipal desinfecta el exterior de un parque infantil en Madrid, España, el lunes 20 de abril de 2020. (Foto: AP/Paul White)

¿Qué se esparce en las calles contra el Covid-19?

Muchos canadienses que han viajado de vacaciones a alguno de los complejos turísticos en el Caribe han visto algunas veces el despliegue de vehículos y personal fumigando las instalaciones con espesas nubes de insecticidas.

El efecto de esta visión puede ser tranquilizador y alarmante al mismo tiempo. Por un lado, significa que las autoridades están combatiendo contra los mosquitos portadores de enfermedades como el dengue, el virus del zika o el chikungunya. Pero por otro lado cabe la pregunta: ¿cuán tóxicas pueden ser esas nubes de químicos para los seres humanos?

Una reacción similar produce las imágenes de vehículos y personal esparciendo nubes de desinfectantes en diversas ciudades del mundo en la campaña contra la expansión del Covid-19.

En Canadá, las cámaras de televisión han mostrado imágenes de trabajadores vestidos con trajes protectores, botas de goma y tanques de desinfectante atados a sus espaldas esparciendo productos químicos con mangueras por las plazas, carreteras, escalones de iglesias, aeropuertos, vehículos, espacios interiores e incluso sobre las propias personas en diversas partes del mundo.

Dragones y túneles desinfectantes

Países como Rusia, Irán e Indonesia, han utilizado inclusive camiones para rociar más zonas con mayor rapidez.  Inspirados por la serie de televisión “Juego de Tronos”, en España han bautizado un modelo de camión desinfectante con el nombre de “Dracarys”, el inmenso y aterrador dragón de la serie.

Este camión fue resultado de la transformación de un cañón de nieve, que se emplea para crear nieve artificial en los centros de esquí. Lo montaron sobre un camión, le añadieron dos tanques de 1.000 litros de desinfectante, cada uno con su respectiva bomba de agua, los conectaron a la turbina y el arma contra la pandemia quedó lista para la batalla.

Otro invento: en un complejo industrial en Chongqing, China, se han construido túneles rociadores que por el cual deben atravesar los empleados al llegar al trabajo para ser desinfectados.

Una información que sirve para calmar las inquietudes es que esas nubes de líquido en aerosol que se esparcen por aeropuertos, calles y ciudades es un desinfectante relativamente inofensivo para los seres humanos ya que típicamente contiene lejía diluida.

Según las autoridades de salud, esta lavandina diluida sirve para prevenir la propagación del Covid-19, el nuevo coronavirus responsable de la pandemia que ya ha infectado en el mundo a cerca de dos millones y medio de personas, causando la muerte de 170.000 entre ellas.

Hasta la fecha, en Canadá han contraído esta enfermedad unas 35.708 personas, de las cuales 1.618 sucumbieron al Covid-19.

Un trabajador de la salud rocía desinfectante sobre un hombre en una camioneta en las afueras de Sanaa, Yemen, el 13 de abril. (Khaled Abdullah/Reuters)

El Talón de Aquiles del Covid-19

Los desinfectantes matan eficazmente al coronavirus. Esto porque estos microorganismos poseen una envoltura, una suerte de cascarilla compuesta por lípidos o grasas que se disuelve fácilmente al contacto con la lejía o los jabones, dejando al virus vulnerable.

Según el Ministerio de Salud de Canadá, «Esto significa que los coronavirus son uno de los tipos de virus más fáciles de matar con un desinfectante apropiado cuando se lo utiliza según las instrucciones en la etiqueta».

Las autoridades canadienses de salud recomiendan limpiar las superficies de alto contacto como las empuñaduras de las puertas y los teléfonos con limpiadores domésticos regulares, como los detergentes líquidos, o empleando lejía diluida. La proporción recomendada es de una parte de lejía por 50 partes de agua.

Según Tim Sly, profesor de la Escuela de Salud Pública y Ocupacional de la Universidad de Ryerson en Toronto, mientras que algunas enfermedades son transmitidas por animales o insectos vectores como los mosquitos, el virus Covid-19 sólo puede ser transmitido de una persona a otras ya que este coronavirus no puede existir por sí solo y de modo permanente en el medio ambiente.

Los virus respiratorios como los coronavirus se transmiten típicamente mediante minúsculas gotas de saliva que se esparcen cuando una persona infectada estornuda, tose o, a veces, solamente mientras habla. En el caso del coronavirus, la enfermedad puede incluso ser transmitida por personas que no tienen ningún síntoma de la enfermedad.

Esas minúsculas gotas pueden caer directamente sobre las superficies o ser transportadas a superficies como los agarradores de las puertas si las toca una persona infectada, algunas de las cuales no muestran síntomas.

Eso significa que el Covid-19 se encuentran más a menudo en superficies que se tocan mucho, como puertas, botones de ascensor, pasamanos de escalera, y mucho menos en aceras o bancos de parque, señala Tim Sly, profesor en la Universidad de Ryerson

El coronavirus no llega a sobrevivir mucho tiempo en esas superficies. Unos pocos días como mucho, incluso cuando no está expuesto a temperaturas variables, la humedad, la luz del sol y el viento. Todos estos factores pueden reducir aún más la cantidad de tiempo en la que un virus permanece viable, capaz de contagiar la enfermedad.

Por otro lado, la lejía también se descompone rápidamente en el medio ambiente, especialmente cuando es expuesta a la luz solar y al calor.

Camiones cisterna municipales rocían desinfectante como precaución contra el coronavirus en Moscú el 12 de abril. (Andrei Nikerichev/Agencia de Noticias de Moscú vía Associated Press)

La percepción de la población

Otra de las razones para el despliegue de estos métodos de lucha contra la pandemia tiene que ver con la percepción que tiene la población ante las acciones de las autoridades.

Tim Sly señala que en muchos países que aplican este método de desinfección, a la gente le gusta ver acciones a gran escala por parte de las autoridades de gobierno. También puede ser que la población recuerde que otras enfermedades fueron tratadas de manera similar en el pasado.

«Parte de esto es la cultura, la tradición, el que nos gusta ver que algo sucede… y también un poco de ciencia está detrás de esto», señala el profesor de la Escuela de Salud Pública y Ocupacional de la Universidad de Ryerson, destacando que este método no es rentable.

«En este caso, tiene mucho que ver el hecho de querer aparentar que se está haciendo algo, más que lograr alcanzar un objetivo», dijo Sly. «Son realmente galones y galones de desinfectante que se van por el desagüe… no es algo que sea efectivamente rentable», destacó el profesor Tim Sly.

Lavarse las manos con agua y jabón es uno de los métodos recomendados por las autoridades para evitar el contagio del Covid-19. (Foto: iStock)

Desinfectar con mayor precisión

Por otro lado, la lejía puede quemar la piel o los ojos. Quien haya entrado a una piscina pública puede haber sentido alguno de estos síntomas. Es por esta razón que las personas que llevan a cabo la pulverización del desinfectante se visten a menudos con equipos de protección.

El aplicar el aerosol de desinfectante sobre el cuerpo o hacer gárgaras con esta fórmula no es algo que se recomiende. Desinfectantes como la lejía pueden causar ataques de asma y puede ocasionar afecciones respiratorias crónicas entre las personas que están expuestas a este desinfectante en el trabajo. A las personas que sufren del asma se les recomienda mantenerse alejadas de las áreas donde se están rociando desinfectantes.

Lo que sí se recomienda es utilizar estos desinfectantes de manera proporcionada. La desinfección de las superficies de alto contacto, como las barras para sujetarse en los transportes, los pasamanos en las escaleras y las manijas de las puertas, tiene sentido y es algo que ya se está haciendo en la mayoría de las ciudades canadienses.

En la actualidad, las normas de distanciamiento físico para frenar la propagación del Covid-19 significan que los parques infantiles están cerrados en todo el país y los agentes de policía están multando a las personas para disuadirlas de sentarse en los bancos de los parques en algunas ciudades del país.

Cuando llegue el momento en que esas reglas se levanten, Tim Sly, de la Escuela de Salud Pública y Ocupacional de la Universidad de Ryerson, piensa que no será mala idea rociar diariamente con desinfectante los equipos de juego y los bancos de parque.

Finalmente, Sly señala que usar un pulverizador y una toallita en lugar de una manguera podría ser más rentable y preciso sobre lo que se quiere desinfectar.

Fuentes: CBC / E. Chung  / El Español / Worldometer / Canadian Press / RCI

Categorías: Internacional, Salud
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