Carlos Becerra es chileno de origen y tenía 4 años cuando llegó a Canadá, directamente a Montreal con sus padres en 1974, poco tiempo después del golpe de estado del general Augusto Pinochet en ese país sudamericano. Era en invierno. Para los niños el cambio fue drástico, pero no tanto como el de los padres, que llegaron sin dinero y sin hablar el idioma.
De Chile a Canadá
El niño que era en ese entonces no encajó tan duro el cambio. Comenzó a frecuentar la escuela muy rápido y a domesticar su nuevo entorno. En la casa, los padres siempre le hablaron en español. La vida siguió su curso y hace 10 años tomaron la decisión de regresar a vivir en su país. Carlos era ya un adulto, estaba trabajando y su vida estaba organizada en Montreal. Las nuevas tecnología le permiten seguir en contacto directo con ellos a menudo.
Después de haber hecho sus estudios secundarios y preuniversitarios empezó a trabajar a los 18 años en el Hospital Notre Dame de Montreal. Inicialmente quería estudiar enfermería pero su trabajo como encargado de pacientes le permitía tener un poco más de tiempo libre para sus actividades deportivas. En aquella época formaba parte de un equipo de balonmano de alto nivel.
El trabajo en la emergencia del hospital
Fue así como decidió seguir cursos y se especializó en el trabajo en la emergencia. En tiempos normales, cuando un paciente llega en una ambulancia, después del primer exámen de médicos, enfermeras y otros especialistas, él tiene que llevarlos a una sala de reanimación donde hay que tomarles los signos vitales.
Y si el médico lo solicita, hay que hacerles un electrocardiograma y seguir muy atentamente los signos cardíacos. Hay que ponerles oxígeno si es necesario. Un encargado de atención al paciente tiene que trabajar en equipo con los médicos, enfermeras, inhaloterapeutas y el resto del personal.
“La dinámica que hay ahí para ayudar a la gente es muy particular. No se puede salvar a toda la gente pero cuando logramos reanimar a un paciente te invade un sentimiento muy reconfortante. Saber que esa persona va a vivir y va recuperar su salud es muy gratificante. A mí me gustó mucho esa experiencia y de los 30 años que llevo trabajando en el hospital, llevo 21 trabajando en la emergencia” Carlos Becerra, encargado de pacientes en la emergencia del Hospital Notre-Dame de Montreal.
La tecnicalidad del encargado de atención a los pacientes en la emergencia es muy parecida a la de sus colegas que trabajan en los cuidados intensivos y los quirófanos. Ellos tienen una formación diferente de los encargados de pacientes que trabajan en otros departamentos del hospital, que también prestan un gran servicio a los otros pacientes garantizándoles una presencia y ofreciéndoles asistencia física para ayudarlos a mantener o mejorar su estado de salud. Ellos también forman parte del equipo del personal médico y de enfermería.
Carlos es por naturaleza una persona que siempre le busca el lado positivo a la vida. Él trabaja desde hace 21 años como encargado de cuidados a pacientes en la emergencia del Hospital Notre Dame de Montreal. Pero a pesar de todos esos años, los últimos 2 meses han sido muy diferentes, nos dice en entrevista.
La aparición de la pandemia y lo que cambió
Cuando llegan las personas contagiadas con el COVID-19 parte de su trabajo consiste en recibirlos y atenderlos. En otras palabras se encuentra entre los primeros trabajadores de la primera línea. Y ahora con todas las precauciones que hay que tomar, la atención a los pacientes se vuelve más técnica y más difícil. Él siente también que en la actualidad su trabajo lo estresa más que antes, porque entre otras cosas ha cambiado toda su forma de vestir para atender a los pacientes.
“Lo que cambió más con la pandemia es que encuentro más agotador mi trabajo en términos psicológicos. Trabajar con un una máscara que te aprieta todo el tiempo la cara durante 8 horas es bien difícil. Dependiendo del estado del paciente, cuando este llega tenemos que llevarlos a una sala en particular y si hay que “entubarlos”, tengo pasar allí varias horas. Y vestido de esa forma, no te puedes rascar, no puedes ir al baño, no puedes salir de la pieza, eso es muy agotador” Carlos Becerra.
Pero algo que le impacta es el miedo y la angustia que se puede leer en la mirada de los pacientes, porque todo el personal está vestido con equipos de protección que generalmente no se usan. “Siento que nos miran como si fuéramos astronautas” y eso de alguna forma impide tener esa proximidad que siempre ha tenido todo el personal con el paciente.

(Foto: Corteía de Carlos Becerra)
“El contacto humano es muy importante. Y eso de estar vestido así, de esa forma, con las máscaras de protección establece como una barrera entre el paciente y el personal médico. Y nosotros tenemos que hacer lo imposible para tratar de reconfortar al paciente. Tocarlo, para que no se sienta como aíslado. Pero el personal médico también tiene miedo. Estamos enfrentados al miedo de los pacientes y al miedo de los colegas de trabajo. Eso es lo que encuentro más difícil y lo que ha cambiado en nuestro trabajo con la pandemia” Carlos Becerra.
La responsabilidad de no contagiar a la familia
Además de esta nueva situación laboral provocada por la llegada de la pandemia, también está la responsabilidad que los trabajadores de primera línea como él, tienen con sus familias. La responsabilidad de no ser una fuente de contagio en la casa, causa una gran tensión en la vida de estas personas.
Como ya sabemos, la escasez de mano de obra también ha tenido un impacto en el sector de la salud, donde hacen faltan médicos, enfermeras y otros trabajadores, lo cual ha obligado al personal médico a trabajar constantemente horas extras para llenar ese vacío. Esta situación ha provocado una extenuación generalizada y quejas contra la dirección de los hospitales.
Ahora con la pandemia, no le ha tocado trabajar horas extras y sería muy difícil que se lo exigieran porque llegan a casa muy agotados físicamente y psicológicamente. Y con el ritmo actual impuesto por el avance implacable de la pandemia, el personal médico necesita descanso para poder hacer bien su trabajo. Son raras las excepciones en las que durante la pandemia, por lo menos él en su caso, ha tenido que trabajar horas extras, nos dice Carlos.
Otro de los motivos de preocupación y angustia para el personal médico de primera línea durante la pandemia es el temor de ser contagiado y contagiar a los miembros de sus familias. Esto los incita a tomar el máximo de precauciones posibles, lo cual no garantiza que no se puedan contagiar con el virus.

(Foto: Corteía de Carlos Becerra)
Carlos Becerra nos dice que uno de sus colegas con familia se contagió y contagió a su esposa, y tuvieron que hacer una cuarentena hasta su recuperación. Los 2 niños de la pareja tuvieron que enviarlos donde los abuelos durante todo ese tiempo. Lo cual deja secuelas porque muchas veces los niños no comprenden verdaderamente lo que está pasando.
En su caso, él no tiene niños. Su compañera es enfermera y trabaja en el Centro Hospitalario de la Universidad de Montreal, CHUM. Ella es consciente de su realidad porque también tiene que respetar los mismos protocolos. Ambos están sometidos el estrés que causa la pandemia, pero la unidad en la que ella trabaja no se ocupa de los casos de pacientes contagiados por la COVID-19. Lo cual le permite entrar a su trabajo con una cierta tranquilidad de saber que su unidad está controlada. Los casos de pacientes contagiados por el nuevo coronavirus se encuentran en otros pisos. Lo cual no es el caso para Carlos que desde que llega a su trabajo se encuentra en primera línea.
Además, la pandemia ha obligado al gobierno a cerrar una buena parte de los servicios considerados como no esenciales. Con el confinamiento obligatorio, los momentos de esparcimiento fuera de casa son limitados. Entonces, para cambiarse las ideas, la única posibilidad que se presenta es salir a la calle para una pequeña caminata y guardar la moral y un equilibrio mental.
Para las personas que están leyendo estas líneas, Carlos les aconseja de respetar el distanciamiento social, lavarse las manos a menudo porque la higiene es super importante. La pandemia es algo que hay que tomar muy en serio y todavía no existe una vacuna para contrarrestarla. En consecuencia, mientras tanto, la salud pasa primero que la economía.
“Me gustaría agradecer a mi pareja por su comprensión. Sin mi pareja y mi familia sería muy difícil entrar a trabajar todos los días y seguir en esta lucha”, concluye Carlos Becerra.
RCI/Internet
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