La pandemia del Covid-19 ha convertido a la aplicación Zoom en una de las principales herramientas para llevar a cabo reuniones de trabajo a distancia. (Foto: REUTERS/ Albert Gea )

La fatiga del Zoom comienza a manifestarse entre sus usuarios

La pandemia del Covid-19 y el posterior confinamiento en casa para evitar el contagio han obligado a millones de personas a convertir la cocina, el salón o el sótano en oficinas de trabajo, siempre y cuando existan estas posibilidades.

Otro fenómeno es el uso de la aplicación de comunicaciones Zoom, que permite llevar a cabo videoconferencias relacionadas con el trabajo. Su uso ha tenido un crecimiento fulgurante. Según la compañía estadounidense Zoom Video Communications, con sede en California y fundada en 2011 por Eric Yuan, unos 300 millones de personas se reúnen diariamente utilizando esta aplicación.

Pasada la euforia de la novedad tecnológica y convertida en una actividad diaria, el uso de Zoom comienza a tener consecuencias negativas entre sus usuarios.

Tal es el caso de Judy Lee, una redactora de contenidos que vive en Mississauga, en la provincia de Ontario, que dice que últimamente comenzó a sentirse aletargada, de una manera que no le había ocurrido antes, cuando todavía podía reunirse con sus clientes en persona. «Me sentía realmente agotada, pero no sabía por qué», cuenta ella.

El empresario Stefan Kollenberg, quien también trabaja desde su casa en Ottawa, cuenta que sintió lo mismo, explicando que al acabar su jornada de trabajo sentía los ojos doloridos y secos, y también se sentía «emocionalmente agotado».

Tanto Lee como Kollenberg le pusieron más tarde un nombre a la situación que estaban experimentando: un tipo de esfuerzo mental que ahora se conoce como «Fatiga del Zoom», llamado así por la popularidad que ha ganado esta aplicación para llevar a cabo videoconferencias.

Los expertos dicen que la fatiga del Zoom sólo se agrava cuando varios colegas están mirando al mismo tiempo, en lo que se ha llamado la vista de los «Cuadrados de Hollywood», en referencia a una emisión de televisión estadounidense. (Cabeca de Marmore/Shutterstock)

Aunque el término todavía no se encuentra en los textos de psicología, algunos psicólogos dicen que esta fatiga del Zoom se ha vuelto algo muy común en la era del Covid-19, con tanta gente trabajando desde casa y llevando a cabo reuniones a través de aplicaciones de videoconferencia como Skype, Microsoft Teams, Google Meet o Cisco Webex. La fatiga puede ocurrir a causa de cualquiera de estas aplicaciones.

Kollenberg, cuya empresa, Crescendo, ayuda a las empresas a crear programas de diversidad e inclusión, pasó a un modelo de trabajo a distancia en enero, antes de la llegada del coronavirus a Canadá y antes de que el gobierno pida a los trabajadores que se queden en casa. Al igual que otras personas que trabajan desde casa, este empresario de Ottawa se ha visto obligado a reunirse con amigos en línea utilizando estas aplicaciones de videoconferencia.

«No sólo hago [uso de esta aplicación para] mis llamadas de trabajo… también la uso para decir saludar a los amigos. Ahora todo se hace a través de una pantalla… es agotador».


Según los psicólogos, son varios los factores que conducen a la fatiga del Zoom. Los usuarios pueden sentir que están actuando para la cámara, más de lo que lo harían durante una reunión en persona con sus colegas. Otro elemento es que el uso de esta aplicación le muestra continuamente al usuario su propia imagen en vivo, añadiendo un elemento que hace que el usuario esté consciente de sí mismo, de sus gestos, de su apariencia física.


Marissa Shuffler, profesora de psicología organizacional industrial en la Universidad Clemson en Carolina del Sur, llama esta situación como un «tener que estar funcionando, atento todo el tiempo».

La reacción habitual de la gente es decir que tiene que actuar porque una cámara les está enfocando directamente, en lugar de no ser el centro de atención y ser capaz de procesar la información durante las reuniones en persona, como ocurría antes de la pandemia, dijo la profesora de psicología Marissa Shuffler.

La situación es aún peor cuando varias caras también miran fijamente al usuario, cada una en su propia caja, lo que a veces se conoce como el estilo Hollywood Squares, en referencia al antiguo programa de concurso en la televisión estadounidense.

Janine Hubbard, una psicóloga en St. John’s, en la provincia de Terranova y Labrador, dijo que, durante una reunión en persona con los colegas, la gente tiende normalmente a hacer contacto visual solamente con una o dos personas, lo cual es diferente a sentir la intensidad de todos los ojos puestos al mismo tiempo sobre la persona.

Para evitar esta situación de incomodidad, Hubbard recomienda a los presentadores y organizadores de la videoconferencia que ofrezcan a los participantes la opción de apagar su cámara, o preguntar si están de acuerdo en que el presentador hable en modo audio, sin imagen.

Judy Lee, la redactora de contenidos de Mississauga, dijo que durante largas reuniones en persona ella dibujaba garabatos en su cuaderno para mantenerse concentrada. Pero en una videoconferencia, ella dijo que siente la necesidad de mirar constantemente a la cámara y sonreír. Pero hay más, ya que ella tiene que asegurarse de que el espacio detrás de ella, el trasfondo, esté limpio y ordenado, que su maquillaje esté bien hecho y que nada en el recuadro distraiga a los demás participantes. Todo esto puede ser agotador.

Marissa Shuffler, profesora de psicología de la Universidad de Clemson que ha estudiado el trabajo virtual, dijo que la «fatiga del zoom» se ha convertido en «una preocupación creciente». (Thomas Daigle/CBC)

«Cada vez que acababa de participar en una llamada de Zoom, tenía que ir a recostarme para descansar, o tenía que alejarme de la computadora y hacer otra cosa», confiesa Judy Lee.

Los expertos dicen que alejarse por un momento de la pantalla es clave para mantener la energía en medio de frecuentes charlas de video.

Por su lado, el empresario de Ottawa, Stefan Kollenberg dijo que su día típico puede incluir cinco o seis videoconferencias que duran un promedio de 30 a 60 minutos cada una, pero algunos días tiene hasta nueve eventos. Por esta razón, él se ha visto obligado a tomar pausas por las tardes cuando puede evitar las pantallas, para poder relajarse leyendo o haciendo yoga.

Otro factor que contribuye a la fatiga del Zoom es la concentración adicional que se hace necesaria para compensar la falta de señales no verbales, que son normalmente visibles durante las reuniones en persona.

En una entrevista mediante Skype, la psicóloga Janine Hubbard, en la provincia de Terranova y Labrador, dijo que en este tipo de reuniones de teletrabajo «Estamos exagerando nuestras señales no verbales, en contraposición a las señales más naturales y relajadas que normalmente haríamos.»

La psicóloga Janine Hubbard dice que la ‘fatiga del Zoom’ es un fenómeno real y que está afectando a la gente a medida que pasan más tiempo en la plataforma de videoconferencia. Foto de archivo. (Meghan McCabe/CBC)

En las reuniones a distancia, las aplicaciones no permiten un guiño o un comentario rápido a alguien que está sentado cerca, lo que normalmente haría que la gente se sintiera más relajada.

Hubbard también señaló que la gente no está acostumbrada a mirar directamente al rostro de sus colegas durante toda la reunión. » Lo que ocurre es que se requiere de un tipo diferente de enfoque y concentración para participar en estas conversaciones virtuales», dijo la psicóloga.

Esta fatiga del Zoom también afecta a los estudiantes de secundaria. Esto lo ha comprobado Heather Chirico, una profesora de francés en North Bay, Ontario quien mediante los medios sociales preguntó a sus colegas esta semana qué hacer, ahora que la fatiga de Zoom parece haberse instalado entre sus estudiantes de secundaria.

Ella cree que sus estudiantes están perdiendo interés en la plataforma por internet.

Chirico ha estado dando sus clases usando un software de videoconferencia, pero permite a los estudiantes que así lo deseen mantener sus cámaras apagadas por razones de privacidad.

La profesora de francés en North Bay, dijo que es fácil para los estudiantes pierdan el interés cuando no están frente a una persona real, especialmente a esta altura del año escolar, cuando es difícil mantener su atención, incluso durante un semestre normal.

«Tuve la mejor respuesta en una clase de Zoom cuando horneaba pan y se sentaban a mirar cómo lo hacía», dijo Heather Chirico.

Para la profesora de psicología laboral Marissa Shuffler, los empleados que trabajan desde casa corren riesgos a largo plazo, como el agotamiento y la depresión. Esto si los hábitos y las herramientas normales del lugar de trabajo no están adecuadamente adaptados.


«Hay décadas de investigación sobre el trabajo virtual y algunos de los mayores problemas surgen cuando no estamos haciendo un buen trabajo para ajustar nuestras herramientas virtuales… a las demandas de nuestro trabajo real, y eso crea más estrés».

Marissa Shuffler,profesora de psicología laboral.


En Ottawa, Stefan Kollenberg dijo que a veces recurre a una solución de baja tecnología para aliviar la situación. Él ha optado por hablar con sus amigos por teléfono con más frecuencia, lo que le permite moverse por su casa y reducir la fatiga de Zoom.

Esta experiencia muestra que las nuevas tecnologías crean sus propios problemas, y que a veces vale la pena dejar esas tecnologías de lado por un rato.

Fuentes: CBC / T. Daigle / Reuters / Canadian Press / RCI

Categorías: Internet, ciencias y tecnologías, Sociedad
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