La información falsa se vale de la necesidad del público de buscar certezas frente a una enfermedad desconocida. Foto: iStock.

Pandemia: la difícil batalla contra dos virus

El surgimiento de la pandemia de coronavirus provocó preocupación, desconcierto y temor en la población mundial en general, no acostumbrada a situaciones de excepcionalidad y de emergencia sanitaria del alcance y profundidad de las implicadas en esta ocasión.

Los brotes globales de enfermedades más recientes, como el del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), a comienzos de los años 2000, se desvanecieron más rápido de lo se previó en un primer momento y la cantidad de gente afectada fue menor que la señalada por las previsiones menos optimistas.

Sin embargo, el Covid-19 demostró una capacidad de contagio y una movilidad geográfica de una rapidez que obligaron a activar las alertas tempranas.

El director general de la OMS fue el primero en hablar del riesgo de la desinformación. Foto: Christopher Black/WHO/Handout via REUTERS.

No un virus, sino dos

Los especialistas y autoridades políticas y sanitarias se vieron enfrentadas a un virus del que desconocían sus características y comportamiento. Prueba de eso fue que no pocos líderes calificaron al mal, en un primer momento, como una modalidad de gripe aguda, que podía curarse simplemente con reposo.

Los acontecimientos desmintieron rápidamente esa visión.

La acelerada progresión de casos en China primero y la aparición de infectados en otras naciones a comienzos de 2020 (el primer caso fuera de suelo chino se verificó el 13 de enero en Tailandia), llevaron pronto a considerar que se trataba de una situación sanitaria excepcional, que requeriría también medidas fuera de lo común.

Un “virus” tan peligroso para la salud como el surgido en Wuhan. Foto: iStock.

Sin embargo, la falta de información científica precisa respecto al nuevo coronavirus no sólo obligó a los especialistas y autoridades a buscar respuestas “a ciegas”, sino que abrió el espacio para la circulación de informaciones falsas o no corroboradas.

Ya en el mes de febrero, el secretario general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, habló de “infodemia”, para referirse a las informaciones suministradas por fuentes no autorizadas, que no hicieron más que generar confusión en torno a la enfermedad.

Según el funcionario de la OMS, debíamos hacer frente a dos virus, uno representado por el Covid-19 y otro, tan peligroso como este, referido al conjunto de información parcial, no verificada, mal interpretada o simplemente falsa que, sobre todo a través de las redes sociales, comenzó a llegar con gran velocidad a millones de personas en todo el mundo.

La pandemia constituye un desafío múltiple para nuestras sociedades. Foto: iStock.

Desconocimiento y mala intención

Desde que el coronavirus se convirtió en un tema de interés público a nivel mundial, comenzaron a circular informaciones de todo tipo relacionadas con el origen, la propagación, la gravedad y mortalidad del mal, así como sobre las características del microorganismo portador y de las opciones para combatirlo.

Las versiones abarcaron desde que el Covid-19 fue producido en un laboratorio de la ciudad china de Wuhan y se escapó de allí por un accidente, a la relación de la enfermedad con el sistema G5 de comunicaciones digitales, pasando por las recomendaciones de ingerir líquidos calientes para eliminar al virus del organismo o tomar baños sauna, entre otras; las declaraciones sin sustento científico se multiplicaron y difundieron a borbotones.

La infodemia a la que se refirió el titular de la OMS trazó así el perfil de ese conjunto de información excesiva, que mezcla los datos verificados, con aquellos que no lo han sido aún y los contenidos lisa y llanamente falsos.

El efecto es la “desinformación”, que tiene en la información errónea y en las noticias falsas sus armas más peligrosas.

Los medios sociales constituyen un territorio propicio para los embaucadores. Foto: iStock.

La información errónea es aquella que, proviniendo de fuentes autorizadas, es mal interpretada por quien la difunde o presentada de manera parcial, dejando a quien la recibe sin todos los elementos para valorarla. No necesariamente busca engañar al público consumidor, aunque muchas veces ese sea el efecto logrado.

La información o noticia falsa, por el contrario, expone contenidos que tergiversan la realidad, que son inventados con el objetivo expreso de engañar al público, buscando réditos políticos, comerciales o sectoriales.

La falta de periodistas especializados en materia de salud y la actitud de algunos líderes políticos negando la gravedad de la situación o promoviendo curas sin sustento en la ciencia, como ha sido el caso de la hidroxicloroquina, no hicieron más que amplificar el festival de confusión que ha venido circulando por las redes sociales y no pocos medios masivos de comunicación.

Es necesario recurrir a varias fuentes para verificar cada información que recibimos. Foto: iStock.

Herramientas de defensa

Ante la necesidad de hacer frente a la situación, la Universidad Ryerson, de Ontario, diseñó un sitio destinado a combatir la desinformación, brindando al público los útiles necesarios para saber distinguir la información fiable de aquella que busca engañarlos.

Bajo el lema “inoculando contra la infodemia” el portal, accesible en la dirección covid19misinfo.org, sostiene que “el objetivo de este proyecto es doble: 1) poner de relieve la información errónea relacionada con el Covid-19 y 2) proporcionar a los canadienses información oportuna y procesable, que todos podamos utilizar para protegernos a nosotros mismos, a nuestras comunidades y para aplanar la curva” de infección.

Una iniciativa canadiense contra la desinformación sobre el virus. Imágen: covid19misinfo.org

Según el sitio, el 68 por ciento de los canadiense sostiene haber encontrado información errónea o apócrifa en las redes sociales respecto a la pandemia.

Un relevamiento efectuado por los integrantes del observatorio estableció que los canadienses prefieren la televisión como fuente de información sobre la pandemia: 60 por ciento recurre a la tv, 53 por ciento a los sitios y aplicaciones de informaciones, 29 por ciento a la radio, 23 por ciento a los periódicos y 22 por ciento a las redes sociales.

Respecto de estas últimas, ejemplos de desinformación se reportaron entre los usuarios de Facebook en el 77 por ciento del total de los consultados, Reddit 72 por ciento, Twitter y Tik Tok 67 por ciento, YouTube 68 por ciento e Instagram 61 por ciento.

El portal da cuenta, además, de una tipificación en 7 categorías referidas específicamente a la desinformación respecto al Covid-19:

  • Promoción de curas y estudios falsos.
  • Especulación sobre los orígenes del mal.
  • Especulación y negación de la severidad del virus.
  • Estafas basadas en los temores de la gente.
  • Difamación de marcas comerciales.
  • Rumores sobre celebridades.
  • Afirmaciones racistas.

Por último, el Laboratorio de Medios Sociales de la Universidad Ryerson destaca que si bien el distanciamiento social es una forma adecuada de combatir la pandemia, el aislamiento informativo puede ser uno de los peores enemigos a la hora de saber cómo actuar frente a la enfermedad.

Fuentes: Organización Mundial de la Salud / Seminario Periodismo en la pandemia del Knight Center / Ryerson University.

Categorías: Política, Salud
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