Alemania, India, los Países Bajos, Botswana y el Reino Unido, son sólo algunos de los países a fueron a parar los niños indígenas canadienses después de haber sido arrancados de sus hogares y territorios tradicionales por las autoridades gubernamentales durante el período de los años sesenta, llamado “Sixties Scoop”, o “La redada de los años sesenta”. El poder visualizar esa diáspora forzada es la intención detrás del recientemente presentado mapa interactivo titulado “En nuestras propias palabras: cartografía de la diáspora de la redada de los sesenta”.

Durante lo que ahora se conoce como la Redada de los Sesenta, las agencias federales y provinciales ponían anuncios como este en los periódicos, tratando de colocar a los niños indígenas para su adopción en los hogares de los blancos. (Foto: CBC)
Esta iniciativa es el resultado de la colaboración entre la Sixties Scoop Network, la Red de la redada de los sesenta, llamada previamente National Indigenous Survivors of Child Welfare Network (Red nacional de sobrevivientes indígenas de la Agencia de bienestar infantil), y Raven Sinclair, profesor de la Universidad de Regina, quien inició el proyecto Pe-kīwēwin (Regresando a casa).
«Es un proyecto que busca visualizar nuestras historias y llevar nuestras historias al mundo. Quiero ayudar a que los que han sido llevados lejos tengan una voz», explicó Colleen Hele-Cardinal, cofundadora de “La redada de los años sesenta”, una organización de base con sede en Ottawa que agrupa a los sobrevivientes de esa experiencia.
«Mucha gente cree que esa redada de los años sesenta ocurrió solamente en Canadá. Pero miren cuán lejos se llevaron a nuestros hijos, cuán lejos de nuestras tierras tradicionales nos llevaron. Necesitamos mostrar ese desplazamiento visualmente».
Colleen Hele-Cardinal, cofundadora de “La redada de los años sesenta”.
Entre los años 50 y principios de los 90, más de 22.500 niños indígenas en Canadá fueron aprehendidos por agencias de bienestar infantil y colocados bajo la tutela de padres adoptivos o familias de acogida no indígenas. Como resultado, esos niños perdieron sus identidades culturales.

Colleen Hele-Cardinal es cofundadora de la Red Scoop de los años sesenta. (Foto: Kate Tenenhouse/CBC)
Canadá firmó un acuerdo de arreglo de acción colectiva por 875 millones de dólares con los supervivientes de las Primeras Naciones y de la Scoop Inuit de los años sesenta en 2017, y algunos empezaron a recibir una compensación provisional del acuerdo este mes. Pero a diferencia de las audiencias celebradas por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación o la investigación nacional sobre mujeres y niñas indígenas desaparecidas y asesinadas, Hele-Cardinal dijo que los supervivientes del Sixties Scoop no han tenido ningún proceso formal para compartir sus historias.
«Quiero que el mundo sepa lo que nos pasó. La gente cree que Canadá es un país increíble. Pero por lo que nos pasó está lejos de serlo».
Colleen Hele-Cardinal, cofundadora de “La redada de los años sesenta”.
Los sobrevivientes que decidan participar en la elaboración de este mapa pueden agregar en el sistema, la cantidad de información que consideren necesaria incluyendo fotos y videos, además de narraciones sobre su nacimiento, su viaje de adopción y su repatriación. Hele-Cardinal dijo que será una herramienta valiosa para que los sobrevivientes encuentren a sus familiares, se conecten entre sí y hagan escuchar sus voces en sus propias palabras.
En abril, el organismo de protección de los derechos humanos, Amnistía Internacional Canadá anunció que se asociaba con la red para sensibilizar a la opinión pública sobre lo que vivieron los indígenas que cayeron en la redada de los años sesenta.

Los manifestantes de La red de la redada de los años 60 protestan llevando carteles reclamando compensación y apoyo del gobierno. (Meagan Fiddler/CBC)
Ana Collins, asesora de derechos indígenas en esta organización, dijo que el “Sixties Scoop” es una violación de los derechos humanos, y espera que los ocho millones de miembros de Amnistía Internacional puedan ayudar a que las personas afectadas puedan reanudar el contacto con sus familias, su comunidad y su nación.
«Es una forma de avanzar hacia la justicia», dijo Ana Collins.
«Cuando se habla de niños indígenas que fueron arrancados de sus territorios y enviados tan lejos, donde hay barreras lingüísticas, diferentes medios de comunicación, diferentes gobiernos, es complicado. El involucrar a una red de millones de personas que potencialmente podrían difundir la historia de la redada de los años sesenta y abogar en sus propios estados, esa es la fuerza que Amnistía tiene en esta situación».
Ana Collins, asesora de derechos indígenas de Amnistía Internacional.
Fuentes: CBC / J. Deer / Canadian Press / RCI
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