Los efectos de la pandemia de coronavirus siguen haciéndose sentir en la economía canadiense, que en abril último conoció su declinación más importante de las últimas 6 décadas.
Los números podrían ser indicativos de las dificultades que afrontará la actividad económica nacional, a la hora de recuperar la actividad en la era post-coronavirus.
Según los datos que viene de publicar la agencia canadiense de estadísticas, el Producto Interno Bruto del país registró en abril una caída del 11,6 por ciento, con una contracción de la economía del 18, 2 por ciento respecto de febrero, cuando la actividad aún no se encontraba bajo los efectos de las medidas destinadas a combatir la circulación del virus.
La debacle afectó a la totalidad de los sectores de la industria canadiense, que seguramente mostrarán señales de alivio si se confirman las previsiones que anunciaban una recuperación en el mes de mayo que, de todos modos, no superaría el 3 por ciento.
Las manufacturas en su peor momento
El sector de la industria manufacturera siguió la tendencia a la baja que ya se había verificado en marzo de este año, con una caída general del 22,5 por ciento.
La cifra no sorprende si se toma en cuenta que la parálisis del sector fue casi total, con numerosos establecimientos que cesaron en forma total su producción y otros, los menos, operando a niveles mínimos.
Las manufacturas durables cayeron 29,2 por ciento, con la producción de maquinaria para el transporte 49,6 por ciento abajo. La industria automotriz fue una de las más afectadas con una contracción de la actividad del 97,7 por ciento en la fabricación de unidades y del 86,4 por ciento en la elaboración de autopartes.
La situación se explica por la falta de actividad del sector tanto en suelo canadiense como en territorio estadounidense.
La fabricación de productos en metal bajó 27,7 por ciento y la de maquinaria 17,2.
Por su parte, la producción de bienes no durables, entre los que se cuenta, por ejemplo, el rubro alimentos, cayó en abril 15,4 por ciento. Fue, precisamente, el segmento alimenticio el que más contribuyó a la baja, con una contracción del 12,8 por ciento, golpeado además por los casos de infecciones detectados en algunos establecimientos, sobre todo en los dedicados a la elaboración de carnes.
La producción de petróleo y carbón, como así de sus derivados, también mostró las consecuencias de la menor demanda, con una reducción del orden del 25 por ciento, a la que hay que sumar la sobreproducción y la caída de precios a nivel mundial, que venían registrándose desde antes de la pandemia.
Fuerte caída en las ventas minoristas
La venta en los comercios al detalle bajó 22,9 por ciento, impulsada por la menor cantidad de adquisiciones de rodados, con una baja del 41,8 por ciento.
Por su parte, el negocio de vestimenta y accesorios tampoco pudo escapar a las consecuencias de la pandemia, perdiendo cerca de dos tercios de su volumen habitual de transacciones, mientras que la venta de libros, música y artículos relacionados con los pasatiempos decayó alrededor del 50 por ciento.
Los comercios del rubro general perdieron 17,2 por ciento de su actividad habitual, mientras que el dedicado a alimentos y bebidas se redujo 14,3 por ciento.
Además, la menor circulación de personas y vehículos se vio reflejada en la caída de las ventas en las estaciones de servicio, donde la demanda de combustible fue 18,3 por ciento inferior respecto de marzo.
La hotelería y la restauración se contrajeron 42,4 por ciento, siendo este uno de los sectores más afectados por la “inactividad” a la que obligó la pandemia. En lo que va del año, la caída acumulada llega al 64 por ciento.
Los temores a los contagios y las “complicaciones” para las compras en persona, surgidas por las medidas de prevención en vigencia llevaron a un nuevo aumento de las transacciones en línea. Los consumidores privilegiaron el uso de internet para la adquisición de los productos, lo que se tradujo en un aumento del rubro de 17,3 por ciento.
Menor demanda de viviendas
El mercado inmobiliario tiene motivos suficientes para recordar con nostalgia la bonanza que conoció en años recientes.
Abril transcurrió con una caída del 3,5 por ciento para el sector, que parece poco si se compara con la baja del 57 por ciento en la actividad de las agencias inmobiliarias.
La incertidumbre en torno al empleo y a las perspectivas económicas hizo que compradores y vendedores se abstuvieran casi por completo de llevar a cabo sus operaciones.
Incidencia en el sector público
Los servicios que brinda o dependen del Estado también conocieron un mes negativo debido a la situación planteada por el Covid-19.
La actividad en áreas como la educación, la salud y la administración pública cayó 7,7 por ciento.
El sector de la salud concentró sus esfuerzos en contrarrestar la pandemia y dejó de lado o redujo considerablemente sus prestaciones en diversas áreas. En tal sentido, la atención ambulatoria se contrajo 23,9 por ciento, en gran medida debido a que los consultorios de los especialistas permanecieron cerrados.
La actividad en escuelas primarias y secundarias bajó 12,9 por ciento. Buena parte de la tarea educativa pasó a llevarse a cabo a través de internet, con los hogares convertidos en “aulas virtuales y a distancia”.
Los gobiernos provinciales y municipales bajaron su actividad 2,4 y 11,7 por ciento respectivamente, mientras que la administración federal incrementó su trabajo 1,9 por ciento, como consecuencia, principalmente, de su capacidad para adaptarse al teletrabajo.
Con la vuelta a la actividad en distintos rubros, que ya se está llevando a cabo aún a pesar de algunas restricciones y limitaciones, sobre todo de tipo sanitario, diversos analistas esperan que la economía canadiense muestre su vigor y logre reponerse a corto plazo.
En esa línea, el Conference Board Of Canada sostuvo en un informe reciente sobre las perspectivas económicas del país que espera que el Producto Interior Bruto logre recuperarse en el orden del 0,3 por ciento durante 2020 y llegar al 2,5 por ciento en 2021.
Fuentes: Statistics Canada / Conference Board of Canada.
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