Si la pandemia de coronavirus expuso la situación precaria en la que se encuentran en muchos casos los adultos mayores en Canadá, también generó una respuesta solidaria y de apoyo por parte de diversos sectores.
Es el caso de un grupo de estudiantes, que al tiempo que cursan sus formaciones en cuidados de los mayores decidieron formar una red de apoyo tanto para los ancianos como para el personal destinado el cuidado de los mismos.
Empoderamiento geriátrico
La iniciativa fue lanzada por un grupo de 7 estudiantes de diversas disciplinas relacionadas con los mayores, de la Universidad de Toronto.
El objetivo de la misma es brindar apoyo tanto a los ancianos como al personal que debe cuidar de los mismos, en el marco de las condiciones especiales que ha generado la pandemia de coronavirus.
La Asociación de Estudiantes para el Empoderamiento Geriátrico (SAGE, por sus siglas en inglés), como se ha dado en llamar el grupo, trabaja actualmente en la asistencia a los internos y personal de tres establecimientos en el área metropolitana de Toronto, pero esperan poder extenderse a otros lugares en el futuro.
Entre el abanico de actividades propuestas, los esfuerzos se centran actualmente en brindar apoyo alimentario a las instituciones y crear canales de comunicación para romper el aislamiento de los mayores.
Vanessa Rezai-Stevens impulsora de las videollamadas solidarias. Foto: Universidad de Toronto/SAGE.
Contra la soledad
Una de las constataciones que se produjeron durante las intervenciones especiales en centros para la tercera edad durante la pandemia, como en los casos en los que intervino personal de las fuerzas armadas, fue que muchos de los mayores transcurren sus días en soledad. Varios de los internos no tienen familiares cercanos que puedan ocuparse de ellos o los contactos fueron interrumpidos ante el peligro de contagio con el Covid-19.
El grupo de estudiantes implementó entonces un servicio de videollamadas, mediante las cuales los mayores pueden mantener una conversación amistosa con otra persona, en el transcurso de la cual pueden hablar de su situación o simplemente mantener un diálogo circunstancial, cuyo efecto principal es romper y disipar la soledad que rodea a esas personas.
La política de distanciamiento social implementada globalmente suspendió los hábitos de contacto tal cual los conocíamos.
La opinión pública quedó conmocionada por las revelaciones sobre la situación en los geriátricos. THE CANADIAN PRESS/Frank Gunn.
Si bien el objetivo inicial de la medida fue evitar la propagación del coronavirus, uno de los efectos no deseados fue que los sectores más vulnerables, entre los que se puede incluir a los mayores, se vieron en la imposibilidad de mantener sus ya reducidos contactos con el “mundo exterior” a los centros en los que se encuentran alojados.
Para los responsables de la iniciativa, los recursos tecnológicos de que disponemos en la actualidad hacen que romper ese aislamiento sea relativamente sencillo y afirman que una simple videollamada puede cambiar la realidad cotidiana de los ancianos.
Una segunda etapa del proyecto, que ha sido bautizada “Florecer juntos” consiste en una actividad de jardinería, mediante la cual se buscará fortalecer el bienestar emocional y mental de los mayores.
Para llevarla a cabo, los responsables se propusieron reunir herramientas y útiles de jardinería, tierra y flores para que los internos pudieran dedicarse a sus propios “jardines”, generando una actividad que no solo los ocupa y mantiene activos mentalmente, sino que recrea vínculos entre los propios internos, que deben colaborar en el cuidado de las plantas.
Los estudiantes se inspiraron de lo que vieron en un viaje a Europa. Foto: Universidad de Toronto/SAGE.
La otra pata de la mesa
Pero los integrantes de la Asociación no sólo fijaron su atención en los internos de los hogares para mayores, sino también en el personal que se desempeña en los mismos y que, durante la pandemia, debió enfrentar situaciones estresantes, no siempre con los mejores recursos.
Para ellos, el grupo diseñó lo que dio en llamar “Notas de ánimo”, que consisten en que un voluntario envía una carta a los trabajadores de primera línea, expresando a ellos el reconocimiento por sus esfuerzos y compromiso, además de resaltar la importancia que los mismos tienen en la tarea de contener la pandemia.
El bienestar de los mayores depende en buena medida del trabajo cotidiano del personal de cuidados que, además de poner en riesgo su propia salud y de llevar a cabo su función en condiciones que distan de las ideales y que muchas veces involucran peligros para ellos mismos, no siempre obtienen la gratitud social ni de parte de las autoridades y responsables.
Además de las cartas, la asociación buscó la participación de empresas y restaurantes para asegurar la provisión de café, comidas, bebidas energizantes y productos de higiene. Por ejemplo, una de las voluntarias del grupo recorre personalmente los centros entregando café y bocadillos al personal de los mismos.
No hacen falta grandes recursos para cambiar la vida de los mayores. Foto: iStock.
Ejemplos y modelos
El grupo buscó llevar a cabo acciones simples pero efectivas, que pueden tener efecto rápido y evidente en la mejora de las condiciones que enfrentan tanto los mayores como los trabajadores de los centros de cuidados.
La inspiración para estas iniciativas surgió luego de un viaje a Amsterdam, en el que los estudiantes acompañaron a uno de sus profesores, para estudiar y analizar las estrategias e innovaciones sociales implementadas en Europa respecto al cuidado de los ancianos.
La experiencia vivida llevó a los estudiantes a considerar que, más allá de la instrucción recibida en sus diferentes cursos relacionados con la salud y el cuidado de los mayores, era necesario hacer algo más, para revertir la situación compleja que se presentó en los hogares para ancianos en diversos sitios del país.
Con material de la Universidad de Toronto.
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