Johana Botero-Giraldo

Johana Botero, un reflejo de la valentía de los trabajadores en pandemia

“Pacientes muriendo sin cuidados adecuados, otros que seguían necesitando atención cotidiana en medio de una pandemia que se cobró la vida de los mayores. Quebec estaba muy preparado en términos de equipos e infraestructuras, nunca viví la falta de implementos de protección. El problema fue la falta de personal de salud durante lo peor de la pandemia en Quebec.”

Conocí a Johana Botero, enfermera de profesión, hace un par de años. Una persona muy creativa, con ideas muy claras sobre su futuro académico y laboral, decidida a hacerse su lugar en el mundo en la provincia de habla francesa por excelencia de Canadá. La pandemia que azotó los primeros meses a Quebec me demuestra que no estaba equivocada. Ella la enfrentó, con miedo, con mucha incertidumbre, hasta con una depresión en un momento. Pero también con mucha valentía.

Nunca bajó los brazos.

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Johana Botero-Giraldo

COVID-19  y la falta de mano de obra especializada

El sistema de salud de Quebec está muy bien preparado en materia de equipos y de infraestructura. Pero no así en mano de obra calificada. Y COVID-19 puso aún más al desnudo esa carencia de profesionales de la salud, dice Botero.

Los principales centros donde se dispararon los contagios por la pandemia se produjeron en las residencias privadas y públicas para adultos mayores, los CHSLD, Centros hospitalarios de cuidados de larga duración, que acogen a pacientes que han perdido su autonomía y que requieren de cuidados especializados y atención 24/24.

Al llegar a Quebec, Johana trabajó en esos hogares como auxiliar de cuidado: “en la noche éramos 3 auxiliares de cuidado, con una enfermera para 72 pacientes, en donde al menos el 90% de ellos, requería cuidados de higiene especiales. Era un trabajo muy pesado para tan poco personal».

Johana creyó tocar el cielo con las manos cuando fue aceptada como inmigrante en Canadá. En su país estudió una maestría y se había formado como enfermera-jefe. Trabajaba 45 horas semanales, incluyendo fines de semana, turnos de noche de 12 horas ininterrumpidas, con un salario no acorde a su experiencia ni formación.

«Cuando llegué a Canadá, encontré un empleo como auxiliar de cuidados y mi salario que supera al que cobraba como enfermera jefa en mi país, con turnos de 8h en la noche, con 1h15min de pausa para descansar, comer o dormir, o sea me sentía en la gloria, con una vida laboral de calidad”.

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Recientemente Johana había obtenido un puesto, uno más entre otros, como consultora en cuidados paliativos en el hospital de su establecimiento de salud, CLSC de los Maskoutains – CISSS Montérégie – Est.

Un puesto que requería menos carga laboral dado que trabajaba 4 días a la semana, libre los fines de semana.

Pero COVID-19 trastornó toda su vida laboral y familiar, así como la de sus colegas.

Un estrés de los trabajadores de la salud difícil de soportar

 Los contagios se aceleraron y los decesos se acumulaban día tras día. La falta de personal generó presión en los profesionales y todos aquellos del sector de la salud porque los obligaba a trabajar sin los descansos a los que tenían derecho anteriormente.

Zona de ayuda, en zona caliente unidad covid Hôpital.Pierre-Boucher CISSS de la Montérégie-Est. Fotos tomadas de: https://www.facebook.com/CISSSME/

“Tuve que hacerme la prueba de Covid-19 varias veces por riesgo de contacto con posibles casos positivos en las unidades donde tuvimos eclosiones, viví esa incertidumbre. Mis colegas audiólogos, fonoaudiólogas, auxiliares de cuidado, enfermeras entre otros, contrajeron el virus al ser trasladados a otros establecimientos a dar apoyo en cualquier área, sin formación ni orientación previa”.

Todos los profesionales de la salud viven diariamente estrés y presión laboral, dice Johana, especialmente por la falta de personal lo que se refleja en los turnos que deben continuar obligatoriamente, aunque no se encuentre un reemplazante, ya que el Código de profesiones y deontológico protege a la población y sus necesidades, igual que la orden profesional indica Johana.

“Por esta razón, por ejemplo, una enfermera, está en la obligación de proteger a sus pacientes y no dejarlos sin supervisión en ningún momento, y si el empleador no tiene como reemplazarla, debe continuar su turno aunque su familia la esté esperando, esté cansada y no se encuentre en condiciones de trabajar.  Si su reemplazo no llega, debe continuar”.

Un decreto ministerial, la gota que colmó vaso

Un decreto ministerial del 21 de marzo permitió a los directivos de la salud cancelar la licencia de las enfermeras, sus vacaciones y anular sus convenios colectivos.

“Mi horario cambió drásticamente, debía trabajar 5 días a la semana y no 4, con un fin de semana sobre dos “disponible” para ser transferida a cualquier otro de nuestros centros hospitalarios según la necesidad. Por suerte me encuentro en una región que resultó menos afectada por la pandemia y no tuve que ser transferida; pero no todos mis colegas contaron con la misma suerte, las enfermeras y profesionales de la salud con menos antigüedad en la institución, sin un puesto fijo, fueron trasladados a los establecimientos con mayor necesidad de personal y con unidades Covid-19.  A eso se le agregaba el temor al contagio”.

Las declaraciones de Johana Botero apuntan totalmente en la misma dirección de cifras reveladas recientemente por el Ministerio de Salud y Servicios Sociales (MSSS)

Unos 13.655 trabajadores de la salud han sido infectados con COVID-19 en Quebec desde el comienzo de la pandemia lo que representa un 25% de todos los casos que incluyen a la población.

Estos datos se refieren únicamente a los trabajadores de la red pública y excluye al personal que trabaja en residencias privadas de ancianos (RPA) y recursos intermedios (IR), para los que el MSSS dice no recopilar datos. La provincia también informó sobre nueve muertes entre su personal médico.

Hospital designado zona covid de la Montérégie.
Fotos tomadas de: https://www.facebook.com/CISSSME/

La orden ministerial del 21 de marzo sigue vigente, a pesar de que el 21 de julio, Quebec pidió a los jefes de las instituciones públicas y a los de las instituciones privadas contratadas que reevaluaran -con la ayuda de los sindicatos- si se podía poner fin a ciertas medidas.

800 enfermeras han dimitido desde el comienzo de la pandemia sólo en la isla de Montreal

Los datos se desprenden de una encuesta solicitada por el diario Le Devoir de Montreal.

No puede sorprender entonces las reflexiones que hace Johana sobre su propio recorrido en tanto que profesional durante la pandemia, y que refleja lo que vivió la mayoría del personal de la salud.

“Todos estos cambios, iniciar un nuevo puesto con un nuevo equipo en medio de una pandemia, donde el estrés nos agobia, donde no te sentiste bien recibida, la presión laboral era alta, la incertidumbre de atrapar el virus, de ser obligada a desplazarse a otro lugar donde nunca habías trabajado, sentir la presión constante de tu nuevo jefe quién seguramente tenía muchas presiones también pero que podía descargarlas en nosotros, que ponía en tela de juicio tu trabajo, tu desempeño, generó en mí una gran presión laboral, fatiga extrema, pérdida del apetito, hasta el punto de no ser capaz de dormir, ni tener fuerza de ocuparme de mi familia y terminar en depresión.”

A pesar de todo esto, Johana no piensa renunciar. Ella y sus colegas se preparan ya para un eventual regreso del nuevo coronavirus.

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Quebec asegura estar preparado para una segunda ola 

El gobierno de Quebec ya puso en marcha medidas para recomponer el sistema de atención en los hospitales y centros de salud en vistas de la llegada del otoño y del frío. Johana destaca el contrato de 10 000 auxiliares de cuidados, que ya iniciaron una formación pagada y que estarán listos a trabajar para frenar nuevamente a la pandemia, “especialmente en las residencias privadas de personas de la tercera edad y en los CHSLD Centros de larga duración”.

También espera que esa medida lleve a mejorar las condiciones laborales de los profesionales de la salud que hicieron frente a la peligrosa pandemia de COVID-19.

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Johana tiene palabras de agradecimiento a los programas de ayuda a los empleados, cuyos terapeutas y psicólogos aliviaron las cargas emocionales negativas que conlleva el trabajar bajo un estrés extremo.

Pero advierte que los «empleadores están presionando y buscando las maneras para que sus enfermeras incapacitadas regresen a sus puestos de trabajo».

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También reconoce el trabajo de la Federación interprofesional de la salud, FIT, sindicato que trabajó desde el inicio para proteger los derechos y las condiciones laborales de los profesionales de la salud. “Las enfermeras han demostrado ser la columna vertebral de todos los servicios de la salud, al igual que a los auxiliares de cuidado y enfermeros auxiliares quienes dan cuidados directos, de vida cotidiana a cada uno de esos pacientes” afirma Johana.

Hoy Johana ya tiene su mirada puesta en el futuro cercano.

Johana Botero Giraldo,  inf. M.Sc, jefe de equipo de la clínica de cuidado y enfermera especialista de cuidado de heridas CLSC des Maskoutaines, CISSS de la Montérégie Est, mentora de enfermeros inmigrantes, profesional consejera para Proyecto de la Orden de enfermeras y enfermeros de Québec, agente y asociada para la agencia en inmigración CI CANADÁ, Docente de cátedra Cégep de Saint Hyacinthe. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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