Julián Palma dedica 100% de su tiempo al arte. Vive de él. Cuando no está haciendo murales en las calles de Montreal, está asistiendo a otros artistas, está pintando en su taller o dando talleres. Siempre está aprendiendo, dice, aun cuando tiene casi 16 años de experiencia en el arte urbano.
Comenzó a hacer murales en su Colombia natal. Llegó a Canadá en 2011 y como casi todo nuevo inmigrantes debió buscar nuevas conexiones que lo llevarían, eventualmente, a continuar con lo que más disfruta hacer: pintar. Dos años más tarde esas conexiones rindieron frutos y gracias a MU MTL, organismo que tiene como objetivo “hacer de Montreal un MUseo a cielo abierto”, hizo su primer mural.
El amor y la esperanza suelen ser temas que inspiran a Julián, quien en sus palabras siempre resalta la necesidad de que el arte tenga un sentido comunitario, social. Su obra más reciente rinde homenaje a las madres monoparentales de Montreal Norte, uno de los vecindarios más populares de esta ciudad canadiense.
Al presentar el mural, Julián escribió las siguientes palabras:
“Tributo a las madres monoparentales que consagran tiempo e intención a crecer por ellas mismas y por sus hijos.
A la energía y fuerza femenina.
A la guía y protección.
A la fertilidad y la libertad.
Al amor”

La obra más reciente de este artista de origen colombiano rinde homenaje a las madres monoparentales de Montreal Norte. Foto: Karol Cajica
RCI conversó con él vía telefónica para conocer más sobre su recorrido como inmigrante, artista, montrealés y canadiense en una ciudad que cataloga como la “mejor para migrar y hacer arte público.
-¿Cuánto tiempo tienes en Montreal y cuánto llevas haciendo murales?
-Yo hago murales desde que estaba en Colombia. El primer mural público en Montreal lo hice en 2013. Comencé a hacer murales en 2005, hace casi 16 años.
Llegamos a Montreal en 2011 y el primer mural lo hice en 2013, que fue el tiempo que me tomó de empezar a conectarme porque no conocía a nadie aquí del medio artístico. En 2013 tuve el primer chance que me dio MU Mtl de hacer un mural público.
-¿Cómo se da el proceso? ¿Contactas al organismo u organización? ¿Te contactan para hacer los murales?
-Hay diferentes procesos. Hay convocatorias a las que puedes aplicar directamente. A veces recibes invitaciones directas también. Y hay casos como el más reciente -el de las madres monoparentales- en el que me asocié con Sergio Gutiérrez, un artista chileno que está muy implicado con el arte en Montreal Norte, en descentralizarlo y llevarlo a áreas como esa. Con él hicimos una aplicación completa a un programa de arte mural de la Ville de Montréal (PAM –programme d’art mural de la Ville de Montréal) y recibimos el financiamiento para hacer el proyecto.

Memoria del corazón es el título de este mural, creado para la Sociedad de Alzheimer de Montreal en 2016. Foto: Olivier Bousquet.
-¿Cuáles son los temas que generalmente te gusta plasmar?
-Son temas diversos que vienen desde el gusto, lo que me preocupa, inquietudes. Me gusta que el arte tenga un fondo más comunitario, que tenga un propósito social, es lo que más me interesa.
En Montreal no es muy evidente poder llegar a hacer proyectos de ese tipo, pero sí he tenido el chance de poder hacer cosas que están involucradas con la comunidad y eso es lo que más me interesa.
-¿Por qué dices que no es evidente hacer ese tipo de proyectos en Montreal?
Es un punto de vista personal porque hay gente que puede estar en desacuerdo con esto, pero digamos que hay mucho control sobre el contenido del arte público. Tú no puedes ir a pintar como en Latinoamérica donde no hay tantos filtros, entonces los artistas van y pintan, critican y exponen y toman una posición frente a realidades. En Montreal todo está mucho más controlado. Por ejemplo hice uno de Ariel…
La esperanza, una inspiración
-Efectivamente quería preguntarte qué te llevó a hacer ese mural. ¿Qué sentiste?
-El mural de Ariel es de los que más satisfacción personal me ha dado, el que le ha dado más sentido a pintar. Lo hice en verano de 2019. Me nació la inquietud un día que estaba caminando por la calle y vi un panfleto de Ariel y me dije ‘oye, ya nadie está hablando de Ariel. ¿Qué pasó?’ Me puse a mirar y vi que iba cayendo en el olvido gracias a la velocidad con la que consumimos información, que nos vuelve muy insensibles a las cosas. Hay cosas que realmente no se deben olvidar de la memoria. En lo personal me tocó porque yo también soy inmigrante y mi hijo tiene el mismo perfil que tiene Ariel, un peladito de 10 años que sale a jugar fútbol. Yo dije que es la adversidad más horrible que se puede vivir, que tu hijo se te desaparezca…
Hay un encuentro de barrio que se llama Cannettes de ruelle (Latas de la vereda), que pasa en Rosemont en donde te dan carta abierta para pintar. Es el único de los encuentros que te da carta abierta, sin tener que presentar boceto ni nada. Me dije que era el momento para pintar algo para Ariel. Entonces entré en contacto con Réseau-Enfants Retour. A través de ellos pude contactar a Fred, el papá de Ariel y le comenté mi intención. Él habló con su esposa y esa misma tarde me dijo ‘dale, píntalo’. Me dijo cuando conversamos que para él Ariel todavía está vivo y que va a volver.
La esperanza, en este caso, fue mi motivación para hacer este mural.
En este punto es necesario recordar que Ariel Jeffrey Kouakou desapareció el 12 de marzo de 2018. La última vez que fue visto había salido de casa e iba en camino a visitar a un amigo, a pocas cuadras. Imágenes de cámaras de seguridad lo mostraron entrando en el Parc des Bateliers, pero no hay evidencia de que haya salido de ese parque. Durante la búsqueda inicial, la policía de Montreal buscó por todas las cercanías e incluso se utilizaron rompehielos en la Rivière des Prairies, para tratar de ubicarlo. Pero un mes más tarde, la policía puso fin a la búsqueda en el río, argumentando que las aguas eran muy peligrosas.
-¿Para ti cuál es la importancia del arte público?
-Pienso que el arte público es una herramienta de transformación y de integración. La gente que no tiene educación artística, a veces, no tiene el interés de ir a un museo, o no tiene los medios para ir a una galería y comprar una obra que vale no-sé-cuántos- miles de dólares -el mercado del arte me parece a mí, como todos los mercados, bastante vicioso-, pero el arte público permite a la gente ver, sentir, cambiar, cuestionarse. Solo el hecho de estar en un barrio desfavorecido, un mural cambia el barrio. Generalmente cuando hay un mural, después hay dos y tres y cuatro… Todo eso hace que la energía del lugar cambie, que el espíritu de la gente se alegre o al menos que la cotidianidad cambie. Yo creo que el arte urbano es maravilloso.
-¿El arte es tu trabajo a tiempo completo?
-Yo trabajo 100% como artista. No siempre hago mis murales. Trabajo mucho en colaboración con MUMTL y con diferentes organismos. Cuando no estoy pintando mis murales estoy asistiendo a otros artistas. Montreal es un lugar maravilloso. Hay artistas talentosísimos acá. Al mismo tiempo que voy trabajando voy aprendiendo. También trabajo como educador pues doy talleres de serigrafía. Tengo mi taller y hago pinturas, dibujos e ilustraciones. Mi full-time es la imagen…

Julián Palma es artista a 100%: cuando no está haciendo murales, está haciendo pinturas en su taller o asistiendo a otros artistas. Foto: Olivier Bousquet
-¿A qué se parece el futuro de Julián Palma?
-Es una buena pregunta (risas). Mi largo plazo máximo son dos semanas. La verdad es que vivo muy al día. No tengo una planificación de qué es lo que va a pasar, pero tengo mucha esperanza en poder seguir pintando. Lo que más quiero es tener más oportunidades para seguir haciendo murales propios. ¿Cómo veo mi futuro? Bastante incierto… como todos en estos momentos.
Quiero agradecer a Montreal porque es una escena vibrante. No hay mejor lugar para migrar y hacer arte público que Montreal. Es increíble la cantidad de gente que hace cosas acá. Todos son muy talentosos.
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