Distintos estudios en Canadá han demostrado que la pandemia ha tenido un impacto más severo entre las comunidades inmigrantes, racializadas, que señalan la existencia de un racismo estructural.
Según un artículo de Germaine Tuyisenge y Shira M. Goldenberge publicado el 1 de febrero en la revista médica Lancet, el concepto de comunidades racializadas significa una construcción social que describe a aquellos grupos que tienen asociados significados raciales que afectan a su vida económica, política y social, además de designar a las comunidades de inmigrantes en muchos contextos.
En Ontario, la provincia más populosa de Canadá con 15 millones de habitantes, los inmigrantes representan algo más del 25% de la población, pero un 43% de los casos de Covid-19, son personas que hacen parte de las minorías visibles racializadas.
Por otro lado, distintos reportajes han destacado que los trabajadores de apoyo personal, que se encargan de prestar cuidados a los adultos mayores que viven en residencias, provienen de comunidades inmigrantes.
Estos centros de cuidados a largo plazo, sobre todo aquellos en manos del sector privado, han registrado los niveles más elevados de mortalidad debido a la pandemia, en comparación a aquellos centros públicos.
Ejemplo de la difícil situación que enfrentan los inmigrantes que trabajan en el sector del apoyo personal y que reciben paga por hora trabajada es la experiencia de Halima, que pidió que sólo se utilice su nombre y no su apellido. Por quince años ella pudo mantener a sus tres hijos trabajando largas horas cuidando a personas mayores en residencias de ancianos o en sus domicilios en Toronto.
A medida que aumentaban los contagios de la pandemia el año pasado, las horas de trabajo de Halima fueron reduciéndose debido a que los trabajadores de apoyo personal en Ontario estaban obligados a trabajar en un solo lugar para evitar que el virus pueda expandirse de un centro a otro. Debido a esto, Halima se encontró en la situación de no poder pagar el alquiler mensual de su apartamento, que era de 1.800 dólares.
A fin de poder conservar un techo para su familia, Halima tuvo que recortar los gastos de alimentación. Como trabajadora a tiempo parcial, ella no tiene beneficios ni días de enfermedad pagados.
«La comida y el alquiler, todo es muy caro. Es difícil vivir ahora», dijo Halima en una entrevista.
Canadá está batallando para poder controlar una segunda oleada del Covid-19 y detener la propagación de nuevas cepas. Las personas mayores han sido las más afectadas por la pandemia: el 70% de las más de 20.000 muertes a causa del Covid-19 en Canadá se han producido en residencias de adultos mayores.
Aún antes de la pandemia, los trabajadores de apoyo personal, que es un sector caracterizado por los salarios bajos, tenían que hacer esfuerzos enormes para poder pagarse una vivienda en las costosas ciudades canadienses.
Con la irrupción del Covid-19, la situación de muchos trabajadores de este sector ha empeorado, empujando a algunos a quedarse sin vivienda y dejando a otros al borde de quedarse literalmente en la calle, cuentan los trabajadores del sector, los administradores de los albergues para personas sin techo, los funcionarios sindicales y los defensores de la salud.
Al centro de su lucha se encuentran los bajos salarios y la reducción de horas de trabajo en medio de las restricciones de la pandemia que no les permite a estos trabajadores de cuidados personales laborar en varios centros de cuidados a largo plazo. El problema es más grave para los trabajadores a tiempo parcial en las residencias privadas, cuyo propósito es el lucro.
En la populosa provincia de Ontario, la mayoría de los trabajadores de cuidados personales son mujeres y cerca del 60% trabajan en residencias de ancianos con fines de lucro, muchas de ellas a tiempo parcial y en lugares donde se registra una elevada rotación de personal, según un reciente informe de la Fundación Canadiense de la Mujer.
A algunas trabajadoras les pagan apenas algo más que el salario mínimo, lo que significa que apenas ganan lo suficiente, incluso trabajando a tiempo completo, lo que las sitúa cerca al nivel de pobreza en la categoría de ingresos para una persona soltera sin personas a su cargo.
Según una encuesta reciente, el 67% de las trabajadoras de este sector declararon que en la actualidad llevan menos dinero a casa que antes de la pandemia.
Incluso los trabajadores a tiempo completo que ganan un salario promedio en Ontario no alcanzan a superar el nivel de la pobreza para una familia de cuatro personas viviendo en Toronto.
«Sospecho que las personas que se encuentran a uno o dos sueldos de quedarse sin hogar ahora no tienen esa protección», dijo Naheed Dosani, médico y activista de la justicia sanitaria en Toronto.
Dosani añadió que este sistema «quebrado» está empujando a los trabajadores de primera línea, incluidos los trabajadores esenciales en el sector de la salud, a quedarse sin hogar. Esta situación es también un riesgo para la salud de la comunidad, ya que los trabajadores podrían llevar el Covid-19 de los centros de atención para adultos mayores a los refugios para personas sin techo y viceversa.
El año pasado se produjo en Ottawa un brote de Covid-19 en un albergue para personas sin techo. Al origen se encontraban dos mujeres que trabajaban en el sector de los cuidados de larga duración, pero que vivían en el centro para personas sin techo.
«Simplemente no pueden ganar suficiente dinero como para pagar un alquiler de Ottawa», dijo el doctor Jeff Turnbull, director médico de Ottawa Inner City Health, a una comisión que investigaba el impacto del Covid-19 en las residencias de ancianos de la provincia de Ontario a finales de diciembre.
No existen estadísticas oficiales sobre el número de trabajadores de cuidados personales que viven en refugios y otras viviendas de emergencia, aunque miembros del personal de primera línea en Ottawa y Toronto indicaron que es un problema creciente.
En un albergue para mujeres sin techo en Ottawa, el Cornerstone Housing for Women, el uso del refugio ha visto un aumento en un 47,5% en comparación al período previo a la pandemia, dijo la directora ejecutiva Sarah Davis. Este organismo atiende ahora a unas 200 mujeres al día y alrededor del 5% de ellas son trabajadoras de primera línea, incluidas trabajadoras de cuidados personales.
«Las mujeres intentan ahorrar dinero y (vivir en refugios) es una de las únicas opciones que pueden tener», dijo Davis.
Cornerstone y otros tres refugios en Ottawa dejaron de aceptar nuevos clientes esta semana debido a los brotes del Covid-19, que se han visto agravados por la aparición de nuevas cepas.
En Columbia Británica, la provincia introdujo complementos salariales por la pandemia que llegan a los 7 dólares canadienses por hora, además del establecimiento de horas de trabajo garantizadas.
Las provincias de Ontario y Alberta, encabezadas por gobiernos de derecha, y otras provincias, optaron por no asegurar el número de horas de trabajo, lo que se tradujo en menos trabajo y menos ingresos para muchos trabajadoras de cuidados personales, según los sindicatos.
La situación es especialmente dura en Ontario, donde los alquileres son elevados y donde muchas residencias de ancianos con fines de lucro prefieren mantener a los trabajadores sujetos a contratos a tiempo parcial en lugar de asumir las responsabilidades de reconocer a esos trabajadores como empleados a tiempo completo.
«En algunas de estas residencias el 70% del personal trabaja a tiempo parcial. ¿Por qué los quieren a tiempo parcial? Porque no quieren pagar los días de baja médica por enfermedad ni las prestaciones sociales que corresponden», explica Katha Fortier, responsable de Unifor, el sindicato del sector privado más grande en Canadá.
Los bajos salarios y la precariedad del empleo entre los trabajadores de cuidados personales no solamente se producen en Canadá. La mayoría de los trabajadores en los centros de cuidados de larga duración en los países de la OCDE son mujeres y una gran parte de ellas trabajan solamente a tiempo parcial, según un documento de la OCDE de 2019. Un número significativo necesita tener varios empleos para salir adelante.
Aun así, Canadá gasta menos que el promedio de los países de la OCDE en cuidados de larga duración como porcentaje del PIB: 1,3% frente al 1,7%, según datos de este organismo internacional.
Fuente: Reuters / CBC / Canadian Press / RCI
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.