Hay vehículos que causan problemas a sus propietarios debido a problemas mecánicos. También hay autos muy fiables en cuanto a su funcionamiento, pero que causan otro tipo de problemas a sus propietarios, sobre todo si se trata de personas negras.
Hassan (nombre ficticio), quien es de origen africano, contó los problemas que ha tenido que enfrentar al encontrarse conduciendo autos de lujo.
Hassan vive en Ottawa desde hace unos 25 años y es propietario de un comercio de venta de autos de segunda mano. Anteriormente vivió en Montreal durante unos cuatro años, pero dejó la metrópoli quebequense por la capital federal en busca de mejores oportunidades económicas.
Hace unos 15 años, Hassan tuvo problemas con la policía mientras conducía un auto de marca BMW. La policía le obligó a detener su auto para pedirle los documentos que muestren que él era efectivamente el propietario del coche. Hassan les mostró los papeles y los uniformados le dejaron continuar su camino.
En los meses que siguieron, las patrullas le detuvieron dos veces más con el mismo propósito: pedirle su documentación y la del auto.
Cuando Hassan preguntó a los policías por qué le paraban de nuevo para verificar sus papeles, ellos respondieron que se trataba de «un control rutinario», «un control aleatorio» o que «últimamente fueron robados muchos autos BMW», situación que hacía necesario llevar a cabo más controles a los conductores de esta marca alemana de vehículos.
Hassan estaba convencido de que ser detenido por la policía en tres ocasiones en tres meses mientras conducía su BMW era más una cuestión de perfilado racial que otra cosa. Acudió a una comisaría de policía para expresar su descontento por lo que le había ocurrido, pero escuchó las mismas justificaciones.
Hassan vendió entonces su BMW para evitar someterse a lo que consideraba un control excesivo por parte de los policías.
Tras esta experiencia, Hassan fue detenido nuevamente por la policía mientras se encontraba al volante de un auto marca Lexus, propiedad de un amigo que le había pedido que lo vendiera.
Una vez más, se trataba de un «control de rutina». Tras comprobar todos los papeles y asegurarse de que Hassan era vendedor de coches usados, los policías le dejaron continuar su camino.
Tras este incidente, Hassan decidió no volver a conducir autos de lujo, aún cuando él tenía los medio para hacerlo, salvo en caso de ser necesario debido a su trabajo. Tomó esa decisión debido a los problemas con la policía.
Hassan también contó otro incidente, también ocurrido en Ottawa, que puede ser considerado como un caso de discriminación racial.
Hace unos cuatro años Hassan tuvo un accidente con otro auto. La policía llegó. La agente tomó las declaraciones de la conductora del otro vehículo, una mujer blanca, pero no tomó la declaración de Hassan.
Cuando Hassan preguntó a la mujer policía por qué no tomaba también su declaración, ella respondió que la declaración de la conductora del otro auto era suficiente.
Tres días después, Hassan recibió una multa de más de 400 dólares. La policía le acusó de no haber respetado un semáforo en rojo, lo que habría provocado el accidente con el otro vehículo.
Hassan negó haber cometido esa infracción y la impugnó ante la Corte municipal de Ottawa.
Hassan cuenta que el juez más bien acusó a la policía por no haber tomado su declaración, de tomar la versión de una sola de las partes, y por haberle impuesto una multa más elevada de lo que correspondía si realmente no había respetado un semáforo en rojo. El juez anuló la infracción y la multa, según Hassan.
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