Primera dosis a la mayor cantidad de gente posible es la propuesta. Foto: iStock.

Vacunar al mayor número de personas para hacer frente a la tercera ola de casos

Desde que se comenzó a hablar de las campañas de vacunación, los criterios para llevarlas a cabo ocuparon buena parte de la atención.  La postura consensuada de que debía privilegiarse sobre todo a las poblaciones en riesgo, incluyendo a trabajadores de la salud y personas ancianas, primó rápidamente.

Un nuevo estudio propone algunas correcciones a los actuales lineamientos, incluyendo el riego que representan el lugar de trabajo y de residencia, como factores determinantes.

Los suministros han sido desiguales y con demoras. Foto: iStock.

La tercera ola

Un grupo de expertos canadienses propuso actualizar los criterios para fijar las prioridades en el suministro de la vacuna basándose, principalmente, en la necesidad de hacer frente a la tercera ola de contagios, que parece estar ya en marcha y que sería impulsada por nuevas variantes del virus, aún más poderosas que las que ya estaban circulando.

Según el enfoque, la nueva serie de contagios podría poner en riesgo la capacidad hospitalaria en algunas provincias, ante un eventual número elevado de infectados que requieran atención.

Para los autores, las personas que podrían ser más afectadas por la nueva ola de casos son las poblaciones que viven en barrios marginados económicamente, donde las condiciones de vida hacen imposible el distanciamiento social y otras normas de prevención.

Una vez inoculados los adultos mayores, hay que redefinir los criterios de riesgo, señala la investigación. Foto: iStock.

Enfoque nuevo

Finlay McAlister, docente de la facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Alberta y uno de los impulsores del trabajo, propone concentrar los esfuerzos de inoculación en esas áreas y no sólo en criterios relacionados con la edad o condiciones médicas preexistentes.

Tras un relevamiento que involucró un universo de casos compuesto por 61.000 personas adultas, los investigadores llegaron a la conclusión de que los criterios que se manejan hasta ahora para definir los factores de riesgos incluyen, en mayor o menor grado, al 75 por cento de la población, por lo que hablar de prioridades es, al menos, poco útil.

Las dolencias más comunes, en el caso de Canadá, para definir cuadros de salud de riesgo, tales como obesidad, diabetes, presión alta o adicción al cigarrillo, a los que hay que sumar las personas que entran en la categoría de adultos mayores, incluyen a un número tan elevado de canadienses que los criterios de prioridad son inaplicables.

El estudio, que acaba de ser publicado en el periódico de la Asociación Médica Canadiense, sostiene la necesidad de incluir los datos de prevalencia local de los factores de riesgo, según la demografía y los factores socioeconómicos, así como la posibilidad de exposición al virus, como las tasas de transmisión ocupacional o geográfica.

La primera dosis alcanza a un 80 por ciento de efectividad. Foto: iStock.

Dosis para todos

Un análisis publicado recientemente en Estados Unidos sugiere que entre el 23 y el 32 por ciento de los casos de Covid-19 podrían evitarse con una estrategia de dosis única. Los datos preliminares son alentadores y sugieren que que la eficacia de una sola dosis de vacuna puede ser del orden del 80 por ciento.

Las verificaciones también indican que, para la mayoría de las personas, la efectividad tras la primera dosis de la vacuna es suficiente para justificar intervalos más largos antes de la segunda dosis. 

Esas dos consideraciones podrían sugerir a los responsables sanitarios la conveniencia de reservar una parte importante de dosis para abarcar a un número mayor de personas.

La aparición de variantes que impulsan una tercera ola de la pandemia también aboga por ofrecer una rápida protección de primera dosis a toda la población

El estudio cita los ejemplos de Israel y Reino Unido, donde tras una primera etapa de inoculación de la población considerada como de riesgo, se pasó rápidamente a una vacunación extensiva del resto de las personas. 

Las cepas que impulsan la tercera ola de casos se presentan con mayor agresividad. Foto: iStock.

El análisis también enfatiza la importancia de mantener medidas como el uso generalizado de tapabocas, el distanciamiento físico y el lavado de manos frecuente, a medida que avanzan los programas de vacunación, dado que la mayoría de los adultos en Canadá tiene al menos un factor de riesgo de COVID-19 grave.

El despliegue optimizado de la vacuna contra el coronavirus es crucial para evitar los decesos provocados por la enfermedad.

En tal sentido, los programas actuales de vacunación se encuentran bajo un enorme escrutinio. 

La investigación en cuestión sugiere  que el uso de factores de riesgo de Covid grave en una estrategia de vacunación puede no ofrecer mucho refinamiento, debido a lo extendidas que están estas afecciones. 

Por el contrario, una ponderación más detallada de los riesgos médicos, geográficos y laborales podría ser necesaria si la vacunación está limitada, ya que la tercera ola de contagios parece estar afectando de forma desproporcionada a los trabajadores esenciales de los barrios económicamente desfavorecidos.

Criterios clave

Los criterios que guían la postura de los autores son:
  • Continúa el debate sobre la mejor manera de priorizar la vacunación una vez vacunados los adultos mayores más vulnerables.
  • Aunque la edad es el factor de riesgo, tres cuartas partes de los adultos en Canadá tienen al menos otro factor de riesgo.
  • Un enfoque más matizado de la priorización de las vacunas que tenga en cuenta la prevalencia y peso de los factores como la exposición a riesgos geográficos y laborales.
  • Se debe seguir cumpliendo con el enmascaramiento universal, el distanciamiento físico y la frecuencia de las vacunas.
  • Las políticas que permiten un intervalo prolongado entre la primera y la segunda dosis de la vacuna, como recurso para maximizar el número de personas que recibirán al menos una dosis lo antes posible, dada la elevada carga de factores de riesgo.

La priorización de las vacunas es una cuestión de ética y de ciencia -dicen los autores de la investigación-, especialmente cuando las decisiones varían según las jurisdicciones, para confirmar que sus fundamentos se basan en datos y concuerdan con los valores compartidos por las poblaciones locales”.

Fuentes: Universidad de Alberta / Periódico de la Asociación Médica Canadiense.

Categorías: Política, Salud
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