La presidenta Dilma Rousseff propone una reforma política para calmar el descontento entre los brasileños. Ella sugirió el lunes la organización de un referéndum para «la elección de una constituyente» para hacer frente a la crisis social sin precedentes que padece el país desde hace dos semanas.
Sin embargo, no especificó qué tipo de reforma política pretendía. La última Asamblea Constituyente en Brasil remonta a 1986.
En una reunión con los gobernadores y alcaldes, Dilma Rousseff anunció una inversión de 18,5 mil millones de euros (más de 25 mil millones de dólares canadienses) para el transporte público, que forma parte de la primera chispa que encendió la ira popular.
Los precios de los boletos de transporte urbano causaron una crisis en el país en plena Copa de las Confederaciones de fútbol y de los preparativos para acoger la Copa del Mundo en 2014.
La Presidente recibió a una delegación que representaba a los manifestantes, que ha aceptado el diálogo con el gobierno. Sin embargo, los líderes representantes de los manifestantes señalaron que no iban a renunciar a su lucha por el transporte gratuito.
Para hacer comprender a los brasileños de que su mensaje ha sido escuchado, la presidenta Rousseff se comprometió a luchar contra la corrupción con penas más severas.
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