La reciente toma de rehenes que se llevó a cabo en Australia por un presunto refugiado iraní, Man Haron Monis en Sidney, Australia; el atentado de Saint Jean de Richelieu por Martin “Ahmad” Rouleau, en el que murió un militar y otro resultó herido aquí en la provincia de Quebec y el atentado en el Parlamento de Ottawa por Michael Zehaf-Bibeau en el que perdió la vida el soldado Nathan Cirillo, nos dejan la impresión que los autores de estos atentados no estaban lo suficientemente preparados como para que los podamos tildar de terroristas, sino más bien de individuos con problemas de salud mental.
La mayoría de los especialistas afirman que estos “lobos solitarios”, como se les ha llamado, están lejos de haber preparado estos atentados de una forma digamos, más minuciosa y profesional, como solían hacer los que preparaban atentados en otras épocas.
En el caso de Michael Zehaf-Bibeau por ejemplo, si el atentado hubiera sido preparado más concienzudamente los daños y las pérdidas en vidas humanas podrían haber sido mucho más importantes. Recordemos que Zehaf-Bibeau entró corriendo al Parlamento y pasó al lado de un salón en el que se encontraba el primer ministro Stephen Harper reunido con los ministros de su gobierno, para dirigirse hacia la biblioteca del Parlamento.
En Australia, la toma de rehenes de Man Haron Monis tampoco parecía haber sido muy bien preparada. Es más el secuestrador pidió en un momento dado una bandera del grupo armado Estado Islámico, que no pensó llevar con él en el momento de la planificación de su operación.
Estos indicios permiten pensar que todos estos individuos podrían ser etiquetados más como desequilibrados mentales que como terroristas. Más no obstante, la toma de rehenes en el café de Sidney, tuvo sus repercusiones en Canadá y según los expertos la vigilancia aumentó en el Parlamento de Ottawa.
Para el profesor Guillermo Aureano, investigador en el Centro de Estudios e Investigaciones Internacionales de la Universidad de Montreal, Cérium, está claro que en el caso de los atentados en Canadá, los agresores deben ser considerados más como enfermos mentales que como terroristas.
EscuchePablo Gómez Barrios conversó con él.
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