Donald Trump decidió utilizar a los miles de refugiados y migrantes hondureños que marchan hacia Estados Unidos como una palanca política para lograr la victoria de los republicanos en las elecciones de mitad de mandato del próximo 6 de noviembre. Lo que corresponde es suspender el Acuerdo de tercer país seguro que Canadá firmó con Estados Unidos.
Esto es lo que sostiene en un artículo publicado en la prensa canadiense, escrito por el Secretario General de Amnistía Canadá, Alex Neve.
Entrevistado por Radio Canadá Internacional, Neve explica que los canadienses no deberían sorprenderse ante las declaraciones anti inmigrante de Trump, y que tomando en cuenta que Estados Unidos avaló el fraude electoral que llevó a la presidencia a Juan Orlando Hernández en diciembre de 2017, esto significa que Washington también es responsable de la deterioración de los derechos humanos en Honduras.
Desde su perspectiva, Neve sostiene que ante la constante denigración y burla de parte del presidente de Trump contra los centroamericanos que se dirigen hacia Estados Unidos, la posición de Canadá debe ser la de abandonar el Acuerdo del tercer país seguro porque ese acuerdo se asienta en la falsa premisa de que Estados Unidos respeta a los refugiados.

Migrante hondureño en Ciudad Tecun Uman, Guatemala, con un mensaje dirigido al presidente estadounidense Donald Trump. (Ueslei Marcelino/Reuters)
Neve destaca que Trump ha estado excretando amenazas tóxicas, llenas de odio y falsedades sobre la caravana migrante en una serie de manifestaciones políticas destinadas a apoyar a varios de sus candidatos al Congreso.
Lo que hace Trump es una muestra de desprecio a la primacía de la ley, a los derechos humanos y las normas internacionales de protección de los refugiados. Los mensajes de Trump están llenos de prejuicios y no tienen compasión. No sólo da cuenta de la lamentable situación a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos, sino que también tiene serias ramificaciones para la frontera norte con Canadá, explica Neve en su artículo.
Estos ataques se suman a la serie de órdenes ejecutivas, tweets, nuevas políticas y discursos incendiarios de los últimos 18 meses, centrados en castigar y demonizar a los refugiados y migrantes. Pero debe llegar el momento en que el gobierno canadiense reconozca finalmente que los derechos de los refugiados y migrantes están siendo implacablemente atacados en la América de Trump y que el Acuerdo de Terceros Países «seguros» entre Canadá y Estados Unidos sea suspendido.

El presidente de Estados Unidos. (Kevin Lamarque/Reuters)
La retórica ha sido horrible. En medio de aplausos estruendosos, Trump insiste en que la caravana está conformada por delincuentes. Proclama que son indeseables y que serán rechazados. Y amenaza con desplegar a los militares estadounidenses a lo largo de la frontera con México para cumplir con su promesa de que se les mantendrá fuera.
Tal es la vergonzosa conducta de un líder que vilipendia con entusiasmo a los refugiados y migrantes para ganar puntos políticos baratos y divisivos, escribe Neve.
Mientras tanto, la caravana se ha convertido en un drama humano con importantes ramificaciones políticas, visibles con cada paso de los exhaustos y decididos hondureños avanzan, bajo la mirada de periodistas de todo el mundo.
Lo que se pierde en el camino es una simple verdad: se trata de los derechos humanos.

Un migrante hondureño protege a su hijo después de que sus compañeros migrantes, parte de una caravana que intenta llegar a Estados Unidos, irrumpieron en un puesto de control fronterizo en Guatemala. (Ueslei Marcelino/Reuters)
Honduras ha estado sumida durante años en una desgarradora crisis de derechos humanos. A un ritmo alarmante, los defensores de los derechos humanos son atacados y asesinados con impunidad.
Basta ver como prueba el fiasco del juicio en curso contra ocho individuos acusados de asesinar a la internacionalmente reconocida líder indígena y activista ambientalista Berta Cáceres en 2016.
Los opositores políticos y los activistas de base que protestaron por el resultado de la polémica elección presidencial de Honduras en 2017 siguen encarcelados y se les niegan un juicio justo. Está también la colusión entre las redes del crimen organizado y los funcionarios del Estado que pone a a los jóvenes en riesgo de ser víctimas de la violencia, de ser obligados a unirse a pandillas o de enfrentarse a las consecuencias.
Todo esto en un contexto sombrío de muy pocas perspectivas de encontrar trabajo y construir un futuro seguro en Honduras. No es de extrañar que miles de personas estén huyendo del país, muchas de las cuales, en particular, tienen fuertes razones para demandar el estatuto de refugiado.
Esos son los «criminales» de los que Trump se burla.
El Acuerdo de Tercer País Seguro entre Canadá y Estados Unidos, firmado en 2004, estuvo siempre basado en la ficción de que los refugiados y migrantes en Estados Unidos son tratados de acuerdo con las normas internacionales.

Migrantes hondureños rumbo a Estados Unidos cruzan el río Suchiate con la ayuda de otros migrantes para evitar el puesto de control fronterizo en Ciudad Hidalgo. (Ueslei Marcelino/Reuters)
Sobre esa base, un fallo del tribunal federal de 2007 anuló ese acuerdo. Esa decisión fue revocada posteriormente en apelación, en gran medida por motivos legales, no porque las conclusiones sobre las violaciones de los derechos de los refugiados en los Estados Unidos fueran erróneas.
Es por esta razón que los puestos fronterizos canadienses a lo largo del paralelo 49 están cerrados a los refugiados, quienes se han visto obligados a buscar formas irregulares de cruzar hacia Canadá para solicitar protección.
Eso significa que hay personas que están haciendo viajes peligrosos para cruzar la frontera. También significa que algunos políticos y comentaristas han promovido una narrativa infundada de que hay una crisis y que hay inmigrantes «ilegales».
Esto significa que pese a cuán mala sea la situación en Estados Unidos, en lugar de enviar un fuerte mensaje de desaprobación, el gobierno canadiense le hace un guiño a Trump diciendo en los hechos que todo está bien aquí.
Trump ni siquiera pretende ofrecer un lugar seguro para los refugiados. Es hora de que Canadá reconozca esta realidad. Una vez más se está llevando adelante una impugnación judicial. Sin embargo, el Primer Ministro Justin Trudeau no necesita esperar a que un juez le ordene a su gobierno que haga lo correcto. Es hora de suspender el Acuerdo de Tercer País Seguro. Y hay que hacerlo ahora, dice el artículo escrito por Alex Neve, el Secretario General de Amnistía Canadá.
Fuentes: AI/CBC/The Gazette/RCI
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