Nueve meses de una nueva realidad. Muchos se han adaptado. Han encontrado herramientas para vivir un tiempo inédito que se está extendiendo mucho más de lo que se previó inicialmente. Otros siguen buscando esas herramientas para enfrentar el día a día, aunque la incertidumbre no dé respiro, incluso en esta etapa de vacunación y de “luz al final del oscuro túnel”.
RCI conversó con Kaisorak Madriz, psicóloga registrada en Quebec, para conocer su visión sobre la etapa que vivimos en esta pandemia, cómo ha reaccionado la gente en menor y mayor medida y, especialmente, cómo enfrentar las semanas que vienen, con la Navidad y el Año Nuevo en puertas, restricciones en buena parte de las ciudades de Canadá, y el proceso de vacunación contra la COVID-19.
-¿Emocionalmente en qué etapa estamos en estos momentos? ¿Cómo se puede definir este momento de la pandemia?
– No estoy segura si existe un nombre para este periodo, porque para muchos la existencia de la vacuna puede que sea una situación de esperanza y para otros puede ser un espacio de incertidumbre también.
Si nos quedamos en el aquí y el ahora resulta también difícil porque es como el nacimiento de un niño: tenemos nueve meses viviendo una realidad completamente diferente. Entonces este momento es de nueva incertidumbre, pero también de incertidumbre positiva frente a la vacuna.
Lea también:
- Psicólogos preocupados por salud mental de la población de cara al invierno
- Pandemia: los efectos de tsunami en salud mental de menores se pueden prevenir
- El deporte es esencial para el bienestar físico, mental y social
- Actividades al aire libre y menos Internet benefician salud mental de menores
¿Qué efecto pueden generar las restricciones, en términos generales?
-Esa incertidumbre positiva puede que esté tomada por las nuevas medidas (de restricción), que hay que aceptar. Estamos en diciembre, la vacuna no llegó en octubre, no llegó en verano, está llegando en un momento en el que hay consideraciones sobre lo que significa el tiempo de fiestas, generalmente una época de encuentro, de dar y recibir. Entonces, obviamente, estas circunstancias pueden provocar que la ansiedad y el estrés puedan reactivarse de nuevo.
En marzo hubo una especie de activación de la angustia y las personas fueron dando respuestas frente al estrés: comprar más alimentos, se acabó el papel higiénico, trato de ver cómo me organizo en la nueva dinámica en el hogar. Pero este estrés se convirtió en una situación más prolongada y para algunas personas ese estrés se convierte en crónico y agudo, generando situaciones de violencia familiar, separaciones, divorcios, creación de una vida familiar caótica. Ese estrés puede convertirse entonces en una ansiedad, que puede ser intrínseca: cómo me siento yo con esto que se mantiene en el tiempo, qué hago para calmar esa angustia y vemos cómo muchas personas han desarrollado diferentes trastornos de ansiedad, que son innumerables, pero quedémonos con el trastorno de ansiedad generalizada; y extrínseca, marcada por exigencias externas (…) Podemos ver mal manejo de la frustración y de la incertidumbre, que las personas estén más irritables, problemas de sueño, problemas para manejar y poner nombre a las emociones. Aquí es cuando hay que empezar hacer cosas.
O bien este prolongado proceso de ansiedad puede ser bien llevado, porque tienes los recursos internos, con lecturas sanas a las crisis, ves las crisis como retos. Pero también hay personas que no están entrenadas, que no tienen los recursos y que pueden ver la meta mucho más lejos.
-¿Cómo manejar el estrés y la ansiedad en estas fechas?
-Hay que tener mucho cuidado porque puede ver una tendencia a la negación, a no tolerar los límites, no nos podemos reunir, no podemos hacer grupos, tenemos que ir a espacios externos… Aquellos que han tenido dificultad para tolerar la incertidumbre, pueden tener reacciones particulares, como evitar esa realidad y se reúnen, sin evaluar las consecuencias. Se convierten en personas muy irritables… Porque hay otro externo que me está prohibiendo y lo toman de una forma muy personal.
Debemos comprender que hay un proceso de pandemia y que en estos momentos tenemos mejores recursos, más conocimiento y más recursos de apoyo y eso no quita que haya miedo, ansiedad, rabia, tristeza.
Lo más importante es hacer una lectura de lo que siento. De reconocer los sentimientos que tiene, aceptar eso como un límite y vivir la frustración. No negarlo. Si lo negamos puede haber dos tendencias: una, ir en contra de la normativa; dos, quedarte en la rabia, el miedo, la tristeza, que puede generar como consecuencia el enfermarte. También es importante saber leer el cuerpo. Son marcadores de salud.
Pueden también descansar. Ver con qué familiares pueden mantener contacto. Cómo me refugio con la tradición. ¿La tradición de Navidad me puede servir como herramienta para sentirme mejor? Decoro. Cocino una receta particular. ¿Hay cosas que se pueden seguir haciendo desde las casas en soledad o con menos familiares? La música. La comida, sin abusar. ¿Cómo me regalo espacios? Puedo crearme una rutina para los días de mayor restricción.
Mantener los vínculos. ¿Cómo mantener los vínculos con personas que sé que me quieren? ¿Cómo crear nuevos vínculos con personas que aprecio? A través de las redes. Hacer pequeños encuentros alternativos (virtuales).
Y quizá ser más creativos. No tenemos que tener una sola fiesta de Navidad. Es importante crear grupos de apoyo y mantener esa red de encuentro. Eso puede crear nuevos recuerdos, pero al fin de cuentas recuerdos felices.
Es importante ver cuánto este proceso nos ha ayudado a crecer.
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.