Kristel Ngarlem está determinada a clasificarse para los Juegos Olímpicos de Río este año. ¿Su deporte? La halterofilia o el levantamiento de pesas, si prefieren. El año pasado, cuando participó en los Juegos Panamericanos que se llevaron a cabo en la ciudad de Toronto, su ambición era modesta: terminar entre las 5 primeras. Y el 16 de julio se cumplió el sueño de la niña querida del barrio Rosemont de Montreal y terminó en cuarto lugar. No pudo subir al podio, pero batió su récord personal que era de 116 kilogramos.
Ahora la joven atleta de 20 años puede levantar 118 y está preparando su clasificación para los Juegos Olímpicos de Río. Mientras tanto, es con mucha alegría y tesón que se entrena en el gimnasio de halterofilia del Centro Claude Robillard de Montreal, como lo viene haciendo desde que tenía 10 años. Es en este lugar, que Kristel dice haber crecido como atleta y como persona. Ella dice que son quizá sus raíces africanas las que han hecho de ella una persona bastante extrovertida.
Una de las personas que más la inspira es Bruny Surin, un velocista negro de origen haitiano, por su rendimiento deportivo. Es campeón olímpico en atletismo, un deporte que se parece mucho a la halterofilia, dice ella. Pero sobre todo lo admira por su humildad, su accesibilidad y su empeño en ayudar a los jóvenes, en volver a dar lo que él recibió.
Kristel Ngarlem dice que su deseo más grande es formar parte de la delegación canadiense femenina de halterofilia para los Juegos Olímpicos de Río. Ella sabe que hay muy pocos lugares y que de hecho, en su categoría, queda solo un lugar.
Y la única posibilidad de clasificarse para Río es en el Campeonato Panamericano de levantamiento de pesas en Barranquilla, Colombia, del 4 al 11 de junio próximo. Y si logra clasificarse, pondrá su fuerza, su perseverancia y toda su alma en las pesas dos meses más tarde en los Juegos Olímpicos de Rio.
Pablo Gómez Barrios, a partir de un reportaje de Paloma Martínez a Kristel Ngarlem
