Un reporte publicado a inicios de mes por Estadísticas Canadá daba cuenta de los efectos de la pandemia de la COVID-19 en las personas que sufren alguna condición de largo plazo o tienen alguna discapacidad. Sin sorpresa, por la realidad que día a día viven estas personas, la proporción que dijo estar más afectada en estos meses es más elevada que la población en general. Pero el efecto es aún mayor si se analiza a las minorías visibles.
De acuerdo con esa encuesta, más de la mitad (54%) de los participantes representantes de minorías visibles -que reportaron tener alguna discapacidad o condición de largo plazo- aseveraron que su salud había empeorado en los últimos meses (versus 48% de la población que no pertenece a este grupo demográfico). Si se analiza la salud mental, 61% de los entrevistados en este grupo dijeron que ésta se ha empeorado con la pandemia (versus 57%).
El caso de María
María Benavides tiene varias condiciones que la hacen de alto riesgo ante la COVID-19. Sufre de síndrome metabólico y asma, así como de sordera profunda bilateral. Desde inicios de la pandemia fue advertida por su médico que es una paciente de alto riesgo, al punto de que su hija, en edad escolar, no ha asistido a la escuela desde el inicio de clases para evitar la exposición al virus. Está estudiando desde casa.
Benavides dijo a RCI que desde comienzos de la crisis de la COVID-19 su salud en general ha empeorado. Ha aumentado 5 kilos que la perjudican más. Para ello está viendo en estos momentos a una nutricionista.
Pero, además, contó que si bien ha tenido acceso a los servicios médicos que generalmente requiere, ahora todo es más complejo. En su día a día se comunica leyendo labios. Con el uso de mascarillas es imposible hacerlo. Recientemente debió acudir al dentista porque su hija tenía un fuerte dolor y para poder comprender lo que el odontólogo le decía tuvo que pedirle que le explicara escribiendo en una hoja. “Necesito ver y leer labios, y ver expresiones de cara y lenguaje corporal, porque eso me da contexto”.
Aseveró que es eso, el no poder comunicarse, lo que le ha generado más ansiedad y estrés.
Benavides pidió que se permitiera el uso de las mascarillas transparentes (Clearmask), que tienen luz verde desde mayo de este año por parte de Salud Canadá. En Quebec, por ejemplo, hay una empresa (Madolaine) que ya está haciendo mascarillas lavables con ventana transparente. Audition Québec pidió unas 100 000 y el gobierno de Quebec pidió por su parte unas 100 000 mascarillas transparentes para distribuirlas en la red de salud de la provincia, pero Benavides cree que no son las mejores por su fabricación.
Lea también:
- La pandemia y el impacto en la salud física y mental de personas con discapacidad
- Más de 5 millones de canadienses padecen problemas visuales
- Las mujeres, los inmigrantes, los indígenas y las personas con discapacidades, esenciales a la nueva economía digital
- Salud mental de los canadienses afectada por la pandemia
El caso de Sofía
Sofía (nombre ficticio a petición de la entrevistada) es de origen peruano. Vive en Quebec desde hace alrededor 11 meses, dijo a RCI, es decir, llegó a tierras canadienses poco antes de que la pandemia golpeara con fuerza esta provincia. Es demandante de asilo y aún espera por respuesta. Sufre de una paraplejía que no le impide trabajar, pues se desempeña como recepcionista de lunes a viernes. Tiene la llamada “hoja marrón” que da acceso al Programme fédéral de santé intérimaire (PFSI por sus siglas en francés), pero reconoció que no tenía mucha información al respecto cuando llegó a Canadá, por lo que no sabía que tenía acceso a servicios médicos similares a los que da la tarjeta de seguro médico de la provincia (comúnmente llamada carte maladie).

Muchos demandantes de asilo no saben que tienen acceso a servicios médicos. Foto: iStock
Sofía narró que durante la pandemia no solo vio limitadas sus opciones para recibir la atención médica que generalmente requiere, como fisioterapias, ergoterapias y servicios de urología, sino que su salud mental también se vio afectada, pues vivió la angustia de estar sola en el país, de tener además su condición y no encontrar cómo tratarse.
Pero Sofía siguió buscando y empezó a tocar puertas en organismos comunitarios que pudieran orientarla para así tener acceso a los servicios que necesitaba. Una vez recibida la orientación y cuando estos servicios comenzaron a reabrir en medio de la pandemia, pudo comenzar a recibir fisioterapia. Pero aún no ha podido tener una cita con un trabajador social, aún cuando ha hecho múltiples intentos. “Los tiempos de espera han sido muy largos”.
Cuando le preguntamos por qué no buscaba ayuda psicológica o terapia (a distancia, vía Internet o telefónica) en su país de origen, mientras logra tener una cita en Quebec, respondió: “no tengo los medios económicos”.
Múltiples factores
Uno de los principales factores que incidió en la desmejora de la salud en general de este grupo de la población fue el cierre de los servicios que requieren de forma permanente. Sin embargo, hay otros factores que han incidido en la realidad reciente.
Maira Prado, fisioterapeuta colegiada en Quebec, explicó que en el contexto de inmigración, especialmente de inmigración reciente o de demandantes de asilo, hay realidades como la falta del francés o el inglés y la desinformación, que se acentúan en el marco de la pandemia.
Prado, quien es directora en Action Sport Physio Cabrini, aseguró a RCI que durante los últimos siete meses la atención de pacientes ha caído en 50%. Parte de esa caída se explica por el hecho de que muchos temen contagiarse de la COVID-19, pero también porque muchas personas aún no tienen claro qué servicios están operativos y cuáles no.
“Pero está la barrera del idioma que en el contexto de la pandemia puede hacerse más fuerte. En pandemia muchos servicios se están ofreciendo en teleconsultación, por teléfono, ni siquiera a través de una cámara. No pueden usar lenguaje no verbal, ejemplificando con gestos. Puede que no sepan expresar sus síntomas en francés. No hay la posibilidad de tener un traductor. Esto hace que las personas busquen menos tener esos servicios médicos que requieren”.

La teleconsultación representa una vía para mejorar el acceso a los servicios médicos en tiempos de pandemia. Pero no todos tienen acceso. Foto: iStock.
La falta de información también tiene un rol importante, en especial en el caso de los demandantes de asilo. Muchos, aseveró Prado, no tienen idea de que pueden recurrir a servicios médicos con especialistas que están inscritos en el programa PFSI.
Recordemos que desde el 1º de abril de 2016, el PFSI proporciona cobertura integral de atención médica y paramédica (fisioterapia, terapia ocupacional, ortofonía, psicología entre otros) a todos beneficiarios elegibles. El PFSI brinda cobertura solo a los beneficiarios que no están cubiertos por el Régime d’assurance maladie du Québec o por un plan de seguro privado para ciertos productos o servicios.
Cuando le preguntamos a Prado qué se podía hacer ante la desinformación, la especialista recordó que existe, en el caso de Quebec, el programa PRAIDA (Programme régional d’accueil et d’intégration des demandeurs d’asile), que tiene como mandato del gobierno velar por el bienestar psicológico y socioeconómico de los demandantes de asilo, mientras éstos esperan por la audiencia para saber si son aceptados.
“PRAIDA conoce un gran repertorio de prestadores de servicios”, agregó.
Los servicios de este organismo, se lee en su sitio web, comienzan una vez que la persona que está solicitando refugio tiene el documento oficial emitido por un agente fronterizo o por servicios de inmigración que identifica a esa persona como un solicitante de asilo (la hoja marrón). PRAIDA luego evalúa su condición hacer referencia y se encarga de atender las necesidades médicas y psicológicas de la persona.
Quienes deseen contactar a los encargados de PRAIDA pueden llamar al (514) 484-7878.
Fuentes: Salud Canadá, Estadísticas Canadá, PRAIDA
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.